Tomado de http://www.lalupa.com.do
El fundador del MPD sobrevivió a las persecuciones y deportaciones de Trujillo, el Consejo de Estado, el Triunvirato y Balaguer. Cuarenta y cinco años después de su último extrañamiento del país, permanece atrincherado en el Hotel du Danube junto a su esposa en un autoexilio sin fin. Versión impresa PDF
París (Francia). Máximo López Molina, de 86 años, legendario líder del Movimiento Popular Dominicano (MPD), permanece atrincherado en su silencio dentro de los gruesos muros del Hotel du Danube, desde hace 45 años.
Este hotel de cuatro estrellas, sobre la 58 rue Jacob, paralela a la avenida Saint Germain-des-Prés, en el corazón del “Quartier Latin”, apenas a una cuadra del emblemático café De Flore, guarda en sus muros parte del trajín y la historia de aquel heterogéneo exilio en París de la izquierda dominicana en los años sesenta y setenta.
Aquí, en el Danube, quiso el destino que viniera a parar el audaz líder del MPD. Y tal como narra Ramón Pina Acevedo, de 90 años, quien antes de 1965 compartió exilio con López Molina por servirle de abogado a emepedeístas encarcelados, llegaron porque el negocio tenía un precio atractivo para los escasos recursos de los que podía disponer un expatriado, y por su excelente ubicación. “Está cercano a las universidades más prestigiosas, donde se daban las discusiones políticas del momento y donde palpitaba la vida cultural y política de París”, narra Pina Acevedo, como buen conocedor de la urbe europea.
En el hotel, cuenta el veterano abogado, López Molina habría de conocer a la mujer de su vida. “Se trataba demadame Lefrere, una francesa casada y con dos hijos. La pareja era la propietaria del hotel, pero la madame se enamoró de él, bueno…, se enamoraron. Ella arregló sus asuntos con su esposo. Era una francesa adinerada, una mujer madura y distinguida. Le compró a su esposo su parte accionaria y se quedó con el hotel”, comenta Pina Acevedo, unido a la familia López Molina por diversos motivos.
Para quienes conocieron la valentía y la audacia del casi olvidado político dominicano –rescatado de la desmemoria colectiva por la periodista Ángela Peña– constituye todavía un misterio inexplicable que se mantenga en un autoexilio, desde hace más de 30 años, sólo interrumpido en 1993 para asistir al entierro de su madre. De sus años en París, es evidente el esfuerzo por mantener el hermetismo.
En el Danube, La Lupa Sin Trabas contactó a Ivonne López, una de sus cinco hijos, nacida en Cuba, quien habló de su padre, sin abandonar la cautela. Del intrépido líder, según se desprende de su relato, sólo queda un anciano con Alzheimer. Cuenta que él acude al hospital una vez a la semana para recibir terapias y ejercicios que fortalecen su memoria, pero admite que no puede violar su intimidad y, deja entrever que su esposa, Huguette Lefrere, lo mantiene aislado. “Cuando ve dominicanos hace preguntas, y se excita mucho. Eso no le hace bien a su salud”, justifica.
La conversación transcurre en un café cercano, mientras Jean Marie Marion-Landais, hace de fotógrafa. “Papá tiene diabetes, también. Vive tranquilo, retirado de las faenas administrativas del hotel, donde trabajó mucho para modernizarlo. Lee la mayor parte del tiempo”, según cuenta.
¿Por qué permanece en silencio un hombre que mostró tanto temple y amor por su país?
Ivonne sonríe. Argumenta que a la señora Lefrere, “no le gusta que se relacione con dominicanos, después de tantos maltratos y peligros, quiere mantenerlo a salvo”. Según Ivonne, en los días que La Lupa Sin Trabas la contactó, López Molina se encontraba de vacaciones en la isla de Córcega, donde la pareja mantiene una propiedad para el descanso.
La última vez que la cardióloga Miriam López Cambero (Mimi) vio a su padre fue hace 10 años. Coincide con Ivonne al explicar que éste pasó la vida involucrado en la administración del hotel, aprendiendo varios idiomas, y tratando de escribir sus memorias. Dice que aunque la familia agradece a la señora Lefrere haberle salvado la vida al líder del MPD, le es difícil aceptar que lo haya mantenido tan aislado. “Está vivo gracias a las mujeres que lo amaron y, sobre todo, a ella. Él era atractivo y seductor. Fíjese, la mayoría de los líderes de izquierda están muertos y sus familias destruidas”, comenta resignada.
Piensa que los apresamientos, atropellos y deportaciones mermaron su ánimo. “Cuando conoció a madameLefrere, él no tenía papeles, dinero ni trabajo en una ciudad como París. Ella estaba casada y con dos hijos, –Dominique y Philippe Lefrere– que hoy son médicos psiquiatras. Se divorció, le compró la parte del hotel que le correspondía a su primer esposo, porque es rica, y se dedicó a él”, explica.
López Cambero, la mayor de los vástagos de López Molina, explica que algunos jóvenes del MPD, eran como hijos para él, pero lo expulsaron de la organización. De acuerdo con la edición número 15 del periódico Libertad, del 21 de abril de 1966, López Molina fue apartado del cargo de secretario general “por violaciones repetidas a la disciplina, al centralismo democrático y por su rechazo al principio marxista de la crítica y la autocrítica”.
En el mismo tono hablan otros familiares, como Nilse López Molina viuda de Sosa, quien también lo visitó hace unos años en París. “Pienso que su silencio obedece al desencanto que le produjo la indiferencia del pueblo dominicano ante los políticos honestos. Su sobrino, el abogado Marino Elyseveff, lo vio recientemente, y coincide con sus demás familiares. Sin embargo, todos, familiares, y relacionados sólo tienen conjeturas. López Molina rehúsa ofrecer entrevistas. La última que se registra data de 1963, cuando después del golpe de Estado contra Juan Bosch trató de establecer un foco guerrillero en Cevicos, provincia Juan Sánchez Ramírez.
Nilse López Molina piensa que a su hermano le afectó mucho el asesinato en Bruselas de Maximiliano Gómez (El Moreno), dirigente del MPD, y el descuartizamiento de Miriam Pinedo. “Él se ocupó de que le entregaran los restos del Moreno para embarcarlo para Santo Domingo”, recuerda. Agradece al profesor Bosch que siempre defendiera a su hermano. “Cuando publicaron (Última Hora, 2 de marzo de 1972) que habían recibido un telegrama desde París dando cuenta de la muerte de Máximo, el profesor Bosch se ocupó personalmente de desmentir esa versión”, recuerda.
Comenta que su hermano no pudo terminar la carrera de Derecho que había iniciado en la Universidad de Santo Domingo, pero que en París se dedicó a aprender idiomas, incluyendo chino y japonés.
“Cuando Máximo se junta con dominicanos se entusiasma y quiere regresar. Por eso, Huguette no quiere que nadie lo vea”, afirma. “Sus mejores tiempos los pasó en Puerto Plata”, concluye.
Para Julio Enrique del Campo (Campito), 75 años, militante del MPD de los primeros tiempos, los historiadores deberían analizar por qué los dominicanos abandonan a sus líderes.
“Lo hicieron con Manolo (Tavárez), con Máximo y con Caamaño (Francisco Alberto). Máximo se fue amargado del país, por el sectarismo, por las traiciones, por las divisiones y rivalidades dentro de una misma organización política. Cada grupo creía que iba a dirigir ‘la revolución’. Los dirigentes, ni la ciudadanía tenían la formación política necesaria y Máximo fue víctima del acoso y de todo eso. A Manolo lo obligaron a inmolarse. Este país tiene que revisarse. Mira lo que le pasó a Juan Pablo Duarte”, dice Campito, antiguo empleado del Archivo General de la Nación.
Hugo Tolentino, otro de los deportados de esos años, coincide con Campito. “Conocí a López Molina, nos vimos en París. No lo traté en intimidad, pero la percepción que tengo es que no regresó al país por su profundo desencanto de la clase política dominicana”, observa.
Estudiantes y exiliados. El París de los años 60 bullía. El mundo era una caldera de sueños, guerras, pasiones y poesía. Era impensable que después de una implacable dictadura como la de Trujillo, y en tiempos de supuesta “democracia” y “libertad”, tantos dominicanos sufrieran el exilio. París acogió a los expatriados del Consejo de Estado, los del Triunvirato y los de Balaguer, quienes coincidieron con los becarios del efímero gobierno de Bosch.
Los becarios recibían una mensualidad del Estado dominicano y Francia exigió que el Estado dominicano ayudara al sustento de los exilados pagándole la mitad de lo que daba a los estudiantes.
Max Puig, actual presidente de la Alianza por la Democracia (APD), rememora y exclama: “¡Medio país estaba en París! Tenía 17 años, mi papá (José Augusto Puig, candidato vicepresidencial de Viriato Fiallo en las elecciones de 1962) era el embajador desde 1964 y por eso conocí a López Molina, porque nos visitaba con frecuencia. Además, papá le facilitaba los periódicos (de República Dominicana) que llegaban con un mes de retraso”.
Y continúa: “Era una paradoja, papá había sido nombrado embajador por un gobierno que había deportado a López Molina, pero se anteponían las relaciones primarias, cuando nuestras familias eran vecinas en Puerto Plata”. Puig recuerda los gestos cariñosos y bromas de López Molina como: “Tu papá me hizo antitrujillista y yo te convertiré en comunista”.
“En la facultad de Derecho, en la Sorbonne, estábamos Enriquillo Sánchez, José Anibal Sánchez Fernández, Jaime de Jesús Domínguez y yo”, dice. “Y cuando José Francisco Peña Gómez llegó, me tocó ayudarlo en el proceso de inscripción”. Respira hondo y prosigue. “Entre los becarios de Bosch, estaban Rafael Alburquerque, Luis Eduardo (Pipi) Delgado, Eduardo Selman”. También, Yocasta Valenzuela y Frank Guerrero. “Después de la revolución de 1965 llegaron Héctor Aristy, Miguel Ángel Calderón, jefe operativo de los hombres rana; el gordo Oviedo, Esteban Díaz Jáquez, Baldemiro Blanco; también Manuel Andrés Brugal Kundhart”.
Del Danube, recuerda la amistad de Bosch con López Molina, al punto de que doña Carmen y don Juan pasaron una temporada en el hotel en 1969, después de su estadía en Benidorm, de Valencia, España.
La vida del líder del MPD en París ha transcurrido en los brazos de la señora Huguette Lefrere, la mujer que en 1966 tomó un avión para sacar a su amado de la clandestinidad y salvarlo de la carnicería desatada por Balaguer durante el auge de la Guerra Fría. Aquí, López Molina encontró la paz que las turbulencias políticas de su país nunca pudieron brindarle.
No sólo las ideologías y un ideal político transforman una sociedad, sino que la fuerza del amor salvó al líder histórico del MPD de convertirse en un muerto más de los Doce Años de Balaguer.
Contracorriente
Máximo López Molina nació en San Pedro de Macorís y creció en Puerto Plata; inició su lucha política en 1946 cuando estudiaba Derecho en la Universidad de Santo Domingo, y se convirtió en uno de los dirigentes de Juventud Democrática. Logró salir del país y se estableció en Cuba. En 1956, funda junto a Pablo Martínez, Andrés y Francisco Ramos Peguero, y otros, el Movimiento Popular Dominicano (MPD).
Como comenta Tony Raful, pronto pagarían con sangre su osadía. Pablo Martínez, nativo de La Vega, fue asesinado por la policía de Fulgencio Batista, porque también participaba en el Movimiento 26 de Julio, liderado por el joven revolucionario Fidel Castro; mientras que Andrés Ramos Peguero fue asesinado por los “incontrolables” de Balaguer, en Santo Domingo, en 1971.
Andrés Ramos Peguero y López Molina llegaron de Cuba en mayo de 1960. Abrieron la sede del MPD al mes siguiente en un local que alquilaron en la vivienda número 12 de la calle Duarte, entonces José Trujillo Valdez. Allí colocaron altoparlantes desde donde explicaban en qué consistía la democracia y la libertad. Habían elaborado la tesis de que la lucha contra Trujillo había que desarrollarla dentro del país, lo resumían en la frase “lucha interna o Trujillo siempre”. Por esto no participaron en las expediciones del 14 de junio de 1959.
Editaron el periódico Libertad, lo que sirvió de argumento para someter a la “justicia” a López Molina, bajo el alegato de que carecía de registro. Fue deportado. Logró entrar al país en enero de 1961, pero tuvo que vivir a escondidas, hasta septiembre de 1962, cuando lo apresaron y lo expulsaron nuevamente a París. Regresó tras la juramentación de Juan Bosch en febrero de 1963. Pero, tras el golpe de Estado, empezó a ser nuevamente perseguido.
Tras el derrocamiento de Bosch, el líder del MPD se alzó en armas y fue apresado en Cevicos, el 26 de octubre de 1963, junto a Ramón (Monchin) Pinedo, de 21 años, y a otros compañeros. Defendió al gobierno bochista en el transcurso de una de las pocas entrevistas publicadas.
Consideró que el entonces líder del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) era liberal y no comunista. Valoraba que Bosch tratara de resolver los problemas del país y que mantuviera las libertades públicas bajo las cuales los comunistas podían hablar del marxismo-leninismo y defender a la clase obrera. Consideró que “el único camino que queda para República Dominicana es la rebelión general, a la que yo, cumpliendo humildemente con mi deber de revolucionario, traté de ir”. Criticó a la oligarquía por propiciar un golpe de Estado para mantener sus privilegios.
Dijo que “cuando los derechos de un pueblo son violados, la rebelión es un deber” y que “si las fuerzas negativas se empecinaban en mantener el orden existente en el país, la guerra civil será inevitable”. Dos años después estalló la revolución de Abril, pero López Molina estaba exilado en París.
En 1965, el MPD sufrió su primera división. Un grupo liderado por Cayetano Rodríguez del Prado lo expulsó de la organización. Alegaron que López Molina violaba la disciplina.
En respuesta, López Molina organizó el Partido Comunista Ortodoxo.
Amor a toda prueba
Matos Berrido deporta a madame Lefrere
El oficio número 1962, firmado por Leonardo Matos Berrido, entonces director de Migración, el 4 de agosto de 1966 –cuyo original reposa en el Archivo General de la Nación (AGN)– evidencia, una vez más, que bajo aquel régimen de terror contra aquellos que disintieran, bautizado con el nombre de los “Doce Años de Balaguer”, no existía la más mínima concesión.
“Asunto: Invitación para salir del país a las nombradas Huguette y Dominique Lefrere, de nacionalidad francesa.
1. Cúmpleme informarle, muy cortésmente, para conocimiento del Excelentísimo señor Presidente de la República, que a solicitud del Departamento Nacional de Investigaciones hice comparecer a este Despacho, hoy a las cuatro de la tarde, a las nombradas Huguette y Dominique Lefrere, de nacionalidad francesa, a quienes invité s salir del país en el término de 24 horas.
2. Las citadas personas, llegadas el 26 de julio último, negaron estar en contacto con elementos de la extrema izquierda del país, como informó el Departamento Nacional de Investigaciones. La señora Huguette Lefrere dijo ser amante del señor Máximo López Molina y haber venido al país con el único propósito de verlo, ya que desde hace nueve meses ignoraba su paradero, habiendo recibido de él una carta fechada 20 de junio de 1966 en Santo Domingo.
3. La señorita Dominique Lefrere manifestó que ellas han conocido en París a muchos dominicanos y que en la mañana de hoy conversaron en el hotel El Embajador, donde se hospedan, con uno de ellos, el señor José Aníbal Sánchez.
4. La señora Lefrere, según informó, es propietaria del hotel Me Jacocs, en París VI, Francia.
Seis años después de ese episodio, el 2 de marzo de 1972, la familia del político recibió un telegrama que decía: “Máximo muerto”. Juan Bosch y su esposa Huguette desmintieron el aviso. Al parecer, la desinformación era parte de las luchas del período de la Guerra Fría. Un año antes, el líder del MPD, Maximilinao Gómez (El Moreno) fue asesinado y Miriam Pinedo fue descuartizada. López Molina tenía la certeza de que también se tramaba contra su vida. Eran enemigos invisibles. Se atribuían los crímenes tanto a la mano de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), como a las luchas internas.
A partir de entonces, sus familiares sólo conocían de él mediante personas amigas que lo habían visto en París poco antes de regresar a Santo Domingo.
Vaivenes políticos
Septiembre, 1953. López Molina es encarcelado en Cuba por la dictadura de Batista junto a Ángel Miolán, Justino José del Orbe y Víctor Manuel Ortiz, por sus actividades a favor de la democracia.
Febrero, 1956. Nace el MPD, en La Habana. Sus fundadores fueron Pablo Antonio Martínez, Máximo López Molina, Andrés Ramos Peguero y su hermano Francisco Ramos Peguero, entre otros. El grupo incluía a marxistas provenientes del Partido Socialista Popular (PSP) y personas de práctica religiosa como Julio César Martínez, y Tiberio Castellanos.
4 de junio, 1960. López Molina y Andrés Ramos Peguero llegaron al país para oponerse al trujillismo, acogiéndose a las “garantías” ofrecidas por el régimen.
Septiembre, 1960. López Molina fue condenado por un tribunal por editar el periódico Libertad, sin llenar los requisitos de la ley No. 517.
5 de mayo de 1961. Telegrama de López Molina al presidente Joaquín Balaguer. Reitera su propósito de organizar el MPD. Solicita excarcelación de miembros del MPD.
5 de mayo, 1961. Balaguer responde. Dice que puede seguir organizando al MPD para concurrir a las elecciones de 1962, “siempre que se ajuste a la Constitución y las leyes”.
1 de julio, 1961. López Molina informa que el MPD reanudará sus actividades. Solicita que no se le destruya su local y la excarcelación de miembros de los partidos MPD y del “14 de Junio”.
14 de octubre, 1961. López Molina fue apresado, su residencia allanada y extrañado del país. Leda Vidal y José Abel Hernández, por separado, protestan su deportación ante las autoridades.
25 diciembre, 1961. López Molina retorna al país, ya está sindicado como “comunista”.
22 de noviembre de 1961. El líder del MPD sale hacia el exilio por sus actividades “comunistas”.
10 de enero, 1963. Informe en relación a la carta escrita desde París por el abogado Ramón Pina Acevedo al recluso Andrés Ramos Peguero, en la que explica que el Consejo de Estado lo deportó por haber puesto su profesión al servicio de la justicia. Pina Acevedo informa que se encuentra en compañía de López Molina y otros deportados.
26 de octubre de 1963. El líder del MPD fue atrapado junto con otros seguidores en las montañas de Cevicos donde se proponía establecer un frente guerrillero, tras el golpe de Estado contra Bosch.
15 de mayo, 1964. El embajador en París, José Augusto Puig, solicita instrucciones sobre el estatus político de López Molina y otros deportados.
13 de septiembre, 1965. Informe sobre la llegada a Tokio de López Molina y otros, para asistir a la 11va Conferencia Mundial contra la Bombas Atómicas y de Hidrógeno.
16 de octubre, 1965. El gobierno provisional de García Godoy rechaza la solicitud de López Molina para regresar al país. Mientras tanto, sus compañeros de partido lo expulsan del MPD.
1965. Tras su destitución del MPD, funda el Partido Comunista Ortodoxo.
28 enero, 1966. El Cónsul dominicano en Hong Kong informa a las autoridades sobre la visita efectuada por López Molina a China y Japón.
23 abril, 1966. Ernesto López Molina, hermano del ex dirigente del MPD declaró que la destitución de su hermano es repudiada por los marxistas-leninistas y por todos los que han seguido la trayectoria de su hermano.
9 de agosto, 1966. Las francesas Huguette y Dominique Lefrere a pocos días de llegar al país fueron deportadas por Leonardo Matos Berrido, director de Migración, por sus vínculos con López Molina y otros “comunistas”.
3 de marzo, 1972. El profesor Juan Bosch desmintió la información publicada por un vespertino de que el fundador del MPD habría muerto en París. Bosch reveló que conversó con López Molina e informó que éste se mantiene oculto en algún lugar de Francia debido a la persecución de que es objeto. Huguette Lefrere, su compañera, también desmintió su muerte.
4 de marzo, 1972. La Policía desmintió que haya enviado agentes a París para dar muerte a López Molina, quien desapareció de la capital francesa para proteger su vida.
25 de mayo, 1973. Aprobación a la nota en la cual se responde a la embajada francesa, su informe de que a Francia han estado llegando dominicanos deportados de RD y piden ser puestos bajo la Oficina Francesa de Protección de los Refugiados y Apátridas. Entre los solicitantes se encuentra López Molina.
Creo que la politica de izquierda en la Republica Dominicana siempre ha estado llena de traiciones y rivalidades politicas de los lideres marxistas. La perdida de Manolo Tavarez Justo fue algo que no debio haber ocurrido nunca,Manolo fue empujado si no obligado a inmolarse de una manera inutil.
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