Venecia Juan 11 de abril del 2007. Las Cañitas, Santo Domingo.
Fotografía: Pedro De León Concepción/ AGN
Entrada a hospital durante la Guerra de Abril 1965.
Fotografía: AGN
Por Pedro De León Concepción. [1]
“La misión de nosotros era salir
a robarle a los yanqui, pero no éramos muchos, nada más estábamos 2 y 3… lo
invitábamos a la zona (a los estadounidenses), se agarraba y agarrábamos los
Jeep de ellos…”
Gisela Antonia Mercedes[2]
Al ofrecer
linealmente los sucesos de la Guerra Civil
y Guerra Patria del 1965 especificando sobre relieve la actuación de la mujer
en los acontecimientos acaecidos entre los
meses de abril y septiembre, es loar la memoria de la lucha, en esa perspectiva
social que han mantenido sistemáticamente las féminas a nivel nacional.
En los
archivos del Área de Producción de Fuentes Orales del Departamento de
Investigación y Divulgación del AGN se encuentra en audio digital con sus
respectivas descripciones, además de cientos de fotografías, vivencias a través
de las cuales se puede apreciar testimonios de mujeres, como también de ex –
combatientes refiriéndose a ellas, subrayando con vehemencia el protagonismo
mostrado por las mismas durante el proceso bélico del 1965.
Estos sucesos
quedan establecidos en el contexto de sus recuerdos, eran jóvenes (en ocasiones
adolescentes) que hoy comparten con nosotros sus experiencias sobre el evento
que consideran el de más impacto en la historia contemporánea dominicana y que significó un aporte genuino de dominicanidad y
apego sincero a la vida nacionalista del país.
Con la
necesaria puntualización que, a nuestro juicio, demanda la situación socio –
cultural dominante en la década del los 60, sobre lo que significaba ser mujer,
donde su rol se limitaba a ciertos parámetros, restringida a señaladas
participación política – social, por encima de esa realidad y considerándola
oportuna al momento de enjuiciar, valorar o analizar los conceptos presentes en
los testimonios, sus actuaciones y funciones presentadas a continuación:
Testimonio
de Venecia Juan[3]
Integración
a la Revolución
Pedro De León C. (PDL.) Cuéntenos señora Venecia ¿Cómo se integró
usted al Movimiento Revolucionario? ¿Dónde usted estaba?
Venecia Juan (VJ.) Aquí.
PDL. ¿Y cómo se entera?
VJ. Me enteré por los mismos muchachos. Entonces éramos un grupo de
jóvenes, cuando empezamos esa guerra… yo salí y había gente que me avisaban, yo
era rebelde del Partido Revolucionario, yo en el 65 me apunté en el PRD
(Partido Revolucionario Dominicano), pero era amiga de todos, yo respetaba a
todos. Entonces yo fui a Ciudad Nueva, de aquí salí, que iba hacia mi trabajo,
pero yo, en el comando La Vega
tenía una responsabilidad con la comida, mis hermanos, mis primos, cocinábamos,
y de día yo hacía mi trabajo, y cualquier cosa que tenía que hacer lo hacía,
con orden, porque había mucho orden, mucho amor, mucha unión, en Ciudad Nueva hubo
una unión lindísima, porque había respeto también, ahora el que fuera a hacer
su desorden era otra cosa, pero el que quería ser respetado había respeto.
Pedro De León (PDL). Sobre los sucesos de abril, ¿qué más le
impactó a usted?, cuando hablamos de la guerra, del CEFA en la llamada “Operación
Limpieza”, ¿usted recuerda ese incidente?
Venecia Juan (VJ). Sí
PDL. ¿Cómo fue?
VJ. Bueno esa Operación Limpieza fue fea. Aquí hay una amiga mía,
ahí en la diez, que perdió un hijo. Aquí eso estaba feo, demasiado feo, yo
conocí esa limpieza, era tremenda, pero al limpiar ese grupo de gente,
inmediatamente me fui.
PDL. Para la
Zona Constitucionalista
VJ. Sí, me fui para allá abajo. Inmediatamente vinieron a buscarme.
PDL. ¿Y esto aquí se quedó con quién?
VJ. Tranqué, y gracias a Dios nadie me abrió esa puerta, pegué
candado. Tenía una niña que tenía cinco años, ella lavaba, yo la ponía a que me
lavara las medias de los guardias. Esa niña que me lavaba la…, ya esta grande,
ya tiene 40 y pico de años, tiene nietos. Pues salimos inmediatamente, me
vinieron a buscar, yo tenía un hermano muy activo, Mateo, se murió, y él vino a buscarnos, un primo que vive en la Romana. Entonces ahí mismo
fuimos para abajo.
PDL. ¿Y dónde se hospedaron?
VJ. Yo me hospedé en la escuela Señorita Ureña, eso queda en la Padre Billini , ahí nosotros
estuvimos. Formamos un comando.
PDL. ¿Y el comando estaba dónde?
VJ. Ahí en la escuela.
PDL. En la misma escuela.
VJ. Sí, porque todos se fueron, y nosotros cogimos ese comando. Yo
creo que tenía como setecientos y pico de guardias.
PDL. El nombre del comando, ¿usted lo recuerda?
VJ… Creo que comando La
Vega , si no me equivoco. Sí, porque había muchos muchachos de
la Vega , por eso
le pusieron comando La Vega.
Los heridos, las emergencias
PDL. ¿Cómo era la vida en el Centro Médico? ¿Cómo usted veía los heridos?
¿Había suficientes médicos, enfermeras?
VJ. Había muchos médicos, nosotros amanecíamos a veces, y uno de los jefes era Báez Acosta, y yo no me acuerdo
de los otros, pero con el que yo traté más fue con Báez Acosta, además que era
un hombre del Partido Revolucionario, ese es un doctor muy vivo. Báez yo lo
puedo recomendar como un doctor, luchó por salvar vida. Trajeron un muchacho
con todas esas tripas afuera, ¡Ay Dios mío!, un ojo menos, un brazo menos.
¿Usted sabe lo que hizo ese hombre tan inteligente? pásame esa pinza, pásame
esto, pásame lo otro, mire, era un trabajo rápido y bueno.
PDL. ¿Usted llegó a ver heridas graves?
VJ. A nosotros se nos han muerto gentes en la mano, hemos visto
cosas feas, un brazo menos, una tripa afuera, pero él salvó mucha vida, mucha
vida.
PDL. ¿Hubo suficiente medicamento?
VJ. Sí, había muchos medicamentos, ahí mismo ellos operaban. Una
vez que vi un muchacho con la tripa afuera, ellos tenían todos sus equipos,
había suficiente equipo, yo digo que parece que la guerra estaba preparando su
cosa bien, porque yo no entiendo, aquí había mucha comida, mucho de todo. Hubo
momento que faltaba algo, pero un comando con otro comando, ellos se
combinaban, llamaban uno al otro, una cosa muy bonita.
PDL. ¿Cuál de los comandos, según su interpretación, tuvo más actividad? ¿Cuál
participó más? ¿Cuál se movía más?
VJ. Donde yo me movía está cerca de la salud, también me movía
mucho allá en el comando donde yo estaba, y teníamos que ir al Padre Billini a
trabajar, también había un Dispensario allá en San Carlos, nosotros teníamos
que ir a San Carlos, cuando nos mandaban íbamos el grupo de mujeres.
PDL. En grupo. ¿Cuántas eran más o menos?
VJ. Había muchas.
PDL. ¿Quién las mandaba?
VJ. Los doctores
PDL. ¿Del Padre Billini para que asistan al Centro Médico que estaba en San
Carlos? ¿Donde estaba un teatro era?
VJ. Sí, hay un dispensario que hicieron ahí, provisional, pero
donde estábamos fijos, fijos era aquí en la Clínica San Luís.
PDL. ¿Y cuando la enviaban, la enviaban con
refuerzo para que la protegieran?
VJ. Sí, a nosotros no nos enviaban así no, íbamos preparados, fue
una guerra muy bien preparada.
Ofensiva
Yanqui
Pedro De León C. (PDL.) Y cuéntenos sobre esos días, la ofensiva yanqui,
cuando ya estaban disparando de una forma terrible, que se pensó que ellos iban
a llegar a la Zona Constitucionalista.
Venecia Juan (VJ.) Si, pero esos constitucionalistas no eran
fáciles tampoco. Mire, ese Caamaño no era fácil, Caamaño era un muchacho muy
valiente, ese no tenía miedo. Se dividió Caamaño y Elías Wessin, porque al ver
cómo estaban esos grandes, cómo estaba la moral, la cosa en Santo Domingo,
estos dos muchachos, tanto Caamaño, siendo guardia, y Elías Wessin, se
combinaron, entonces, no sé qué fue lo que pasó, pero Caamaño fue que cogió la
parte baja y Elías Wessin tiró para allá, que empezó a tirar su bomba y su
cosa, pero Caamaño hizo un buen trabajo. Yo siempre estaba atrás de él, él me
puso “La diablona.” Óyete por qué: Habían mujeres aquí abajo, que bajaban a
vivir con americanos, y cuando yo encontraba alguna… yo tengo una cadena,
cuando yo agarraba una mujer enamorada de esos americanos le daba una pela, esa
me la dio un catorcista. Me daba ese asco, esa cosa, ver que las mujeres
dominicanas, viendo que los americanos están tirando bomba a nuestro muchachos,
muriendo los muchachos bajo bomba, entonces vienen y caen en eso, eso fue lo
más malo para mí, cuando yo veía eso, yo me indignaba, y además yo tenía una
sangre de juventud y Caamaño me puso “La diablona” por eso.
PDL. ¿Y cómo se dio cuenta él de eso, quién se lo contó?
VJ. Hay momentos de guerra, pero hay momentos que estamos
tranquilos, entonces los muchachos hacían los cuentos, a contar lo que está
pasando y entonces él me puso “La diablona”. Caamaño daba un discurso muy
lindo, trabajó bien con nosotros, no era uno de esos hombres que tenía día,
sino siempre capaz, con disciplina como militar que fue, en la Policía armada había
varios hombres muy educados.
Traiciones y
persecuciones
Venecia Juan (VJ). Yo vi muchos muchachos muertos por la lengua de
los chivatos, las chivatas, en el tiempo de Balaguer habían muchas chivatas de la Banda Colorá , la
gente mala, y gente que me conocía en Ciudad Nueva tenían problemas en los
pueblos y mandaban un amiguito mío que se llamaba Fello, aquí, que estaba en
otro sitio y él me decía: “a mi casa no entra gente chivata, no busque can con
esas mujeres”, yo sabía que habían muchas gentes chivatas pero yo no dejaba que
entraran allá, allá había un cuarto, en ese cuarto estaban los muchachos,
buscaba comida, le daba comida y gracias a Dios hay muchos de ellos que están
fuera, pero me dice un señor, que a un grupo de muchachos que estaban en una
mesa, eso fue en una reunión allá, preguntaron por mí, que si yo estoy viva y
él dijo que sí, me llamó hace como tres semanas: “tú no sabes que en Nueva York
hay un grupo de muchachos que te están mentando, que dicen que tú les salvaste
la vida durante la Guerra ,
que no te importaba nada”, yo me quedé con dos vestiditos, vistiendo a los
muchachos de mujer para salvarle la vida, le ponía chancleta, sus medias.
Pedro De León C. (PDL). ¿A dónde iban ya vestidos de mujer?
VJ. Los mandaba para acá y de aquí los mandaba a otro lugar.
Testimonio de Edith Altagracia
Ferreira [4]
Experiencia
en la Clínica Santa
Lucía
Ángel Encarnación (AE.) ¿Cómo se produce tu involucramiento en el
Estallido de Abril del 65?
Edith Altagracia Ferreira (EAF.) Cuando lo anunciaron, pues
espontáneamente el barrio de Villa Francisca, que era donde yo vivía, en la
calle Barahona, había una compañera llamada Gladis Doché, hermana de un médico,
el Doctor Doché. Salimos, nos pusimos una bata blanca con una cruz roja y
salimos a pedir a la pulpería para nosotros estar en esa Clínica del Doctor
Rivera, que era en la Santa Lucía ,
quedaba en la Barahona. Y ,
pues ahí también cocinábamos, porque ahí había unos Hombres Rana que nosotros,
unos que otros, no recuerdo el nombre ahora, dos compañeros que mataron en ese
momento, yo atendí a un muchacho apellido García, que era Cadete, no sé si era
de la Marina ,
que lo llevaron herido de un bazucazo, ahí en la Clínica Santa Lucía. Yo
recuerdo que le metimos la mano así en la espalda, casi un hoyo que tenía, y de
ahí llamamos a los bomberos a que vinieran a buscar una ambulancia. Y a los
muchos años, trabajando yo en el Hospital de Bonao, él me ubicó, ese muchacho,
y por casualidad el director de ese Hospital era el Doctor García, tío de él,
pero no sé, parece que él se puso a investigar quién fue la persona que lo
ayudó, porque a él lo internaron en el Hospital que está ahí en la UASD (Universidad Autónoma de
Santo Domingo), que se llamaba el Hospital Marión, y todos esos meses que
terminó la Revolución
estuvo él interno, y me ubicó trabajando yo en el 1970, trabajaba yo en el
Hospital de Bonao, me ubicó allá, y no sé, hizo sus investigaciones y me dio
las gracias por yo haberlo ayudado en ese momento. A otro cadete nos lo
llevaron allá, porque parece que ellos estaban combatiendo en la parte norte,
porque eso comenzó en la parte norte y fueron bajando los gringos y los
constitucionalistas y de ahí fue que nos lo trajeron.
Ese Doctor Rivera, jugó un buen
papel, yo no sé qué de ese hombre, no lo volví a ver más en esa Clínica Santa
Lucía, que yo voy al barrio siempre, ese barrio donde yo vivía, de los pocos
que quedan porque ya Plaza Lama ha comprado y han desbaratado muchas casas y lo
que han hecho son parqueos, y esa Clínica la desbarataron, él jugó un gran
papel ahí.
Ahí iba Montes Arache, iban
algunos Hombres Rana que andaban por ahí en esos momentos, porque la lucha fue
desde que estaban combatiendo en la parte norte, fueron bajando, bajando hasta
que a la Trinchera
los gringos fueron empujando hasta que la Trinchera estaba en las Caracas y ya eso era
parte constitucionalista ya, la
Duarte , uno bajando, Gazcue y todo eso.
AE. Edith, háblame de tu experiencia médica
durante todo el proceso de la
Revolución.
EAF. Yo todavía no era enfermera, pero sí el Doctor Bautista y
otros médicos me enseñaron cosas. Yo cocinaba y cuando terminaba de cocinar
ellos nos dieron unos cursitos a un grupo de mujeres y de ahí comenzó mi vida,
ahí nacieron muchos niños, que venían mujeres con su barrigota, que no podían
cruzar para la maternidad y ahí iban, y el Doctor Bautista y un grupo de
médicos… ahí aprendí a hacer parto, pero yo entré en realidad a estudiar
medicina en la Escuela Nacional ,
en el 66 [1966] entré yo a la
Escuela de Enfermería, porque ahí nació mi vocación, fui
enfermera profesional y después, un año después hice mi licenciatura en la UASD y mi Tesis, está
dedicada a la Revolución
Constitucionalista del 24 de Abril, a Francisco Alberto
Caamaño Deñó y al Doctor Bautista fueron a las personas que yo le dediqué mi
Tesis de la UASD.
AE. Y dentro de lo que fue tu experiencia motivadora para tus posteriores
estudios ¿Cuál de esos hechos dejó un recuerdo más profundo en ti?
EAF. Me dejó un recuerdo muy profundo, en la Revolución , un muchacho
moreno, alto, fuertón, con un espaldón, que estaba con una carabina, con una
30, estaba en la Duarte
esquina creo que era La Noria ,
por ahí con una carabina 30 y lo fogonearon de allá para acá, creo que fue con
una 50 y el muchacho cayó estrellado de espalda, lo recuerdo porque lo
internaron ahí en la Clínica ,
el Doctor Bautista y un grupo de médicos que estaban, y yo personalmente le
entregaba los alimentos cuando los cocinaba, no murió, él no, a él lo hirieron, pero la herida no fue
problema, sino que con el impacto de la 50 y él estaba con una 30, cayó
explotado en una acera y ahí lo internaron en la Clínica que estábamos
nosotros y duró mucho tiempo ahí, pero él salió bien de ahí, eso nunca se me ha
olvidado. Y otro, ese de los morterazos del 15 o 16 de Junio, inclusive mi
hermano pintó un cuadro que se llama “15 y 16 de Junio”, un cuadro grandísimo,
alegoría a la Revolución
y toda esa sangre que yo veía correr por los contenes. Al otro día, todas esas
cajas de muertos en filas, así en la casa del frente, y antes hacían las gentes
las paredes con hojas de zinc y cuando se explotaba ese morterazo aparecían
guardias así…
Mutilados de
la Guerra
(31/08/1965)
Edith Altagracia Ferreira (EAF.) Recuerdo que cuando terminó la Revolución , el Doctor
Bautista, el Doctor Eddy Joseph, el Doctor Abelito del Orbe, que él es del PLD,
creo que es abogado, y su esposa Yani (Yanini Rodríguez), que es francesa y otros, formamos un grupo que se llamaba
“Mutilados de la Guerra.” Entonces ,
todo el que quedó más o menos, que pudimos encontrar mutilado, con una pierna
menos, un brazo menos, un balazo; había una muchachita, Eddy Ogando, creo que
se llamaba, que un balazo le arrancó el maxilar inferior, el Doctor Bautista y
un grupo se comunicaron con unos médicos franceses, estaba el Doctor Cribina,
estaba Jaquelin, una doctora que se llamaba Jaquelín, franceses, y vinieron
acá, le hicieron el diagnóstico de lugar aquí, se formó el grupo, les sacamos
pasaporte, la Coronela
me ayudó muchísimo, es una fortuna ella. Y [los] mandamos en Aerolínea
Quisqueyana, porque ya estaba el gobierno de García Godoy y no dejaron entrar
un avión de la Air Fance ;
que no tenían permiso, qué sé yo. Entonces, Aerolínea Quisqueyana, que no
recuerdo cómo se llamaban los dueños, que tuvieron en la revolución esas
gentes. Nos prestaron un avioncito, y todos esos mutilados, preparados ya con
su pasaporte, ya sabían dónde los iban a llevar, el Doctor Cribina ya tenía
todo eso preparado en Francia, porque él vino primero, este avioncito aterrizó
en una islita que pertenece a Francia, y ahí estaba esperando ese avión, donde
se fueron los mutilados de la
Guerra. Yani …, que es la esposa de Abelito Rodríguez Del
Orbe, que era francesa los acompañó y esos muchachos estuvieron en Francia, ahí
se socializan, [comienzan] a rehabilitarse, pero los rehabilitaron; su pierna,
su brazo, lo que tenían que hacer, pero también le enseñaron un oficio. Aquí
vinieron muchachos sastres, muy buenos, otros vinieron especialistas en qué sé
yo qué, no recuerdo bien eso, y duraron como un año, año y pico. Recuerdo
cuando fuimos el Doctor Bautista y yo al aeropuerto a buscarlos: ¡Que llegan
los muchachos! Que sé yo qué. Cantamos el himno de la Revolución , lo cantamos
ahí. Había un jefe de la
Policía , nos llevaron preso, porque cuando los muchachos se
fueron desmontando del avión, ya rehabilitados, que fuimos un grupo, cantamos
el himno de la Revolución ,
nos detuvieron, ese jefe de la
Policía , que no recuerdo el nombre de él, y nos llevaron al
Palacio de la Policía
y yo lo que tenía en las manos eran unos discos que los muchachos nos trajeron
y le dije a él que la música era internacional, que no había música comunista,
ni música democrática, un libro me lo quitaron, que trajeron también un libro
que se llama “Así se formó el acero”[5], no
recuerdo cuál es el autor, que lo tengo todavía el libro ahí, y regalitos y
cosas, y nos llevaron presos, le quitaron el pasaporte a los muchachos, se los
llevaron a ellos también, pero después nos soltaron...
Testimonio
de Fiume Bienvenida Gómez Sánchez[6]
Emisora portátil
Fiume Bienvenida Gómez Sánchez (FBGS.) Pero quiero decir algo, el
24 de Abril en la noche, Euclides Gutiérrez y Blanco Fernández me llevaron a mi
casa una emisorita de esas portátiles de aficionados y desde ahí, desde mi
casa, en la calle Cambronal No. 6, tercer piso, comenzamos a bombardear
consignas patrióticas; el Himno Nacional y cosas que motivaran, como una forma
de mantener a la ciudadanía, que tuviera conocimiento de lo que estaba pasando,
y también como incentivando a la lucha. Entonces, en mi casa duró esa noche del
24, 25, 26, 27 y 28, y allá, a casa, iban los compañeros y las compañeras.
Estuvo en mi casa Bernarda Jorge, durmió en mi cama… ella estuvo conmigo allá,
Piky (Josefina Lora) también, antes de coger para la clínica, entonces, ella se
fue también con Grey (Coiscou), cuando
ya no teníamos otra actividad, porque la cuestión de la Escuela Militar tuvo su cierre
también, y desde allá fue que comenzamos nosotros a concienciar a la gente, a
la población, por esa pequeña emisora, y eso era en mi casa y era yo la que la
manejaba, después, los compañeros de la Radio Televisión Dominicana,
cuando ya Caamaño se instala allá en el Conde, entonces fue que salió un grupo
que estaba con la revolución y esa gente ya entonces se apoderó de la emisora…
PDL. ¿Y cómo usted se hizo? Porque del 24 al 28
son varios días de varias madrugadas.
FBGS. Porque se hacía, por ejemplo, venía el compañero y me traía
un documento, entonces uno lo leía, entonces, uno cantaba el Himno Nacional,
decía consigna, porque la aprendía, porque era de esas aficionadas, era una
cosita así.
PDL. ¿Y qué otras compañeras suya usted
recuerda, los nombres?
FBGS. “Ah Dios”, ahí estaba Cristinita (Díaz), que estaba frente a
frente a mi casa, y su papá iba todos los días a mi casa, yo decía: ¡Váyase
tranquilo Don Juan! No se preocupe, que yo se la cuido. Éramos contemporáneas,
pero un padre, como yo era huérfana, siempre yo me hacía dueña de los papás
ajenos… y él iba todos los días, todos
los días a ver cómo habíamos amanecido, porque ellos vivían en Gazcue. Pero en
la parte que no estaba tomada, si.
Cristinita Díaz, ahí estaba
Iberia Jiménez, que es la mujer de Henry Acosta, creo que es del PRD ahora,
pero que era muy amigo de Minerva Tavárez, Iberia, estaba mi prima Escarlet
Sánchez, que tenía 14 años, mi hermana Mirta Gómez, Escarlet Sánchez, esa que
fue baskebolista del año, y que es doctora, esa, era una muchachita, está ahí
en la foto, muy bien, pero tú la ves una muchachita, 14 años.
Estaba Elsa María González,
estaba Clarisa Brioso, que era de San Cristóbal, estaba Teresa Espaillat,
estaba Sagrada Bujosa, la hermana del Chino, Doña María, la mamá de ella era
más revolucionaria que toditos los hijos completo. Doña Marina, Marina Mieses
de Bujosa, esa era una, porque a ella le mataron un hermano, esas gentes eran
muy, muy antitrujillistas. Ella cocinaba para darle comida a todo el mundo,
todo el mundo iba allá, una señora excelente, sin embargo yo no he visto que la
hayan recordado, pero una señora muy revolucionaria, pero también había otra
muy revolucionaria, de mucha edad, la mamá de Amaurys Millalba, Doña Francia,
pero una mujer también, pero eran señoras mayores, muy mayores, de 60 años te
estoy hablando.
PDL. ¿Ahí estaba, por si acaso, la familia Ruiz, de San Francisco de
Macorís, que nos han referido… incluso, que una finca llegaron a esconder
algunos, Peña Jaques, entre otros.[7]
FGS. Yo lo he oído mencionar, sí: Chaljub, a esta niña, la mujer de
Peña Jaques, yo la ayudé a irse a Cuba después de la guerra, yo fui que la metí
en el trote, a Quisqueya, que luego ya ella se casó con el hermano de Lalane
José, que lo mataron después, el hermano de Lalane José.
PDL. ¿Pero fue el que murió en el 73?
FGS. Sí, sí, con Caamaño.
Traslado
de Armas
Fiume Gómez Sánchez (FGS). Y yo recuerdo que yo me cambiaba bien
cuando iba para la Victoria ,
porque tú sabes que “el hábito es lo que hace al monje”, pero tenía que andar,
no ibas a andar como una loca, y tengo una experiencia con respecto a eso, y
fue en la insurrección de Abril del 65. Fidelio Despradel me manda a llevarle
un material a Luís Genao Espaillat, que era dirigente del partido y lo habían
cogido preso, entonces, él pedía una maquinita de afeitar, que esto, que lo
otro, qué sé yo qué, y recuerdo que Euclides Gutiérrez era mi vecino, mi amigo
y era vice ministro de Interior y Policía; me dio dos sacos de arroz, qué sé yo
qué, pantalones, de todo, pero yo cometí el error de buscar un carro grande y
el carro estaba de lado de la carga que tenía el baúl, pero nos fuimos bien
cambiadas, me acompañó Cristinita Díaz y otra compañerita, creo que es Marisela
Germán, que fue con nosotras, y nos cogieron subiendo la Duarte , nos pararon, y yo
cogí, no me tocaba morir en eso, le dije: “bueno, Cristinita, déjame hablar”,
porque nos iban a llevar para… ¿cómo se llamaba?, donde llevaban a la gente, a
los presos, y yo salí de mi carro y le dije al policía: “¿quién es el jefe de
aquí?”, dice: “ah, ese coronel”, yo era actriz, entonces yo me fui a tirar al
ruego, cogí le metí la mano a mi hombre por aquí[8], le
dije: “que hay papi, ¿cómo tú ta´?”. “Eso es
para aflojar la gente de aquí adentro, que me dieron eso, yo tengo un
negocito, qué sé yo cuánto, ve cuando tú quieras, y no sé qué”, le pasé la mano
a mi hombre y me dijo: “sí, váyase, vete, vete, vete”, me hizo así y me fui.
Sobre Juan Miguel Román
FGS. 1965, en plena guerra. Pues bien, me va a gustar decirte algo
sobre la guerra, fíjate, Juan Miguel Román Fernández, el Partido lo encargó
para trabajar con las mujeres, porque él era un hombre que tenía mucha visión,
y le tenía un sitial, el que merecíamos, usted sabe lo obtuso que era la gente
en aquella época, pero él, un hombre de avanzada, entonces, él era que nos
orientaba. En mi casa, allá en la Cambronal No. 6, tercer piso, hacíamos las
reuniones, por ejemplo, mi casa estaba llena de gente y el baño con un ropero,
lleno de ropas sucias, yo le dije: “bueno Juan Miguel, aquí todo el mundo viene
y echa la ropa, y aquí no hay lavadora, entonces, si nosotros tenemos que hacer
las diligencias, tenemos que ir a la Academia Militar ,
tenemos que cocinar, yo no puedo lavar”, “deje la ropa ahí, que cuando ellos
las vean ahí, que pasen días, ellos recogerán su ropa, cada uno tiene que hacer
lo suyo”, o sea, cosas así hacía Juan Miguel, y yo recuerdo y Gladis González
Morel, amiga mía y comadre después, vecina frente a frente allá en la calle
Cambronal.
Testimonio de Milagros Concepción [9]
Estallido de
la Guerra de
Abril/ Ambiente en La Vega
Milagros Concepción (MC.) Cuando estalla la Guerra , yo particularmente
no sabía del Movimiento que se estaba gestando, fue una sorpresa para mí, y
creo que muchos de los compañeros del Comité Provincial, no sé si lo sabían
algunos, Mario era del Comité, probablemente él lo sabía, porque ese estaba
involucrado; Mario Fernández. E inmediatamente estalla la Guerra , pues corrimos hacia
el Partido, estaba cerrado, entonces nos reunimos en el Parque. Mario fue, nos
dijo, nos explicó lo que estaba sucediendo, me dijo que partía inmediatamente,
Rafa Gamundi fue, que era perredeísta, pero tenía muy buenas relaciones con
nosotros, nos explicaron y nos dijeron que nos quedáramos en la Vega , porque no podíamos
hacer ninguna acción fuera de las órdenes de la dirigencia, pero había un
momento que había que actuar con mucha disciplina, y un grupo sí se fue de una
vez, pero nos dejaron, nos dijeron que nos quedáramos a gran parte de la
directiva. Y entonces, que nuestro papel era, que si iban a necesitar alimentos
y cosas, comenzar a preparar alimentos para mandar en camión, camioneta para
acá, para la capital, e inmediatamente al otro día comenzamos en la casa de
Gladis Abreu, si mal no recuerdo, a preparar sándwich, latas de jugos, a
empacar cosas, y alguien de ese grupo, venían a traerlo y nos daban la media
noche, que eso en esa época, de estar a las 12 de la noche en una tarea, eso
era poco visual, preparando las cosas que íbamos a mandar para acá, esos fueron
los primeros días de la
Guerra.
Luego comenzamos a desesperarnos,
porque no teníamos noticia, fueron algunos compañeros allá siempre, a
tranquilizarnos, a decirnos que nos quedáramos ahí, que la Guerra se iba a extender.
Entonces, comenzaron los preparativos de los de San Francisco, Mao, ahí que
iban a hacer acciones, que nos tuviéramos tranquilos, pero yo particularmente
no me estaba tranquila, yo sabiendo lo que estaba pasando.
Un buen día llegó la compañera
Teresa (Espaillat), justamente que andaba en una de esas misiones, tenía que ir
hasta Santiago, estaban con la coordinación, el esfuerzo que se hizo por tratar
de expandir la Guerra ,
que luego sabemos todos en lo que terminó, fue a mi casa, recuerdo que llevó
una tela de caki, me dijo: “mira, hazme este pantalón”, yo cosía, “hazme un
pantalón, porque yo creo que tú vas a tener que tomar una decisión”, además ya
los pueblos se estaban complicando con la represión, porque en los primeros
días sí, todos en las Fuerzas Armadas estaban de acuerdo, pero desde el 28 de
Abril, cuando vinieron los norteamericanos, pues la correlación cambió
inmediatamente; y los miembros de las Fuerzas Armadas y las dotaciones
Policiales y del Ejército, que decían, porque solamente lo decían: apoyar la Revolución de Abril,
pues inmediatamente se cambiaron y ya comenzó a ponérsele muy estrecho a uno el
ambiente en el pueblo, entonces ella me dijo: voy a Santiago, no sé qué cosa,
pasó por aquí otra vez, cuando llego, yo no pude regresar con ella, pero al
otro día vine para la capital, eso fue… a finales de junio, que ya había pasado
más de un mes que había empezado la guerra. Inmediatamente llegué, me
incorporé, hice contacto con los compañeros: “¡Tú eres terca, te dijimos que te
quedaras allá!”. Pero que va, entonces los primeros días de la Guerra me quedé en la 30 de
Marzo (con) unas personas que eran de la Vega y habían muchos compañeros combatientes que
vivían ahí, era el Hotel República, de unos veganos que estaban todos muy
involucrados, creo que hay una Clínica ahora, al lado de la telefónica.
Jesús
Díaz (JD). ¿En la 30 de Marzo?
MC. Sí, sí.
JD. ¿Dos veces nada más fue a la Victoria ?
MC. A la Victoria ,
sí, otra tarea que me encomendaron en una, ya después que se había hecho la
división, la ruta que hicieron los norteamericanos para dividir la
Zona Norte de Ciudad Nueva…
JD. El Cordón, sí.
MC… El “cordón de seguridad”, que hicieron ellos para proteger a la
gente de San Isidro y que masacraran, y que eran su operación chapeo, limpieza
y todo eso. Me mandaron en una ocasión a pasar las líneas, también
entrevistarme a una reunión y a llevarle algo a unos compañeros en la parte
alta. Fui con una compañera, mandaron dos personas, y también fuimos ahí,
dejaban pasar a uno los americanos; miraban, chequeaban, pero uno en ese
momento iba con una actitud frívola, de que una carajita que entra y sale, que
no está en nada, creíamos nosotros que podíamos engañarlos, no sé si los
engañábamos, pero podíamos cumplir, pude cumplir con la misión que me mandaron,
eso fue una sola vez.
Luego ya las cosas se complicaron
más, no salíamos más, no nos permitían salir de la Zona , porque ya comenzó a
ponerse muy arriesgado, y ya conocían, ya ellos tenían nota, tenían el listado
de las personas que estábamos ahí, su inteligencia comenzó a…, entonces no nos
dejaban salir, y comenzó la actividad eh… en la Clínica , en la Academia , hasta el final,
cuando un 3 de septiembre volvimos a nuestro pueblo, derrotados militarmente,
pero con la moral muy en alto y con la condición de que los pueblos nunca son
derrotados, además nos sentamos en la mesa de condensación, tuvieron que pactar
y aunque a media, pero eso fue…, no nos sacaron como ellos hubieran querido,
corriendo y ellos detrás tirándonos, así no salimos de la Zona intramuros, salimos con
dignidad.
…Entonces de ahí participaba en
todas las cosas, en las reuniones. No recuerdo bien si había empezado la Academia , creo que
todavía no había empezado, pero se hacían reuniones. Comenzaron a darle nociones a uno, principalmente en esos primeros
días, como yo no estaba quemada todavía parecía que yo llegué de visita, me
dieron una misión de ir a la Victoria.
Habían algunos compañeros que habían caído preso desde el
principio, entre ellos: Antonio Mirabal[10], que
era del Comité Provincial de La
Vega , de la dirección de la Vega. Entonces me dijeron:
“Bueno, como tú eres de la Vega
te vamos a mandar a hablar con Antonio”, me explican todo, “también hay que
llevarle algunas cosas, un poco difícil porque te van a revisar mucho, pero tienes
que ingeniártela para llevárselas, algunos documentos, y tú dices que eres
familia de él, porque son de La
Vega ”.
Y entonces recuerdo que en las
compras, este es una anécdota, en las compras que le llevábamos preparamos en
la casa de Fiume Gómez, recuerdo que preparamos las cajitas de avena con mucho
cuidado; la abríamos por debajo, con todo el cuidado del mundo, una obra
artística, entrábamos los documentos y volvíamos a cerrarlo con mucho cuidado,
y solamente poníamos la caja mitad o ¾ de avena, y así, yo me recuerdo de lo de
la avena, pero habían diferentes técnicas, y yo llevaba y alguna otra
compañera, me recuerdo que la primera vez que fui fue otra compañera conmigo,
que se llamaba, que se llama Chiri recuerdo un apellido raro. Este…Chiri y yo nos
mandaron a mí con la misión de hablar y enfrentarme con Antonio Mirabal y a
ella con Luís Genao que resultó ser un traidor...
Y hay una anécdota, que no
recuerdo si en ese viaje, porque yo volví, fui dos veces, porque no mandaban a
la misma personas muchas veces, fui dos veces, creo que la segunda vez que voy,
ya cuando estoy en la fila hay unos muchachitos que siempre ayudan con las
compras, se te ponen ahí para que uno le de 5 centavos en esa época, 10
centavos, entonces hay un niño que me coge la compra para montarla en una
carretillita para entrarla, y adentro la revisaba la policía en la puerta y la
revisaban otra vez adentro y a uno también, una revisión, bueno, bien
minuciosa, y el niño llega y coge una lata de avena y le dice a otro que también
está en eso: “ay oye, no e´ avena na´”, yo hice así y reaccioné muy rápido y
dije: “¡Agente, agente!, sáqueme estos niños de aquí que me van dañar mi
compra, con tanto sacrificio que uno viene aquí a traerle esto a sus presos y
esos muchachos me van a romper esas cosas, quíteme estos niños de aquí, ayúdeme
agente, hágame el favor, ayúdeme usted mismo”, entonces: “sí, sí, sí, cómo no
señorita”, y el agente vino y: “quítense de ahí” y cogió el agente la caja que
tenía el niño y todas las cosas: “yo la ayudo señorita”, y el agente cogió los
paquetes y yo seguí del lado de él con mucha tranquilidad aparente, cuando
revisaron no miraba, para no… sino que estaba muy… mirando para el otro lado,
para disimular los nervios, y nada, ellos revisaron todo y no encontraron nada.
Jesús Díaz (JD). No pasó nada.
MC. Sí.
JD. ¿Y qué tipo de documentos le llevaban?
MC. Bueno, no sé, mandaban documentos, no sé lo que decían, y otras
cosas que había que decírselas. Y llevamos los documentos más pequeños escritos
en letritas chiquitas, eso más bien era casi en la boca, como si fuera chicle
envuelto en un plástico, pero ya las cosas más grandes se llevaban ahí.
JD. ¿Cómo era que usted nos decía, quitaban…? ¿Por qué no se perdía parte del material al romper la caja?
MC. No, no, no, porque eso era pegado, se entraba y se volvía y se
arreglaba, eso era una obra de artista, yo no participaba, porque el trabajo
estaba muy dividido, yo no participaba en los arreglos, sí veía, porque como lo
iba a llevar tenía que ver y saber en cuál estaban.
JD. ¿Y qué otras formas utilizaban para pasar documentos, cualquier otro
mecanismo de esos?
MC. Bueno, yo ese era el que conocía en los alimentos y en la boca,
como le digo. Porque en el cuerpo era imposible, porque le quitaban la ropa a
uno.
JD. ¿Era difícil, eh?
MC. Sí, aunque habían mujeres que lo llevaban en el cuerpo, siempre
hay personas, en esos momentos uno se arriesga, yo nunca lo llevé en el cuerpo,
pero habían personas que lo llevaban.
Entrenamientos en la Academia
Jesús
Díaz (JD.) ¿Usted dice que
participó en los entrenamientos?
Milagros Concepción (MC.) Sí, eso era todas las tardes un ritual,
entrenamientos de arme y desarme…Elaboración de explosivo, no solo elaboración,
sino cómo manejarlo, eso era Piky, que nos daba esa clase de explosivos, arme y
desarme.
JD. ¿Quién le daba arme y desarme?
MC. Bueno, al grupo mío, Teresa Espaillat y también un compañero
que se llamaba Yuri, no sé si está vivo, ellos dos, Yuri y Teresa. También
ejercicio físico, no recuerdo el entrenador que me tocaba, pero era un hombre,
trepar por escalera de soga, pasar alambrada, ranear, mucho ejercicio físico,
correr, correr con un fusil, vacío nos lo ponían, a veces de madera (risas),
porque en realidad hacíamos la práctica, pero la mayoría que estábamos ahí,
raras excepciones, no usamos armas nunca.
JD. Otra de las misiones que usted tuvo;
trabajar en la Clínica
¿Y cómo fue eso?
MC. Bueno, este…, ya le digo, en esas Clínicas era un trabajo muy
fuerte, porque habían muchos compañeros que estaban en tratamiento, que
llevaban un tratamiento ambulatorio. Tenían que ir a inyectarse los
antibióticos, que habían sido heridos; vitaminas, porque se conseguían
vitaminas y como la comida escaseaba pues a los combatientes se le ponía
vitamina. Iban personas enfermas, todo, una Clínica.
Y por la mañana, a esta hora, eso
era una fila, porque era muy pequeña y la entradita de la Clínica es pequeña, y eso
no se entendía ahí, esos hombres iban con sus fusiles, algunos de manera muy
ruda: “póngase esa inyección bien, que si no te pego un tiro”. Porque ya la
gente estaba…, en la Guerra
participó fue el pueblo y ya habían personas en esos meses, principalmente ya a
partir de agosto, a finales de julio, que habían personas que estaban
desmoralizadas y la conducta se estaba descomponiendo, y por eso entonces
venían las reuniones de noche, para la charla sobre la moral, sobre la ética,
para mantener los actos culturales que se hacían con los artistas que estaban
ahí, pues todo eso ayudó a mantener la moral, pero siempre había personas rudas
y de toda clase que participaron y que tuvieron papel importantísimo, ¿verdad?,
que sin ellos no se hubiera podido lograr las cosas que se lograron, y esa
epopeya fuera de la magnitud que fue, el pueblo, ¿verdad? Entonces, pues teníamos
que ponerle inyecciones a esos combatientes…
Esa Clínica estaba dirigida por
el Doctor Eduardo Segura y José Bautista. José Bautista[11]
(Javier) era un combatiente…fue un guerrillero, era catorcista, y había un
grupo de médicos ahí, también del PCD (Partido Comunista Dominicano), donde
estaba Malté Durán, como yo le decía. Yo trabajaba en el consultorio de Malté
Durán, él me enseñó a poner inyecciones, a curar, a cambiar venda, ese tipo de
cosas.
Este…, y estaba también la
compañera Rochi (Mireya Batista), que era enfermera, estaba ahí junto con
Bautista y Segura dirigiendo todo, y se hacía un trabajo, eran pocas las
clínicas que había aquí abajo; estaba el Padre Billini, que era grande,
¿verdad?, está la Abel González ,
que se quedaron dando el servicio, y estaba la Clínica San Luis, esa que yo le
digo, que estaba en la Padre Billini
con Estrelleta, no recuerdo si habían otras más, pero recuerdo esas tres. Y
entonces a las compañeras del 14 nos dividieron entre la
San Luis y la Abel González , porque en el
Padre Billini eran más bien gentes del PRD que estaban. Yo nunca fui al Padre
Billini, pero por ejemplo, Emma Tavárez estaba en la Abel González , yo estaba en la
San Luís.
JD. ¿Qué cantidad de gentes fluía diariamente a
la Clínica ?
MC. Bueno, (risas) yo nunca la conté, pero era mucha gente, eran
muchas. Yo le digo quizás uno lo veía más por lo estrecho que era el espacio.
Ese edificio está ahí todavía, es un edificio estrecho... Y entonces el espacio
era estrecho, de la entrada, y por eso quizás se veía, pero la fila era hasta
la calle, por la calzada. Por ejemplo, cuando yo tenía que inyectar eran filas
de más de 20 y siempre estábamos una compañera y yo en eso, y uno pasaba ahí la
mañana, y después pa(ra) curar gentes también eran muchas, así, se ponían así
mismo.
JD. ¿Llevaban heridos también?
MC. Sí, llevaban heridos.
JD. ¿Y usted aprendió, dice, allá mismo?
MC. Sí, sí el Doctor Maté y una enfermera, que no recuerdo quién
era, me enseñaron a esas cosas: a curar, a poner inyecciones, a cambiar venda.
JD. ¿Eso fue una decisión del Partido?
MC. Del Partido, sí, de involucrarnos para que no estuviéramos sin
hacer nada por la mañana, habían otras compañeras que tenían que involucrarse
con la tarea de la comida, que cocinar (risas).
JD. ¿En la Clínica ?
MC. Bueno, en la
Clínica , las mandaban a diferentes sitios, los comandos,
otros tenían que hacer limpiezas. A mí me tocó una vez limpiar el baño de donde
estábamos, una sola vez, porque como siempre tenía que estar en la Clínica , en la tarde ese
tipo de cosas no me tocaban. Diferentes tareas nos asignaban, nadie estaba
ocioso, todo el mundo sabía lo que tenía que hacer.
JD. ¿Quién se lo asignaba?
MC. El partido.
JD. ¿Pero cada día o había alguien?
MC. No, no, cada día no, eso ya nos reuníamos y cada uno sabía su
tarea desde el primer día. Lo mandaban a un comando y normas de conducta y
todo, y en cada lugar donde estábamos había personas responsables de la casa.
Por ejemplo, cuando estábamos en la casa, ahí frente a la bomba que yo le digo,
ahí estaba Ivelisse Acevedo, que era una dirigente Nacional, y todas las
mujeres que estábamos ahí éramos toditas militantes catorcistas, aunque algunas
no eran militantes, eran simpatizantes, pero allegadas. Por ejemplo, esta Fifí,
no era militante pero era simpatizante, estaba ahí. Había otra que se encargaba
de la cocina, que era simpatizante, pero la mayoría que estábamos ahí; Sagrada
Bujosa, Emma Tavárez, yo, Somnia Vargas, Chiry, que no recuerdo el apellido,
bueno, ese grupo éramos todas militantes.
Después nos trasladaron al
comando con los hombres, al comando Santa Clara, era un bastión del 14 de
Junio, y ahí estaba Aniana y el compañero al mando de eso, el compañero… este…
cómo se llamaba…eh… Roberto Duvergé, que era el que estaba al mando ahí, y entonces
ahí pues ya estábamos juntos. No teníamos que trasladarnos a las reuniones
políticas, se hacía todo ahí.
Y cuando nos mandaron a Santa
Clara ya fue la época en que se estaba preparando la retirada. Entonces sacaron
a las personas que no eran militantes y les dijeron que se fueran a su pueblo,
porque el 14 no quería tener responsabilidad con esas personas que no eran
militantes, o que se fueran donde algún familiar, además la comida y todas las
cosas estaban escaseando, y desbaratamos, ¿verdad?, la casa de la Independencia y
otras casas, y nos concentraron en lugares, en comandos. Ya el 14 de Junio
concentró sus cuadros tanto femenino como masculino en Santa Clara, ahí al lado
de la Fortaleza Ozama ,
y ya se estaba preparando la retirada ¿verdad? Ya estando ahí se hizo la
clausura de la Academia
y todos los preparativos, ya eran reuniones de otro tipo: preparando,
discutiendo cómo íbamos a reestructurar las direcciones del partido, porque ya
a partir de ahí fue otra cosa, ya era otro 14 de Junio ¿verdad? Y entonces
todas las responsabilidades nuevas que nos esperaban, y todo eso ya se tornaron
las cosas más políticas, ya los militares pasaron a un segundo plano y los
políticos pues comenzó a….
JD. ¿Sacaron armas?
MC. Sí, sacamos armas en esa misma caravana que iba a ser muy
revisada, ahí mismo sacamos armas. Yo recuerdo que yo regresé en un vehículo
que iba manejado por un tío mío, Orlando Concepción, que vive en Nueva York, y
ese vehículo llevaba armas en las puertas, no recuerdo que tipo de vehículo era,
no recuerdo, pero el vehículo era verde, mi tío, que era vendedor y eso, antes,
y tenía como el vehículo, no sé si de la compañía o de él, y en ese vehículo
sacamos armas y nos hicieron todos los registros del mundo…
Llevaba
gasolina a los combatientes en la Zona Constitucionalista
(Sto. Dgo. 1965)
Ponssy Alexis Javier (PA)… Todavía en la Revolución de Abril,
usted nos contaba ahorita que usted tenía como una especie de misión.
Elvira Grecia Jonson Ortiz (EJ). Ah,
llevar gasolina allá abajo.
PA. ¿Esa misión, quién le da esa orden? ¿Quién
le asigna esa tarea?
EJ. Yo.
PA. ¿Usted misma?
EJ. Sí, porque yo decía: “hay que cooperar con esto, estas gentes
están en algo bueno, estas gentes quieren salvarnos, estas gentes quieren
destruir todo el daño que han hecho otra gente”, sí, yo. Y yo me impuse la
tarea de llevar, porque yo no podía cooperar con otra cosa, yo me impuse la
tarea; no podía llevar comida, no podía cocinar ¿Qué es lo que yo podía hacer?,
no podía ir allá abajo corriendo a coger un fusil, porque yo no soy… que yo no
tengo madera de coger un fusil, como otras personas. Piky Lora, esa cogió su
fusil, yo no. No, no me siento pa” coger un fusil. Ahora, yo sí, yo ayudo en
todo lo que sea, en lo que yo pueda, ¿tú entiendes? Yo sé lo que podía hacer;
¿dar gasolina? Claro, esa era mi cooperación, Independencia ahí por el frente
de la Clínica …
Abel González no, la Clínica
que está por ahí, ¿cómo se llama?, la
Doctor … ahí mismo estaba el Palacio de Justicia, ahí mismo,
por el Parque Eugenio María de Hostos, yo ahí era que llevaba gasolina, y
muchas veces que de ahí me devolvía.
Yo quería mucho a uno que le
decían “Cibao”, que lo mataron ahí en esa esquina, muy buen muchachito para mí,
no sé, muy cabeza calienta, Cibao.
Muy buena relación tuve yo con
Oscar Santana, muy buena relación tuve con Oscar Santana yo, muy buena
relación, yo lo quería muchísimo a Oscar Santana, lloré mucho cuando lo
mataron. Pero ya es como te digo, ya mi hermano estaba deportado, ya yo lo que
hacía era que llevaba mi gasolina, que era lo que yo podía, capacitada para
hacer, llevar gasolina.
Ambiente en la Zona Constitucionalista
(Sto. Dgo. 1965)
PA. ¿Cómo transcurrían los días, la cotidianidad, lo que ustedes percibían,
ya ahí en la Zona Constitucionalista ,
cuando usted iba, llevaba la gasolina y veía el ambiente?¿Qué usted veía?
EJ. Un ambiente efectivo de triunfo, efectivo de triunfo. Todo el
mundo creía en Caamaño, creían que él iba a ser el vencedor, todo el mundo,
hasta yo creía. Él tenía muchas gentes que lo rodeaban, que eran personas, que
a mi entender eran personas sanas, que podían hacer algo, pero, volvemos a
decir nos equivocamos. La razón, ¿cómo es que se dices? ¿Ayúdame a equivocarme
todos los días un chin más?
PA. Aunque usted no haya participado directamente, pero ¿Podría narrarnos
aquí momentos de combate, lo que usted escuchaba?
EJ. Los aviones, los aviones disparando y un barco que disparó. Eso
sí yo lo vi eh. Y los aviones cuando…, principalmente cuando los aviones
estaban tirando, los P-51, uno los veía, uno veía los P-51. Y como te digo, yo
no sé si sería muy largo o muy corto, porque yo eso, o sea, pero yo sí tengo
entendido que hubo un barco que tiró unos cuantos cañonazos para el Palacio
Nacional, yo me recuerdo, en la calle Sánchez mataron la hija de un médico, que
corrió del patio a alante y los aviones tiraron y la mataron ahí en la calle
Sánchez, una muchachita jovencita.
PA. ¿Y qué usted sentía cuando usted veía eso?
EJ. Impotencia, impotencia. Insistía en que creía que podíamos
ganar, y cada vez que uno oía, decía: “¡Que los están sacando, que los están
sacando!”. Mira, por ejemplo, cuando la Batalla del Puente Duarte, por lo menos todo el
mundo creía que la
Revolución estaba triunfando, porque era que los iban
alejando, alejando, alejando. Por ejemplo, en la Fortaleza Ozama ,
ahí salió todo el mundo huyendo, a nado, y cruzaron el río a nado. Entonces uno
creía que esto era triunfo realmente, en todo momento yo creía que la Revolución iba a
Triunfar, yo creía que íbamos a tener por muchos años (se ríe) a Juan Bosch
presidente, por muchos años, sinceramente, porque ese fue un presidente muy
demócrata y muy abierto.
PA. ¿Entonces, sucedían los días, usted veía que en algún momento ya mermaba
o mermó ese dinamismo o siempre se mantuvo?
EJ. Se mantuvo. Por ejemplo, eso era como diferente, por ejemplo,
tú vas al Conde y caminabas el Conde y había un triunfalismo, en Ciudad
Colonial, tú veías ahí a Caamaño, al otro Caamaño, a Claudio, tú veías todas
esas gentes y tú tenías la esperanza de que sí, yo en ningún momento la perdí,
yo la perdí ya en septiembre, en agosto, cuando ya firmaron y todo eso, y nunca
pensé tampoco que los iban a sacar de aquí, porque aquí sacaron a todas las
gentes de la Revolución ,
los sacaron, todos, uno nunca se imaginó que eso iba a suceder, pero quizás
nosotros fuimos los equivocados.
Ataque en el Puente
Pedro De León C. (PDL.) ¿Y sobre el famoso ataque al Puente?
Gisela Antonia Mercedes (GAM.) En el Puente, ahí se pegaban los
tanques, ¿verdad?, y lo que nos sucedió fue que metieron también los aviones, y
había un desastre que tú no sabías de dónde era un brazo, de dónde era una
cabeza, de dónde era un pie, porque ahí se acabó con todo el que fue, todo el
que cogió para ahí los aviones lo bombardearon, porque no se esperaba, fue que
engañaron a uno, ¿usted lo sabía?, el general engañó a uno, porque lo que
estábamos esperando eran los tanques, y no fue con tanque, eso fue aviones y
dijo que si su mamá iba, a su mamá bombardeaba, dijo él, eso está escrito, eso
está escrito en la historia.
PDL. ¿En qué parte estaba usted en ese momento?
GAM. Cuando se declaró eso yo estaba en la Jacinto de la Concha , y cuando íbamos a
coger para allá nos paró Payillo, y dice ¡No sigan, que van a acabar con todo
el mundo, no sigan!, y nos retrocedió para atrás, y la gente desesperada así, y
tú ves que paraban los carros y seguían corriendo, y yo dije ¡Pero hay que ir a
verlo porque nos vamos a morir aquí!, dice ¡No sigan, no sigan, que están los
aviones!, y nos devolvimos un grupo, porque era un grupo que íbamos para ahí.
PDL. ¿Y los heridos?
GAM. No ahí no se salvó nadie, ahí se murió todo el mundo, se regó
gasolina y le pegaron fuego porque es que nada más había muerto, los muertos se
quemaron, ahí se quemaron gente que eso fue lo último, eso era un bajo, que eso
duró siglo, ese bajo, porque ¿A dónde lo enterraban?, no había dónde
enterrarlos, nadie podía buscar un cadáver dizque: ahí me mataron un hermano,
nadie podía buscar un cadáver, lo que había era que quemarlo para que no se lo
comieran los perros, y perros habían pocos, porque con ese bombardeo y todas
esas cosas que hubo, y después cuando metieron toda esa trinchera que ya tú
sabes que cuando metieron esa trinchera fue que se fue calmando dizque un
poquito la cosa, pero que eso estaba al rojo vivo, al rojo vivo.
El día a día
en la Revolución
Pedro De León C. (PDL.) Cuéntenos, para imaginarnos un día en la Revolución , el día a
día ¿Cómo era un día suyo en medio de la Guerra de Abril?
Gisela Antonia Mercedes (GAM.) No, un día movido, porque ahí no se
podía dormir, movido, y si había que hacer una misión: ¡Hay que ir a tal calle,
hay que esto!, había que estar pendiente todo el tiempo, activo.
PDL. En cualquier momento se daban esas misiones, de día o de noche, a
cualquier hora.
GAM. A cualquier hora, ahí no hay horario, en la revolución no hay
horario, usted tiene que estar en guardia todo el tiempo, todo el tiempo tiene
que está en guardia, porque es que uno no puede dormir.
La comida
PDL. ¿Y la comida cómo era?
GAM. Cocinábamos, yo también era de las que cocinaba, lo que
apareciera cocinábamos, pero nunca pasamos hambre ahí, porque en ese comando,
Montes Arache siempre llevaba saco de arroz, saco de esto, no se pasó hambre,
igual que en los otros comandos, no se pasaba hambre, porque los jefes de ahí
llevaban, entonces las mujeres cocinábamos, cualquiera, no había dizque ¡Mira,
tú tienes que ir a cocinar para San Carlos! No ¡”Tú tienes que ir a cocinar pa´
San Carlo”!
Seducían a
los yanquis y los llevaban a callejones para quitarles los vehículos y las
armas.
Pedro
De León C. (PDL.) ¿Usted y la
otra mujer los invitaban, los seducían?
Gisela Antonia Mercedes (GAM.) Y
Freddy, ahí parado.
PDL. ¿Un solo hombre los acompañaba?
GAM. Un solo hombre, pero competía ¿Tú sabes con cuántos? Con 5
hombres. Ese hombre es mentado, ese hombre salió en revista, él trabajaba en
Radio Santo Domingo.
PDL. ¿Y cómo cuantas misiones de estas ustedes
hicieron?
GAM. Bueno, duramos mucho en esa.
PDL. ¿A Principio de la revolución se orquestó
ese plan?
GAM. No, ese plan estaba ya orquestado
para cuando lo planificáramos bien.
PDL. ¿Y como cuántas bajas ustedes le hicieron a
los contrarios?
GAM. Mira muchacho, nosotros conseguimos más de 20 Jeep. Porque
salíamos tres, pero había sitios donde estaban pendientes para cuando bajáramos
con los Jeep, eso no era ni Freddy, ni María, ni yo.
PDL. ¿Y para qué lugar ustedes los llevaban?
GAM. Los metíamos para los callejones.
PDL. ¿Participaron mujeres ahí?
GAM. Participamos dos mujeres, La Ñiñí y yo, porque las otras
estaban para otra misión, porque es que nos mandaban por grupo. Hay veces que
iba una mujer e iban dos hombres, y así, porque no podíamos todas aglomerarnos.
PDL. ¿Y tenían armas ustedes?
GAM. No, lo que teníamos era pistola, a nosotras no nos daban
ametralladora y a algunas [tenían] revólver
Testimonio de
Ana Joaquina Viñel Taveras (La
China )[14]
Integración al movimiento armado de Abril del
1965.
Ángel Encarnación (AE.) Esta entrevista es con Ana Joaquina
Viñel Taveras, mejor conocida como La
China , combatiente civil en la Guerra de Abril y militante
popular; China, háblame un poquito de tu vida de juventud y de tu pueblo de
donde provienes.
Ana Viñel (AV.) Yo soy de Valverde,
Mao; para la revolución ya yo estaba viviendo aquí, estaba celebrando el
cumpleaños de Miguelón, Miguel Ángel Corporán... iba pasando un grupo por mi
casa, con palo, con piedras, nosotros lo seguimos a ellos, lo seguimos para el
puente, en el puente comenzamos la batalla y luego nos desprendimos del puente
y salimos hacia fuera, teníamos el Comando en la Once (11) esquina Juana
Saltitopa, ahí Miguelón era que entrenaba a los muchachos, ahí comenzamos
haciendo servicio de noche, de día, luego cuando los tanques empezaron a entrar
por la Máximo Gómez por la diez y siete (17), iban para la diez y
siete (17) con Juana Saltitopa, nosotros estábamos en el Comando de la Juana Saltitopa
con Once (11), ahí nos fuimos bajando, nos mataron un compañero llamado
Juancito hijo del señor Juan, un señor que hacia latas ahí en la trece (13),
luego cuando comenzaron los tanques nosotros fuimos bajando, le dijimos a
Juancito:
-
No te quede ahí
-
No, yo le hago frente, de aquí, de una mata.
Pero
¿Qué sucede? Que él se quedó en la mata y ahí fue que lo mataron, lo
tumbaron, el tanque, porque nosotros lo
que teníamos era fusil, luego Miguelón vino y se emplazó ahí en el Aeropuerto
de la Leopoldo
Navarro , ahí estaba él con un tanque apuntando para la
emisora Santo Domingo, luego de ahí, él dejó eso, cuando comenzaron a atacarnos
por la Juana Saltitopa
nos fuimos bajando hacia Radio Guarachita, nos estacionamos en el comando
debajo de Radio Guarachita y ahí nos juntamos todos...
AE. ¿Cómo se llamaba ese Comando?
AV. No sé si era el Pichirilo. Luego de
ahí yo pasaba las granadas, las llevaba al campo de caña de San Luís, pero
cuando me descubrieron yo le hice un zigzag a los gringos y me le fui por
abajo, salí por Villa Mella al salir al Cruce de Boca Chica, seguí para San
Pedro, pero bien no había llegado a San
Pedro cuando ya me estaban esperando para matarme, nos fuimos de San Pedro a
Santa Fe, cuando llegamos a Santa Fe, nos dicen ahí mismo: problema, que nos estaban esperando para matarnos, luego de
ahí nos fuimos a San Pedro de Macorís,
cuando me dicen: mis hijos, váyanse de aquí, que los van a matar, los están
buscando para matarlos, nos tiramos al campo de caña, en el campo de caña
duramos tres meses yo y Miguelón, tres meses, a los tres meses salimos, pero que cuando salimos, a él lo buscaban
como quiera para matarlo, él tuvo que irse para los Estados Unidos, llegó a
Estados Unidos, vino operado del corazón con un marcapaso y aquí murió.
AE. ¿En qué comando usted desarrolló sus labores?
AE. ¿Cuál fue su
primera prueba de fuego, su primer enfrentamiento armado en el movimiento?
AE. ¿Y en la batalla del
Puente? ¿Usted estuvo ahí?
AE. ¿Como usted describiría la batalla del Puente?
-¿Tu estas aquí?
-Digo: sí, estoy en esto
Nos siguió, pero él
estaba en la Normal
era, estacionado.
[1] Encargado del Área de
Producción de Fuentes Orales del Archivo General de la Nación.
[2] De la entrevista a Gisela
Antonia Mercedes. El Seibo. Sábado 03 marzo 2007. Explica que utilizaban técnicas
de atracción al ofrecer al soldado yanqui intimidad personal, y en compañía secreta de
un Hombre Rana procedían a tomar vehículo y armas al extranjero. Afirma que en
limitadas ocasiones fue eliminado físicamente el embaucado militar.
[3] Entrevista realizada en Santo
Domingo (Las Cañitas) el 11 de abril del 2007
[5] Se refiere a la novela de
Nikolai Ostrovski “Así se templó el
acero”
[6] Entrevista realizada el 20
de marzo del 2007 en Santo Domingo (Archivo General de la Nación)
[7] Haciendo
referencia al testimonio de Lourdes Ruiz del 25 de septiembre del 2006, San
Francisco de Macorís, quien valora la actitud de su madre y hermana en distintos
hechos y en lo que respecta a su experiencia a partir del 1965 en la Cruz Roja.
[8] Señala el costado
izquierdo del vientre.
[9] Entrevista realizada en
Santo Domingo (AGN) el 23 octubre del 2006
[10] Del frente guerrillero
Juan De Dios Ventura Simó que operó en las Lomas de Bonao – Ocoa en diciembre
del 1963, junto con Hipólito Rodríguez (polo) Comandante del frente.
[11] Del frente guerrillero
Francisco del Rosario Sánchez que operó en las lomas de Enriquillo a finales
del 1963
[12] Entrevistada en Santo
Domingo (AGN) el 10 de enero del 2007.
[13] Entrevistada el 3 de
marzo del 2007 en El Seibo.
[14] Entrevistada en Santo
Domingo en el 2005
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