miércoles, 29 de diciembre de 2010

Recuerdan masacre de Palma Sola, SJM

Al cumplirse el 48 aniversario del evento histórico, un nieto de Liborio Mateo le imita, mientras muchos le rinden culto
Escrito por: MANUEL ESPINOSA ROSARIO (manuelespinosar@hotmail.com)
SAN JUAN DE LA MAGUANA.   Al cumplirse este 28 de diciembre el 48 aniversario de la masacre de Palma Sola, un nieto del líder del grupo religioso no partidista, Liborio Mateo Ledesma, muerto a tiros durante un enfrentamiento con tropas del Ejército Nacional y la Policía en 1962, dijo encarnar a su abuelo, mientras cientos de sanjuaneros le rinden culto y recuerdan esa fatídica fecha.
José Mateo Encarnación viste un extraño traje multicolor con cierta frecuencia y al cumplirse el aniversario de la masacre recorre varias calles de la sección Carreras de Yegua, de Las Matas de Farfán,  afirmando  ser el verdadero representante del Liborismo, y en quien dice que ha reencarnado su abuelo.
Cuando se le pregunta por Liborio,  sin titubeos expresa que “lo persiguieron y luego mataron junto a muchos de sus compañeros, porque estaba a favor de los pobres, curaba a los pobres y era contrario a los guardias que vinieron del extranjero”.
José, cuyo  padre se llamaba  Cecilio Mateo, hijo de Liborio,    confeccionó su  extraño y multicolor traje  y cuando le preguntan por ese tipo de vestimenta responde que “de alguna manera esta imitando a su abuelo, Liborio Mateo Ledesma, quien usaba ropa parecida”.
Al cumplirse el 48  aniversario del acontecimiento histórico,  desde el lunes comenzaron a peregrinar hacia La Maguana, para bañarse en la fuente del lugar, orar, reflexionar y recordar a quien sus detractores tipificaron y califican “de brujo y delincuente”.
En la masacre de Palma Sola murieron cientos de  niños, mujeres y hombres, que se rehusaron a abandonar la comunidad, y sus viviendas  fueron quemadas y arrasadas por tropas del Ejército y la Policía.
De los fundadores del movimiento mesiánico que llevó en nombre del paraje donde se instalaron los hermanos Ventura Rodríguez; Plinio, considerado su líder; Delanoy, El Barraco y León Romilio Ventura Rodríguez, sólo este último sobrevivió a la masacre porque estaba preso. Hoy tiene 90 años.
Para el único sobreviviente y quien se define como el verdadero mentor y líder del movimiento Liborista de Palma Sola, León Romilio Ventura Rodríguez, en la mayoría de las entrevistas que ha concedido, ha expresado su pesar por la gran cantidad de personas, incluyendo niños y ancianos, que fueron asesinadas y quemadas por los militares y policías que destruyeron al grupo, el 28 de diciembre del 1962.
Y de lo que se lamenta es que en horas de la mañana de ese día, cuando los gobernantes de turno deciden montarlo en un helicóptero, entregarle un megáfono, sobrevolar el área para que exhortara a los allí presentes que abandonaran el lugar para evitar una desgracias, el aparato volaba a una altura que resultó imposible que los presentes en el lugar lo escucharan, por lo que siempre ha dicho que “todo estaba planificado, y que lo que hicieron con él fue una pura treta, una pura demagogia para justificar lo injustificable”.
Casi medio siglo después, El Mellizo no se arrepiente de haberle “revelado el sueño que tuvo sobre la necesidad de la  formación del movimiento mesiánico que se denomino Palma Sola,  a su hermano Plinio, y luego a todos sus hermanos.

martes, 21 de diciembre de 2010

A 47 AÑOS DE ASESINATOS Manolo murió por salvar a sus compañeros alzados en armas

Entrevista. Emilio Cordero Michel, Juan Germán Arias Núñez, Marcelo Bermúdez y Rafael Reyes, sobrevivientes de la sublevación armada quelideró Manolo Tavárez Justo en las montañas Las Manaclas, San José de las Matas, recuerdan al gran hombre que perdió la Patria.

Por Fernando Quiroz
fernando.quiroz@listindiario.com
Santo Domingo

Sitiados por los militares, los 28 guerrilleros que acompañaban a Manolo Tavárez Justo en la sección Las Manaclas, en San José de las Matas, fueron asesinados uno a uno. Manolo fue el último.

A 47 años de ese acribillamiento del líder político y revolucionario que protestó por el derrocamiento del gobierno constitucional de Juan Bosch, un grupo de los que se sublevó dijo ayer que cualquier error que hayan cometido en el proceso queda borrado con la osadía.

Los sobrevivientes de la gesta revolucionaria Emilio Cordero Michel, Juan Germán Arias Núñez, Marcelo Bermúdez y Rafael Reyes Gómez testimoniaron a LISTÍN DIARIO que Manolo no salvó la vida por su gran humanismo, solidaridad y compañerismo, al negarse a abandonar a su tropa deteriorada físicamente en las montañas a cambio de bajar a la ciudad.

Reyes Gómez recuerda que un campesino de la zona le narró cómo Manolo vio que los militares del Triunvirato asesinaban uno a uno a los 28 hombres que le acompañaban, mientras él amarrado les gritaba: “¡Asesinos, esbirros, mátenme a mí, soy el único responsable de todo esto, estos muchachos no tienen culpa!...”.

Un detalle interesante es que el próximo 2 de enero se cumplen 80 años del natalicio de Manolo, quien nació en 1931, en Monte Cristi. Manolo fue asesinado a los 33 años de edad.

Recuerdos
Marcelo Bermúdez dijo que cualquier error que pudo haber cometido el grupo de guerrilleros en término de estrategias y coordinaciones, quedó compensado con irse con Manolo a las montañas a sabiendas que tenía detrás a un ejército “que era candela”. A Bermúdez le preguntaban por qué lo incluyeron en el grupo guerrillero, siendo él un Bermúdez de los ricos de Santiago.

Recordó una anécdota de Fidelio Despradel, otro de los sobrevivientes al igual que José Daniel Ariza, cuando preguntó a su lado que si era verdad que en el grupo había un Bermúdez, pues ese debía ser la primera víctima porque se sublevaba la burguesía. “MiraÖ ese soy yo, y a mí no me agarra nadie en esa bendita loma”, le respondió en tono enérgico.

“Cuando pienso en Manolo y en los 28 guerrilleros que murieron en esa época, me siento vivo, no siento tristeza, sino alegría por ser compañero de esa pléyade de hombres”, dijo en cambio Arias Núñez.

Definió a Manolo como héroe de la Patria y a los otros 28 guerrilleros como mártires de la Patria.

En tanto, Cordero Michel dijo que se reunió a lo más puro de la juventud dominicana, encabezados por Manolo y Minerva Mirabal, cuyo movimiento clandestino fue descubierto en plena dictadura de Trujillo, y los compromisorios apresados, torturados y asesinados. Junto a los sobreviventes participó en la entrevista el periodista Raúl Pérez Peña (Bacho), quien actuó en el frente guerrillero Gregorio Luperón, de Altamira, Puerto Plata. Resaltó la cualidades de los hombres caídos en Las Manaclas y por otros ideales.

HOMENAJE EN MEMORIA DE MANOLO TAVÁREZ
La Sala Capitular del Ayuntamiento del Distrito Nacional conocerá en la mañana la colocación de una tarja conmemorativa del 80 aniversario del natalicio de Manolo en una isleta de la avenida John Kennedy entre la Churchill y Lincoln. El 2 de enero próximo, por su 80 natalicio, serán celebrados actos en Monte Cristi.

Durante 24 días, desde el 28 de noviembre hasta el 21 de diciembre, estuvo Manolo y su grupo en las montañas.

Las luchas de Manolo tuvieron varias fases. Junto a su esposa Minerva Mirabal, quien fue asesinada junto a sus otras dos hermanas en el 1960 por la tiranía trujillista, fundó el movimiento clandestino 14 de junio en homenaje a las expediciones de junio de 1959 contra la tiranía. Pasó varios meses en prisión cuando fue develado el movimiento. Tras la dictadura formó el 14 de Junio como organización política.

En el matrimonio con Minerva procreó a Minou y a Manolo Tavárez Mirabal.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Testimonio de José Candal Candal - Proyecto Refugiados Españoles-

Lugar de entrevista Santo Domingo
Fecha de la entrevista
Investigador: Pedro De León C.
Transcripción: Esmirnalee Santana
Proyecto: Refugiados Españoles

Pedro De León C. (PDL). Siendo las 12:27 minutos de la tarde, nos encontramos en Santo Domingo, Distrito Nacional, específicamente en la calle Horacio Blanco Fombona, número 7, en el Ensanche la Fe.

José Candal Candal (JCC). En la Benéfica.

PDL. En una institución de la Sociedad Benéfica Pro-emigrantes Españoles. Estaremos compartiendo las vivencias, la historia, parte de lo que es su vida, del señor José Candal Candal. Por el Archivo General de la Nación Graciela Azcárate, Yoselyn Espinal, asistiéndonos en video, el señor Alfredo Vázquez en fotografía y un servidor, Pedro De León. Esto está enmarcado, esta conversación, dentro del proyecto Refugiados Españoles. Hoy, martes 20 de enero del año 2009.

Buenas tardes señor Candal.

JCC. Buenas tardes.

PDL. Gracias por recibirnos.

JCC. Y a ustedes gracias por venir.

PDL. Estaremos conversando así, como usted ha compartido parte de sus vivencias y queremos que nos hable de sus inicios. Ocasionalmente le haremos algunas preguntas, pero la idea es que usted nos cuente su vida. Para iniciar vamos a empezar con la fecha de su nacimiento.

JCC. ¿Bueno, la forma de cómo yo regresé a la República Dominicana?

PDL. Empecemos un poquito atrás, por favor. Dónde nace y la fecha de su nacimiento.

JCC. Bueno, yo nací en España, provincia La Coruña; municipio, le dicen Órdenes. Pero que entonces yo nací en una casa de un tío mío, la mamá mía vivía arrimada, porque nosotros éramos una gente pobre. Y entonces ella, en lo que estaba arrimada ahí me tuvo a mí, nada más una mujer soltera, me tuvo a mí solamente. Entonces ahí nos quedamos, trabajando, trabajando ahí, pero trabajando para el tío, no pa´ nosotros, sino para el tío donde estábamos viviendo ahí; como quien dice trabajaba uno por la comida.

Después nos cogió la guerra civil en España y entonces se puso la cosa más mala, hasta que un día yo trabajando ahí, ya yo tenía 18 años, y dije: “yo trabajando aquí, yo puedo salir a buscarme la vida”. Yo me fui de la casa, me fui; y entonces alquilé en un sitio, trabajando, porque nosotros trabajábamos en agricultura, era agricultor. No era un pueblo, era un pueblecito de agricultura, y la gente lo que vivía de agricultura. Allá es un trabajo fuerte allá, aquí es fuerte, pero en España es más fuerte el trabajo de agricultores.

PDL. ¿Y por qué?

JCC. Digo, antes, yo no sé ahora. Sí, porque antes España era un país atrasado en maquinarias, quiero decir maquinarias para agricultura; porque tú sabes que en la era de Franco, Franco estaba sancionado por la dictadura, Europa lo tenía sancionado, tenían comercio, pero no ayuda como a tecnología y esto, bueno, en fin. Entonces yo me fui de la casa, me alquilé en un sitio, trabajando también ahí. Me dijo el dueño: “Yo le voy a dar 40 pesos mensuales, 40 duros”. 40 duros, que un duro tiene 5 pesetas, ¿cuántos son? Un duro tiene 05 pesetas, cuarenta duros al mes.

PDL. Al mes.

JCC. Al mes, exactamente 04-15 _____ descuento, él nunca me dio na´.

PDL. ¿No? Le prometió y no le dio.

JCC. Eso es, trabajando y nunca me dio. Yo duré dos años allá, duré dos años en la casa, entonces después sí yo me fui de la casa y me alquilé en otra parte, en La Coruña, pero trabajando en agricultura también; ahí, en agricultura. Dice: “Ganando 04 pesetas diaria”. ¿Usted sabe qué es una peseta española?

PDL. Cuatro pesetas españolas diarias.

JCC. Cuatro diarias, cuatro pesetas diarias. Al mes eran cuántas.

Graciela Azcárate (GA). 120.

JCC. ¿Por 30?

PDL. Sí.

JCC. ¿Cuánto es?

PDL. 120.

JCC. 120 pesetas, eso era. Entonces ahí –trabajando- tuve como un año o dos, o tres, trabajando ahí. Entonces me dijeron: “pero mira, tú debes dejar ese trabajo”. Y dice: “vete al consulado dominicano y apúntate pa´ la República Dominicana, porque están pidiendo emigrantes para trabajar en agricultura”.

PDL. ¿Quién le dijo eso?

JCC. Me dijo un amigo mío.

PDL. Un amigo.

JCC. Un amigo. Dice: “Están pidiendo para trabajar en agricultura, usted nada más tienen que apuntarse, no le vale nada el viaje porque el gobierno le paga todo”. Dice: “Si le gusta se queda, y si no le gusta puede regresar otra vez”. Yo me quedé, porque éramos una gente tan pobre, en España, y por lo menos aquí estaba uno trabajando para uno. Bueno, entonces yo me apunté; dijeron que no cobraban nada, pero cobraron 500 pesetas.

PDL. Antes de venir.

JCC. Sí, porque había una mafia, eso cómo se dice, había una mafia; el viaje era gratis, gratuitamente, pero entre los que manejaban ese asunto, entre ellos había una mafia, había que pagar 500 pesetas por el viaje.

PDL. ¿Y cómo usted la consiguió? ¿Las tomó prestadas o las ahorró?

JCC. No, una tía mía me las prestó, una tía que yo tenía; no me prestó 500 pesetas, sino, me prestó 2,000 pesetas, 2,000 pesetas me prestó. Con 2,000 pesetas pude yo comprar ropa pa´ venir pa´ca; entonces compré ropa, compré zapato, hice un traje, compré camisa, bueno, en fin. Entonces nos montamos en el barco, un barco que le decían Ascania, italiano. Duramos once días con once noches navegando; llegamos aquí a las once de la mañana al puerto Santo Domingo, ahí en el puerto Santo Domingo, ahí desembarcamos. Cuando desembarcamos eran como las cuatro de la tarde, porque traía mucha gente el barco, traía como mil y pico, todos pa´ca, todos pa´ca.

GA. La fecha es 14 de noviembre de 1955.

JCC. 14 de noviembre de 1955 llegamos aquí, a las once de la mañana y desembarcamos como a las cuatro o las cinco de la tarde. Entonces aquí nos destinaron: unos pa´ Baoba del Piñal, otros pa´ Constanza, otros pa´ Azua, otros pa´ Miches, en un pueblo que le decían Miches, otros pa´ San Juan de la Maguana. Entonces me recuerdo que salieron las guaguas como a las seis de la tarde de aquí, tres o cuatro guaguas pa´lla, pa´ Baoba, los otros iban pa´ otra parte. Salimos como a las seis de la tarde, llegamos de madrugada allá, de madrugada, a Baoba del Piñal.

PDL. La carretera, ¿cómo le pareció a usted?

JCC. No, las carreteras eran estrechitas, puente de madera; cuando los camiones venían cargados de naranja y plátano, iban unos franqueadores alante y lo paraban, los franqueadores, pa´ que las guaguas pasaran. Bueno, paramos en San Francisco de Macorís, y entonces en San Francisco de Macorís yo había gastado todos los cuartos en el barco (risas), lo que traía era seis pesetas: un billete de cinco pesetas y una peseta. Y entonces yo fumaba, tenía ganas de fumar, un apetito de fumar; bueno, y hay como una paletera ahí, yo voy a comprar y digo: “déme un paquete de cigarrillo de crema”. Cuando voy a pagar, yo voy a pagar con cinco pesetas, y me dijo ella: “no, ese dinero no vale aquí” (risas), y es verdad que no valía. Bueno, pero entonces yo tenía un familiar aquí que era segundo primo mío, que vino en otro viaje primero, entonces me fue a esperar al muelle, entonces me regaló 10 cheles para comprar un paquete de cigarrillo crema, pa´ yo fumar.

Bueno, llegamos al destino de Baoba del Piñal, ahí nos metieron en unas casitas que estaban ahí, era un monte; había mosquitos que eso no tiene…, mosquito. Yo me recuerdo que llegamos y yo me tiré en la cama, saqué la camisa, los zapatos y me tiré atravesao´ en la cama; y por la mañana, cuando me levanté, tenía esto [los brazos], parecía como los muchachos cuando tienen sarampión, igualito como el sarampión. Y por la mañana dije a uno: “¿Y de qué será esto?”. Dice: “Ay hombe, eso fueron los mosquitos, que tú no pusiste el mosquitero”, porque la casa estaba amueblada con todo, tenía su sábana, colchón: un par de sábanas, un par de fundas de almohadas, una almohada, tenía su mosquitero, tenía una mesa, tenía útiles para cocinar también, sí, estaba amueblada con todo, lo que no tenía luz, porque el contrato decía: “agua, casa; agua, luz”, no, decía: “una casa amueblada con agua y luz”, pero la luz era de esa de lámpara de gas; no había luz eléctrica, pero está bien.

Y ahí estuvimos como un año sin trabajar, porque todavía estaban preparando la tierra para trabajar. Entonces yo echaba días explotando maní a otros españoles que habían llegado primero; nos pagaban el saco de maní, explotado, que lo arrancan, eso es, entonces la vainita, sacarla de la rama, el saco a 50 centavos, el saco.

PDL. El saco.

JCC. El saco a 50 centavos. Yo llegué con seis pesetas y me recuerdo que al otro día llegó un pagador del Estado, de Trujillo, que Trujillo era el Estado, como quien dice, y nos dio nueve pesos a cada uno, nueve pesos. Dice: “repártanlos para 15 días, a 60 centavos diario”; y se comía con 60 centavos diario.

PDL. Nueve pesos por un mes.

JCC. No, por quince días.

PDL. Por quince días.

JCC. Sí. 18 pesos al mes, era 60 centavos diario, que comía uno con ello. Nos daban la leche gratis, y leche buena, eh, cuando Trujillo, nos daban una botella de leche a cada uno. Antes de repartirnos nos dieron la tierra, nos sembraron la primera cosecha, ya nos quitaron el subsidio, pero ya cuando los frutos estaban para coger. Yo me recuerdo que la fanega de arroz yo la vendía a ocho pesos, ahora vale como 700.

PDL. Una fanega de arroz, ocho pesos.

JCC. Sí, un saco lleno, de 100 kilos, a ocho pesos; y un quintal de maní valía ocho pesos también.

PDL. También.

JCC. Sí, ocho pesos, pa´ la Manicera.

PDL. Ambas cosas usted las cultivaba, arroz y maní.

JCC. Sí, yo cultivaba maní y cultivaba arroz también; y entonces la protección era por nosotros. Nosotros vinimos libres de impuestos pa´ la República, libres de impuestos, el contrato fue eso, libres de impuestos: no había que pagar cédula, ni había que pagar impuesto al Estado, libres de impuestos, trabajar en agricultura. Ahora, era pa´ trabajar en agricultura, pa´ venir aquí, a la Capital, había que pedir permiso a una colonia, porque allá había un encargado, en la colonia, había un encargado para todo; y uno decía: “Bueno, yo voy a la Capital, a la Ciudad Trujillo”, que se decía Ciudad Trujillo. Entonces decía: Bueno, si era por enfermedad, no le daban límite; pero era para hacer diligencias, tres días: uno pa´ venir, otro pa´ hacer la diligencia y otro pa´ regresar. Cuando uno regresaba tenía que presentarse en la oficina, otra vez ahí, como decir: “estoy listo para la tarea (risas)”.

PDL. Y esa autoridad era civil, o militar, dominicana.

JCC. No, no, había policía, pero el encargado era civil.

PDL. Un civil.

JCC. Era un civil, sí; era encargado de eso, encargado de la colonia.

PDL. Ese era el trabajo.

JCC. Como trabajaban los españoles, había que trabajar, en ese tiempo había que trabajar, no era así, venir acá a pasear. Había algunos que no trabajaron y los botaron pa´ España, sí, los botaron pa´ España.

PDL. ¿Y conoció algunos de esos casos usted, allegados, amigos suyos?

JCC. Sí, que no trabajaban; el encargado, de una vez: “páseme el pasaporte”

PDL. Tomaba nota.

JCC. Sí, le pedían el pasaporte, lo tenían ahí hasta que llegara el barco, cuando llegara el barco, ¡prepárate! Nos trajeron en guagua, pero cuando iban pa´ ciudad Trujillo, pa´ los viajes pa´ embarque era en Catarey. ¿Usted sabe qué era un Catarey? Un camión

PDL. Un camión.

JCC. De cargar caña (risas).

PDL. Incómodo para moverse.

JCC. Incómodo, eh; porque es lejos eso, debe ser como 200 kilómetros de aquí a Nagua, o 200 o 200 y pico debe ser.

PDL. Y más para la época, quizás los caminos incómodos, pedregosos.

JCC. Eso es un camino incómodo, y de noche, porque venían de noche pa´ llegar de madrugada, eso es en el camión.

Bueno, entonces ahí nos dieron la tierra, comenzamos a trabajar, eran ciénegas, eso eran ciénegas. Cuando el tiempo estaba seco era bueno, pero cuando estaba mojado, para sacar ese arroz, los mulos se caían: uno aquí y el otro caía allá, había que cargarlo otra vez (risas), porque no había carretera, eran caminos malos, porque no había carretera, porque si la agricultura tuviera carretera sería otra cosa, pero eran caminos que no tenían carreteras.

Bueno, entonces ahí tuvimos trabajando en agricultura hasta que murió Trujillo. Cuando Trujillo murió entonces nos quitaron la tierra, porque la tierra dizque era del Estado, dizque una finca del Estado, no sé. Entonces nos dieron 2,100 dólares a cada uno, 2,100 pesos, pero el dólar estaba casi al par con el peso. Y ahí me dio ese dinero, muchos se fueron pa´ España, yo quería regresar a España, pero dije: “si yo voy a España voy a estar en la misma cosa”. Porque una gente pobre lo que iba a alquilarse pa´ trabajar en agricultura y ganar poco, porque entonces se ganaba poco, ahora no, porque ahora es otra cosa, porque eso hace 53 años de eso. En 53 años España cambió muchísimo, digo, según dicen los que van allá, yo no he vuelto allá.

PDL. ¿Nunca ha vuelto?

JCC. No, no he vuelto a España, 53 años llevo aquí y no he vuelto a España.

PDL. ¿Y sus familiares?

JCC. Mi mamá, porque yo no tenía hermanos, era una mujer soltera, y ya ella se murió.

PDL. Me puede decir el nombre de ellos, por favor, de sus padres.

JCC. Ella, Josefa Candal.

PDL. ¿Estuvo siempre con su madre, no hubo relación con su padre?

JCC. No, porque mi padre nunca me ayudó, nunca me ayudó a mí.

PDL. Entonces me dice que usted fue hijo único.

JCC. Sí, porque era soltera, ella, y nada más me tuvo a mí solo, solamente a mí solo, no tuvo a más nadie. Pues sí, entonces me dieron 2,100 pesos, yo quería regresar a España y dije: “voy a regresar a España, voy a estar en la misma allá”. Entonces vine pa´ca, me metí en una pensión, en el Mercado Modelo y ahí duré un año sin trabajar hasta que alquilé una casita en Villa Juana, ahí fue en el 63.

PDL. En el 63.

JCC. 63, 1963.

PDL. Alquila una casita en Villa Juana.

JCC. Y ahí puse un negocito de enmarcación de cuadros, pero para uno levantar la comida, no más, no a gran escala, pa´ uno levantar la comida. Me llevaban una foto, yo la montaba, me llevaban un diploma, yo lo montaba, me llevaban una pintura, yo la encuadraba, la enmarcaba también y de eso yo vivía ahí. Hasta que después yo me enfermé de la vista, casi no veía, vaina de catarata, entonces me tuve que operar de la vista, ya yo dejé el negocio, dejé de trabajar, después me operé de una hernia ahí, después me operé de otra hernia ahí, después me dio un dolor en la columna; ahí, en la Plaza de la Salud fue que me dieron terapia; me mejoré ahí, sí, me mejoré ahí, en la Plaza de la Salud. Y entonces fueron un día las muchachas de la Embajada, por allá. Dice: “¿Usted vive solo aquí?”. Digo: “Sí”. Dice: “Usted no puede vivir solo, aquí, que no sé qué, que esto, aquello”. “Bueno, está bien ¿y pa´ dónde voy a ir, entonces?”. Dice: “Venga, que lo vamos a llevar a la Benéfica”. Y me trajeron aquí.

PDL. ¿Quiénes fueron las muchachas?

JCC. Una muchacha de la Embajada Española.

PDL. Fueron allá y lo localizaron a usted.

JCC. A visitarme, porque como ellos tienen todas las notas de donde viven los españoles, más o menos tienen todas las notas; a la mañana, como a las diez de la mañana tocaron la puerta ¡pun pun pun pun!, yo voy a abrir la puerta y me dice: “Yo soy de la Embajada Española, vengo a ver cómo usted vive aquí”. Digo: “Bueno, yo vivo solo, aquí”. Le abrí la puerta, miró, dice: “¿Usted vive solo?”. Digo: “Sí”. Dice: “Usted no puede vivir solo aquí, porque usted está enfermo”. Digo: “Sí, estoy medio enfermo”. Dice: “Vamos a llevarlo a la Benéfica; si le gusta, usted se queda; si no le gusta no es obligao´ tampoco”, me dijo ella. Y bueno, me trajeron aquí y me quedé aquí hasta hoy.

PDL. Se repitió la historia que le dijeron allá, en España: si le gusta, se queda; si no, regresa.

JCC. La misma cosa, exactamente, porque no es obligao´ aquí tampoco.

GA. Señor Candal, ¿y eso en qué año fue?

JCC. En el año 2000, que vine pa´ca; es decir, que llevo ocho años aquí.

GA. Nueve.

JCC. Bueno, sí, nueve, pero no cumplido, pero ponle nueve.

PDL. Volviendo un poquito atrás, señor Candal, el año de su nacimiento.

GA. 1928.

JCC. 1928.

PDL. Quisiera que nos profundizara sobre la fecha en que le despojan a usted de la tierra, después de la muerte de Trujillo. A Trujillo lo matan en mayo.

JCC. A Trujillo lo mataron en el 61, en el 62.

PDL. ¿A principio o a mediado, que usted recuerde?

JCC. No, la fecha, fecha.

PDL. Pero fue en el 62 que lo despojaron.

JCC. Eso es.

PDL. ¿Cómo fue? ¿Recuerda esos detalles?

JCC. En el 62.

PDL. ¿Cómo fue? ¿Llegó una comisión, le hablaron?

JCC. No, turbas, turbas.

PDL. ¿Cómo así?

JCC. Turbas de gentes, sí

PDL. Civiles o militares, ¿cómo era?

JCC. No, civiles.

PDL. Fueron allá.

JCC. Sí, y le quitaban; nosotros teníamos mulos que pertenecían a la colonia, que eran de la Secretaría de Agricultura, pa´ cargar el arroz, nos quitaban el mulo también. Eran turbas, fueron allá y saquearon tres colmados que había, los saquearon.

PDL. ¿Y qué hicieron ustedes? ¿No se quejaron? ¿No había una autoridad representante?

JCC. No, la guardia fue allá, yo me recuerdo, la guardia fue allá, había un coronel de Nagua; estuvieron allá, investigaron, llevaron algunos presos, pero no era como decir: “usted fue”, como fue de noche. Ellos los llevaban pa´ interrogarlos, no más, pa´ interrogarlos, pero no decir: “usted fue el que robó o que no robó”. Y la tierra, como era un contrato del Estado y la tierra era del Estado, parece que cuando mataron a Trujillo caducó el contrato, digo yo.

GA. Cuando ustedes llegaron, ¿usted firmó algún contrato?

JCC. Sí, claro que firmamos un contrato.

PDL. ¿Cuántos eran ahí, más o menos, cuántas familias, cuántos trabajadores como usted estaban en esa zona?

JCC. Éramos muchos, donde yo estaba eran 65 casas.

PDL. Y a todas usted dice que hubo ahí saqueo de noche, persecución.

JCC. No, los colmados.

PDL. A los colmados.

JCC. Solamente a los colmados.

PDL. Y a ustedes, diríamos, en el traslado de la mercancía, ¿tenían inconvenientes con los animales, se los robaban?, usted nos contó eso ahorita.

JCC. No, ellos nos paraban en el camino y nos sacaban la…

GA. La mercancía.

JCC. No la mercancía, la mercancía no; sacaban al mulo y tiraban los sacos en el suelo.

PDL. Era para accidentar eso.

JCC. Eso, pa´ decir: “esto no le pertenece a ustedes, nos pertenece a nosotros”.

GA. Para echarlos.

JCC. Eso es. Entonces el gobierno hizo así y nos dio una indemnización, como teníamos un contrato negociaron con la Embajada, con el…

GA. Con el Embajador.

JCC. Con el Embajador o el cónsul, yo no sé, negociaron con eso, como había un contrato de trabajo negociaron eso, los 2,100 pesos.

PDL. Quisiéramos entrar, un poquito más profundizar, porque esos son hechos históricos que queremos esclarecer para que queden en la memoria y no se olviden. ¿Recuerda usted alguno de los nombres de los que acosaron a esa población, algunos de los civiles líderes?

JCC. No, no, pero ya esos son viejos, imagínate.

PDL. Pero algunos nombres, quizás usted recuerda, o se barajaron algunas personas de los que estaban haciendo eso.

JCC. No, no, no conozco, no; no conozco nombres. Esos eran viejos y muchos talvez se murieron ya, porque yo era un hombre joven todavía, eso es. Del 63 al 2009, ¿cuántos años hay? Van muchos años.

PDL. Hay varios, hay varios, pero es bueno que quede eso para la historia si usted recuerda algún detalle extra. Por ejemplo, La Embajada, el Consulado Español aquí, ¿que hizo?, a parte de buscar ese arreglo de indemnización.

JCC. Eso, buscó arreglo pa´ indemnizarnos a nosotros.

PDL. ¿Pero le visitó después, cuando ocurrieron esos incidentes, hubo visita oficial?

JCC. No, no hubo visita allá.

PDL. Tanto de las autoridades españolas como de las dominicanas, ¿no hubo visita?

JCC. No hubo visita, hubo una negociación, no más.

PDL. Solamente.

JCC. Eso solamente, para indemnizarnos, entonces el que quería iba pa´ España, sí, muchos se fueron pa´ España, yo me quedé, porque no tenía vida en España tampoco, somos gente pobres.

PDL. Señor Candal, para ubicarnos, el dinero de esa indemnización se lo llevaron allá mismo o ustedes pasaron a recogerlo en algún lugar.

JCC. No, fuimos a Bienes Nacionales, que estaba en la esquina del Conde con Arzobispo Meriño, un edificio que había ahí, esquina el Conde con Arzobispo Meriño, cerca de la Catedral, frente de la Catedral, ahí estaba Bienes Nacionales; ahí fue que nos entregaron el cheque.

PDL. El mismo 1963.

JCC. En el 63, nos entregaron el cheque.

PDL. Y al momento de entregárselos todavía ustedes estaban viviendo, durmiendo allá o ya estaban fuera.

JCC. No, estábamos allá todavía, porque ellos lo que quería era la tierra, ellos no querían la casa; la casa también, pero lo que nos despojaron fue de la tierra, pero no de la casa.

PDL. Y no estaba integrado o la tierra de trabajo estaba separada de la casa.

JCC. No, estaba muy lejos, estaba como a dos kilómetros o tres kilómetros.

PDL. Separada de las viviendas.

JCC. Sí, sí, estaban lejos, eran ciénegas, estaban lejos, no estaban cerca.

PDL. Así que después de despojados de esas tierras de trabajo ustedes permanecían viviendo en el lugar.

JCC. Ahí, sí, sí; lo que pasa que como no estábamos trabajando, no estábamos haciendo nada, bueno.

PDL. Pero podían permanecer ahí si en dado caso hubiesen encontrado otro medio de producción.

JCC. No, a nosotros nos avisaron que teníamos que…

PDL. ¿También?

JCC. Sí.

PDL. Que mudarse de ahí.

JCC. Claro, porque ya el contrato caducaba, con indemnizarnos el contrato caduca.

PDL. También la casa había que dejarla

JCC. Pero claro, porque imagínese, eso es como el que trabaja en una fábrica, cuando lo liquidan…

PDL. Ya.

JCC. Ya el contrato terminó, así mismo es.

PDL. ¿Y cómo usted recuerda ese ambiente? Las personas tienen que dejar ya esos sueños que tenían de prosperar y trabajar ahí, y con ese dinerito, ¿qué hicieron algunos de sus amigos y algunos de sus vecinos?

JCC. Bueno, es como le digo, que muchos se fueron pa´ España, otros compraron tierra allá y se quedaron y tienen finca de ganado por allá, fueron comprando tierrita, tierrita, tierrita, tierrita. Porque fue cuando la gente comenzó a emigrar a la ciudad, porque cuando Trujillo no podían emigrar a la ciudad, entonces cuando dieron libertad de tránsito el campesino comenzó a vender la tierra y a emigrar a la ciudad. Entonces muchos españoles que quedaron allá, algunos que quedaron allá se aprovecharon y fueron comprando baratas, porque el dominicano la vendía barata, porque ya la tierra estaba cansada, estaba cansada sin abono ni nada; una cosecha, otra cosecha, otra cosecha, otra cosecha.

GA. Entonces las cosechas no eran productivas.

JCC. El maní no era productivo, el arroz sí, porque el arroz es de agua y en ciénega el arroz se da, y además al arroz le puedes echar abono. Pero el maní no, el maní en tierra seca no 32-08 ______, se cansa la tierra, se cansa. Entonces el campesino estaba cansado ya de trabajar y siempre lo mismo, siempre lo mismo, “vamos a emigrar a la ciudad”. Porque me recuerdo que aquí, Balaguer, cuando murió Trujillo, Balaguer aquí estaba regalando paletera, triciclos y motoneta; y muchos decían: “yo me voy pa´ la Capital y me dan una paletera y allá vivo yo bien sin trabajar, vivo sin trabajar (risas)”.

PDL. Recuerda usted, don Candal, el precio de la tierra, de cómo se vendía, a qué precio más o menos.

JCC. No, cuando nosotros el precio no sé cómo se vendía, como la tierra era del Estado.

PDL. Usted dice que en el 63 algunos de sus vecinos optaron por comprar algunas tierras.

JCC. Sí, pero yo no sé a cómo la compraban, ellos la compraban, “te voy a dar tanto por el conuco y la casa”, era un ranchito, “dame tanto”. Y algunos que se quedaban en el medio, y por no tener problemas con el ganado, el ganado se rompía los alambres, le comía la cosecha y esto y aquello, pa´ salir de ese pleito se la vendía también. Así se fueron haciendo de cantidades de tierra, cantidades grandes de tierra, ganaderos fuertes.

PDL. El caso que usted vino en un período de un gobierno duradero, una dictadura, ese cambio, esa experiencia, usted estando en República Dominicana, de una dictadura a unos gobiernos inestables. ¿Cómo usted percibe la sociedad dominicana en ese cambio? 60, 63, luego 64. ¿Qué usted recuerda de esos tiempos?

JCC. Bueno, yo de eso no puedo decir, porque yo de política entiendo poco, yo lo que sé es que yo vine a trabajar pa´ la República; cuando Trujillo, en el gobierno de Trujillo uno trabajaba, nadie se metía con uno, eso es; y uno tenía que trabajar. Lo que pasa es que no había libertades, porque había una ley, pa´l campesino había una ley de vagancia, no sé si ustedes tienen oído de eso, una ley de vagancia, las diez tareas, todos los campesinos tenían que tener las diez tareas pa´ trabajar. No podían venir aquí, a la Capital, a pasear, cuando Trujillo no; había una ley de vagancia. Y nosotros, mira que estábamos en la colonia, y para venir a hacer una diligencia en la Ciudad teníamos que pedir permiso, no era así, arrancar, ¡vete p´allá!, había que pedir permiso en la colonia al jefe de la colonia.

PDL. Entonces usted interpreta

JCC. Pero lo que pasa es que cuando Trujillo no se hablaba de política, eso es; lo que se hablaba era “¡viva el Jefe! (risas)”, exactamente, pero de política yo entiendo poco, no entiendo eso.

PDL. Pero el orden establecido después del 63 y el 64, ¿de qué forma alteró eso su vida?, ya el Jefe muerto. ¿Cómo se alteró su vida en lo económico y en lo social?, cuando se le despoja de su tierra.

JCC. Bueno, como a mí me dieron los chelitos, yo dije: bueno, pues yo no voy a malgastar los chelitos. Pa´ ir pa´ España no alcanzaba para nada, alcanzaba poco; me voy a ahorrar esos chelitos y voy a poner un negocito, un negocito pa´ levantar la comida, como se dice, la comida.

PDL. Don Candal, y de los vecinos conocidos de la colonia, amigos, compañeros de trabajo, ¿usted recuerda alguno quizás con intenciones, ideologías políticas o que hablaba de política?

JCC. No, en ese tiempo no, en la colonia no se hablaba de política, no se podía hablar de política, ¡viva el Jefe!, sí.

PDL. Solamente.

JCC. Exactamente.

PDL. Porque siempre aparece uno que opina.

JCC. Pero que yo me recuerdo que el agua era un molino de viento, y entonces unos llegaron del trabajo y subieron arriba a darle vueltas al molino, pa´ que bombeara el agua ahí. Y dice: “pero mira como Trujillo nos tiene aquí, dando vueltas…”

PDL. Al molino (risas).

JCC. No tardaron ni ocho días, vino el jefe de la colonia y les cogió el pasaporte y los mandó, eran tres, y los mandó derechito pa´ España.

PDL. Ese es un ejemplo.

JCC. No que tiene un sembrado, que tenga sembrado, nada, el pasaporte y si tiene sembrado se queda ahí el sembradío, eso es.

PDL. Pero por ese comentario solamente.

JCC. Por ese comentario. No, y peor fue unos, una vez, que iban pa´ la playa, iban hablando y entonces había una cañada en la carretera, no había puente, pero un riachuelo, y entonces había que sacar los zapatos pa´ pasar, y cuando uno regresaba p´acá, volver a quitar los zapatos. Iban hablando, iba uno, porque en la calle habían mucho calié, cuando Trujillo; y había uno que iba descalzo con ellos, descalzo y un machete guindado ahí, un machete como agricultores.

PDL. Un campesino.

JCC. Eso, un campesino, iba hablando, y entonces ellos llegaron a decir: “yo no sé cómo Trujillo no hace un puente aquí pa´ pasar, porque eso de quitar los zapatos pa´ pasar, y p´allá y p´acá y eso, debiera hacer un puentecito aquí, Trujillo”. El hombre, más p´alante hay un destacamento de la policía, un cuartel. Entonces más p´alante él le dice: “bueno, yo me voy a apurar el paso porque tengo que hacer un trabajito, ustedes vienen más al paso”. Y él se apuró el paso p´alante, entonces cuando los españoles iban frente al destacamento de la policía: “párense ahí, están detenidos”. “¿Pero por qué?”. Dice: “ustedes venían hablando mal de Trujillo”, eran como tres, los metieron presos. Estuvieron como tres meses presos, a los tres meses los mandaron pa´ España.

PDL. Por ese comentario.

JCC. Por eso, que debían hacer un puente, pero que el calié le dijo a la policía “esos vienen hablando mal de Trujillo (risas)”, y por eso los mandaron pa´ España.

PDL. ¿Recuerda el nombre de esas personas?

JCC. No, no recuerdo el nombre.

PDL. Pero eran vecinos suyos.

JCC. Vecinos, sí, pero no recuerdo, fue al poco tiempo de nosotros llegar aquí, no recuerdo el nombre. Los tuvieron en Samaná presos, tres meses.

PDL. Y después de tres meses…

JCC. Los mandaron pa´ España.

PDL. Entonces, don Candal, ¿sentían ustedes temor, algún comentario, ya con esos ejemplos?

JCC. ¿Cuando Trujillo?

PDL. Sí.

JCC. Bueno, uno sentía el temor de no meter la pata, como dice el refrán, había que cuidarse mucho hablando, exactamente. Digo, yo nunca hablé mal, porque yo nunca me metí en política y esto y aquello, pero cuando Trujillo uno se cuidaba mucho, porque por cualquiera cosita. Porque no era Trujillo, eran los calié que ponían 42-12 ______.

PDL. ¿Y en esa colonia había dominicanos, una gran cantidad?

JCC. No, eran españoles todos.

PDL. ¿Todos?

JCC. Todos españoles, todos.

GA. Y la colonia, ¿cómo se llamaba?

JCC. Baoba del Piñal. Mira cuántos barrios había: Baoba del Piñal, 01; no, Baoba del Piñal era el municipio, quiero decir la colonia, pero había: Vista Linda, 01; Los Pajuiles, 02; Ochoa, 03; Payita, 04; San Rafael, que es donde yo vivía, 05; Doña Julia, 06; Santa María, 07, y San José de Pastrana, 08, ocho pueblos. Y tenían los ocho pueblos de 40 a 60 casas cada uno; éramos muchos.

PDL. Y usted recuerda, por favor, dénos una idea de cómo se fue construyendo eso: los negocios, la dependencia para comprar comida, el traslado de las mercancías a un lugar de venta, ¿cómo fue evolucionando eso, don Candal?

JCC. ¿Cómo comprando la mercancía?

GA. Ustedes producían el arroz, ¿y a dónde lo llevaban a vender?

PDL. ¿Cómo era eso?

JCC. No, eso lo iba a comprar uno que le decían Mariano Palmero, de Pimentel.

PDL. Iba allá.

JCC. Sí, que tenía una factoría, y él iba allá casi todos los días con camiones, a comprar, todos los días iba.

PDL. ¿Todo era así, no había que trasladarlo de un lugar a otro?

JCC. No, no, no, ellos iban allá a comprar. El maní no, porque le maní había que llevarlo a La Manicera.

PDL. ¿A dónde?

JCC. A Río San Juan o a un sitio que le decían Entrada de Cabrera, en Nagua.

PDL. ¿Ustedes sí tenían que llevar ese maní allá?

JCC. El maní sí, había que llevarlo allá.

PDL. El arroz no, el arroz lo iban a buscar.

JCC. El arroz iban a la misma casa a comprarlo; el arroz tenía tres precios: si era seco, 08 pesos, 100 kilos; si era acabado de cortar, 110 kilos, 08 pesos; si era mojao´, acabado de cortar, pero mojao´, 120 kilos, 08 pesos también.

PDL. Usted lo recuerda muy bien, esos detalles.

JCC. Sí, sí. Y el maní, lo que pasa es que el maní daba mucho trabajo, había que limpiarlo muy bien, había que darle soles, y muchas veces uno lo llevaba a La Manicera y en La Manicera le decían: “Le faltan dos soles”. Porque ellos tenían sequeros allá, ponerlo a secar otra vez, allá; recogerlo, al otro día volverlo –otra vez- a extender al sol; y después, cuando uno lo entregaba allá, en la oficina, le dicen: “Venga dentro de 15 días, que no hay dinero (risas)”, dentro de 15 días, que no hay dinero. Eso lo compraba La Manicera, era que compraba el maní.

GA. Cuando iba dentro de 15 días, ¿le pagaban?

JCC. Sí, sí, ello aparecía, pero había veces que al momento había, pero otras veces había que esperar 15 días pa´ que llegara, ¿cómo es?

PDL. ¿Le daban un documento, un papel, o algo?

JCC. Sí, claro, un vale.

GA. Un vale.

JCC. Exactamente, le daban un vale a uno.

PDL. Entonces, Candal, los negocios de la zona, ¿empezaron uno, dos, tres y fueron creciendo?

JCC. Los negocios de los colmados, iban camiones por allá que llevaban de Constanza: llevaban ajo, llevaban cebolla, llevaban papa; llevaban cosas a vender por allá. Llevaban aceite, camiones que iban vendiendo de colmado en colmado, de colmadito en colmadito. Eso era de Constanza que lo llevaban, la papa, el repollo, bueno, en fin.

GA. Y esos camiones, ¿de quiénes eran? ¿Del gobierno?

JCC. No, no, no, eran privados; gente que se dedicaba así, a la venta, exacto; eran privados.

PDL. De acuerdo, porque he profundizado eso, he querido que usted profundice esos aspectos porque ese es el día a día de una comunidad: ¿cómo se relaciona, cómo crece? Esos son detallitos muy importantes, el ambiente.

JCC. El ambiente allá, en el tiempo ese, yo no sé ahora, pero en el tiempo ese había pocas relaciones entre uno y otro, porque entonces uno lo que estaba era atento al trabajo. No había relaciones de estar hablando uno entre otros, esto y aquello; no, cada uno a su trabajo y llegaba de noche, preparaba su cena, al poco rato a acostarse.

GA. Y las casas ¿qué? ¿Se las asignaban por familia, por persona? ¿Cómo era, cómo vivían en esa casa?

JCC. Las casas vinieron pa´ tres personas.

GA. Por casa.

JCC. Por casa, tres, porque la casa tenía tres habitaciones, tres habitaciones. Tenía cocina, tenía sala, sala-comedor, todo junto, y tenía el inodoro afuera.

PDL. Separado.

JCC. Separado, exactamente.

PDL. En el caso suyo, ¿usted llegó a vivir con alguna persona o le asignaron un lugar aparte?

JCC. ¿Cómo?

PDL. ¿Con quién compartió usted la casa?

JCC. No, cuando yo llegué estábamos tres en casa, éramos tres; después los otros se fueron pa´ España, me quedé yo solo.

PDL. Ah, los otros dos se fueron para España y usted se quedó solo.

JCC. Sí, se fueron para España.

PDL. ¿Recuerda los nombres de sus compañeros?

JCC. No me recuerdo ahora, de verdad; la mente, no sé. El nombre sí, pero no el apellido.

PDL. Sí, pero puede decirlo, es una forma de uno tener un dato.

JCC. Sí, uno se llamaba Antonio y otro se llamaba Juan, me parece, sí, Juan, pero el apellido no sé.

PDL. Antonio y Juan, eran los compañeros suyos. Dice que ellos se fueron.

JCC. Sí, ellos se fueron.

PDL. ¿En qué tiempo?

JCC. Ellos se fueron cuando le dieron…

PDL. En el 63, cuando le dieron la indemnización.

JCC. Eso, cuando le dieron.

PDL. ¿Hablaron con usted, quisieron convencerlo o compartieron esa información de que se iban a ir?

JCC. Algunos me decían: “vámono´, hombe, vámono´, entrega el pasaporte, vámono´”. Yo dije: “yo no voy p´allá, porque voy a estar en lo mismo allá”. Si yo tuviera una herencia allá, entonces sí, pero nosotros no teníamos nada, era una gente pobre, imagínate tú, ¿qué uno iba a buscar allá?, ¿a estar en lo mismo, echando día? Para echar días, mejor echa días para uno mismo.

PDL. Don Candal, cuéntenos un poquito más, por favor, de su experiencia aquí, cuando usted sale, en el 63, alquila una pieza, dura un tiempo sin trabajar, coloca un negocio para enmarcar. ¿Cómo empieza ese negocio, la clientela?

JCC. Bueno, la clientela hay que hacerla, pero yo –normalmente- me dedicaba más a vender en la calle. Tenía un negocio en la casa, enmarcaba, pero había días que salía a la calle a vender, vendía espejo, que es lo que más se vende en la calle, había días que uno no vendía nada, otro día vendía algo, otro día no vendía nada. La vida es así, un día hay buenos negocios, un negocio bueno, otro día malo.

PDL. Y el trato de los vecinos, de los dominicanos, ¿cómo era?

JCC. No, los tratos de los vecinos eran buenos, lo que pasa es que muchos tígueres (risas) ayayayayayay. Yo creo que ahora hay más todavía, muchos tígueres, pero los vecinos no, los vecinos eran buenos, eran buena gente, pero los tígueres, imagínate tú.

PDL. ¿Y cómo lo trataban a usted? ¿Como al español?, porque generalmente siempre le colocan apodo aquí, a las personas, y más a los extranjeros.

JCC. El español. Me tiraban piedra a la puerta, qué sé yo, pero no los vecinos, los tígueres; muchas veces estaba uno durmiendo, la casa arriba era de zinc, o a la puerta o arriba, en el zinc: ¡PUN!, uno se despertaba. Yo le digo la verdad, yo vivía ahí, pero vivía con miedo, con mucho miedo; uno solo, vivía uno con miedo, porque yo decía: muchas veces creen que uno tiene dinero, vienen y le matan a uno creyendo que uno tiene dinero. Nunca me atracaron, ellos hacían eso, pero no, nunca me atracaron a mí. Bueno, yo viví al lado, que tal vez usted lo conoce, el hijo de Balaguer, Alexis Castillo, ese lo vi yo desde chiquito, criando, al lado mío (risas), Alexis Castillo.

PDL. Alexi Joaquín Castillo, sí, buen fiscal.

JCC. Era fiscal.

PDL. Sí, sí, dirigente político.

JCC. Sí, cerquita, él nació al lado de donde yo vivía.

PDL. Y usted lo vio crecer y todo.

JCC. Sí señor.

PDL. Se dice, de lo que es la farándula, la política, que llegaban a recogerlo algunos vehículos, a veces, para llevarlo allá, al palacio.

JCC. ¿Dónde?

PDL. A la casa de donde Alexis, se dice.

JCC. No, nunca vi yo eso.

PDL. Que era uno de los que se reconocía como tal, como hijo del Doctor.

JCC. No, no, no, no, pa´ mí él siempre fue un muchacho bien, bueno, él nunca se metió en eso, que yo sepa, eh.

PDL. Señor Candal, en los sucesos del 65, aquí, en la República Dominicana, específicamente en la zona de la Capital, la Guerra Civil, la Guerra de Abril.

JCC. Ah, esa la pasé yo ahí.

PDL. ¿Dónde usted estaba?

JCC. Ahí, en Villa Juana la pasé yo.

PDL. ¿Y cómo usted se entera, cómo son esos recuerdos?, que usted nos pueda decir, que pueda compartir con nosotros, sobre la Guerra de Abril.

JCC. Bueno, en la Guerra de Abril, donde yo estaba, al lado, había un taller de muebles y lo saquearon, en el mío no se metieron, pero al lado lo saquearon todo. Duré dos noches y no se podía dormir con los tiros, eso es ¡PIN PAN, PIN PAN PIN PAN! Y ellos nos decían: “España, no tenga miedo que nosotros lo cuidamos a usted”. Me decían eso, pero yo no tenía confianza (risas). “Nosotros lo cuidamos a usted; España, no tenga miedo”, los muchachos de Villa Juana, los que estaba al lado de Caamaño.

PDL. Los constitucionalistas.

JCC. Exactamente, esos eran los que tiraban tiros ahí. Saquearon la mueblería y entonces se quedó vacío y entonces ahí hicieron ellos un…

PDL. Un comando.

JCC. Un comando, exactamente, un comando; y entonces los tiros pegaban arriba, arriba de la casa, en la esquina de concreto: ¡PRAN PRRRRAN! Entonces ya la guardia venía bajando por la Américo Lugo, casi llegando a la María Montés, porque yo vivía en la Américo Lugo, casi esquina Moca, entre la Juan Horacio y la Moca, por ahí. Y por ahí ya yo no aguantaba más, dije yo: “me voy”.

Salí un día por la mañana hacia el banco de Reservas, por la calle Moca, no, por la María Montés, cuando llego al banco de Reservas ahí hay un tiroteo, que tuve que devolverme, me metí en una casa que había vacía (risas), me metí ahí y ahí esperé el tiroteo. Cuando calmó un poco, voy y atravieso la San Martín, cuando atravieso la San Martín otro tiroteo; un carro que viene por la Kennedy, pero el carro no siguió p´alante y dio reversa p´atrá´ con pasajero, entonces yo andaba en un motor, no se podía andar en motores.

PDL. Ah, usted andaba en un motor.

JCC. En un motor, y no se podía andar en motores ni en bicicleta. Yo me metí del otro lado del carro, aguantado, ahí; entonces, cuando llegamos a la Leopoldo Navarro, ahí yo dije: “me voy hacia la Policía”. Cuando llego allá, a la Policía, donde está ahora la 27 de Febrero, ahí hay la alambrada de los americanos y no me dejan pasar. Dice: “no puede pasar”. Dice: “Usted puede pasar, pero el motor…”.

PDL. Se queda.

JCC. “Se queda, no puede pasar”. Digo: “Pues entonces yo no paso tampoco”. Entonces yo me devolví por Naco, era un monte todavía, Naco, no había casa por ahí, todavía se veía la pista de aterrizaje de los aviones, era un monte. Y de ahí salí ahí, a la Kennedy, donde está la bomba esa, Shell, ahí salí yo, ahí, a la Shell. Entonces voy dizque a echarle gasolina al motor pa´ ir p´al 9, donde había un español, ahí, en el 9, y entonces, ahí en la bomba había dos españoles, entonces dicen: “No, hombre, quédate aquí, que no sé qué, que no sé cuánto, porque aquí ta´ tranquilo esto”. Bueno, ta´ bien.

PDL. ¿A dónde usted iba? ¿Cómo se llama el español que está en el 9?

JCC. Lorenzo.

PDL. Lorenzo, usted iba para allá.

JCC. Lorenzo Gutiérrez, yo iba p´allá, pero no llegué.

PDL. Se encuentra con dos españoles en la bomba.

JCC. Me quedé donde los que estaban ahí, en la bomba. Me quedé ahí, ahí tenía un radito, ya por la mañana, al otro día, escuché la radio, decía que la Operación Limpieza, que eran los guardias del CEFA, Operación Limpieza había bajado hasta la Normal. ¿Usted sabe dónde queda la Normal? Y dije yo: “Ah, po´ yo me voy, entonces”. Pues cuando fui me habían robado todo (risas), ya habían robado todo, me robaron todo. Robaron lámina, cañuela, vidrio; imagínate, un negocio solo ahí, me habían robado todo.

PDL. ¿Pero se enteró quiénes?, si eran los tígueres o los del CEFA o los constitucionalistas. ¿Llegó a saber usted quiénes, más o menos?

JCC. ¿Que robaron?

PDL. Sí.

JCC. No, porque según iban limpiando.

PDL. La Operación Limpieza.

JCC. Eso es, había otros ladrones que se metían a robar, a mirar a ver si había algo que robar. Y ahí me quedé, me quedé porque después ya no había tiro.

Me recuerdo una noche, una noche que era toque de queda en la calle, y entonces yo salí a la puerta del patio, estaba yo tomando el fresco en la puerta del patio, y un marino vino con una ametralladora, pero yo ni lo vi, y era de noche, dice: “¡mano arriba!”. Levanté la mano, digo: “mano arriba, ¿qué pasa?”. Dice: “¿Qué usted hace aquí?”. Digo: “no, yo vivo aquí”. Dice: “¿Usted es español?”. Digo: “Sí”. “Métase p´adentro, que a usted lo estamos asechando desde allá, de la esquina, a usted no lo matamos de casualidad, porque hay toque de queda”. Me metí p´adentro y dije: “bueno, me salvé, compai´ (risas), me salvé de ésta, por lo menos”. Sí, porque en toque de queda matan a uno, imagínate, una patrulla de la Marina y de la Guardia, que andaba mixta, una patrulla mixta, porque ellos creían que era uno que los estaba asechando, porque en la puerta del callejón y con la puerta medio abierta y yo mirando dizque pa´ la calle, era un peligro, sí, era un peligro. Y ahí me quedé trabajando –después- normalmente.

PDL. Señor Candal, si doña Graciela quiere preguntarle algo, de nuestra parte yo no quisiera abusar más, sino dar por terminada esta sesión.

JCC. Yo no tengo nada que preguntar.

PDL. No, el caso es que queremos dejar la oportunidad, cerrar esta sesión y ver su disponibilidad si en otro momento podríamos tener otro encuentro.

JCC. ¿Pero esto va a pasar por televisión?

PDL. Podría pasar, lo importante es que quede en la historia, que quede para el Archivo General de la Nación, ¿qué le parece? Gracias por si tiempo, de verdad.

JCC. Bueno, siempre a la orden.

PDL. Gracias por sus memorias, por compartir con nosotros.

JCC. A la orden. Yo no le he hecho más porque la memoria mía está fallando.

PDL. En otro encuentro hay cosas que usted se va a recordar a partir de ahora.

JCC. Tal vez, exactamente, pero ya la memoria, porque son 81 años.

GA. Sí, pero se acuerda bien y ha contado muchas cosas importantes.

PDL. Muchos detalles.

JCC. 81 años ya arriba y la memoria va fallando

PDL. No, pero demasiados detalles de mucho interés, de verdad que sí.

JCC. La memoria va fallando.

PDL. De esta forma finaliza este interesante encuentro con el señor José Candal Candal.

JCC. Gracias por la visita, entonces.

PDL. No, no, gracias a usted, de verdad, y esperamos que ya con este encuentro, doña Graciela Azcárate y Pedro De León, un servidor, estaremos visitándole.

JCC. Ah, po´ ta´ bien.

PDL. Y estos muchachos, con fotografía y video estaremos aquí en varias ocasiones, usted nos verá aquí.

JCC. Ta´ bien.

GA. Eso quiere decir que si usted se acuerda de más cosas, si quiere volver a contarnos algo, nosotros encantados regresamos.

JCC. Sí, si me recuerdo, eso es.

TRANSCRIPTA 30/04/2010

Testimonio de Manuel Llanes Delgado - Proyecto Refugiados Españoles-

Lugar de entrevista Santo Domingo
Fecha de la entrevista 12/06/2008
Investigador: Pedro De León C.
Transcripción: Esmirnalee Santana
Proyecto: Refugiados Españoles

Presentación. Nace el 28/05/1930 en la provincia de León, España. Datos familiares

Pedro De León C. (PDL). Hoy es jueves de junio del año 2008, siendo las 10:33 minutos de la mañana, nos encontramos en el Distrito Nacional, específicamente en la calle Ramón Cáceres, No. 1, del Ensanche la Fe; donde estaremos conversando con el señor Manuel Llanes Delgado, del proyecto de Refugiados Españoles que lleva a cabo el Archivo General de la Nación a través de su área de Producción de Fuentes Orales.

En la asistencia técnica, en la filmación, Yoselyn Espinal, Pedro De León, encargado del área de Producción de Fuentes Orales, dirigiendo esta entrevista.

Buenos días señor, gracias por recibirnos en su hogar y en su negocio.

Manuel Llanes Delgado (MLD). Buenos días.

PDL. Para que quede grabado a viva voz, por favor, repita su nombre.

MLD. Manuel Llanes Delgado.

PDL. La fecha de su nacimiento.

MLD. 28 de mayo, de 1930.

PDL. ¿Dónde nace?

MLD. En Puente de Domingo Flórez, provincia de León, España.

PDL. ¿Qué recuerda de su infancia?

MLD. Bueno, trabajar mucho, yo era agricultor; trabajar, trabajar, nada más.

PDL. El nombre de sus padres.

MLD. Andrés Llanes y Lucinda Delgado.

PDL. ¿Cuántos hermanos?

MLD. Éramos siete.

PDL. Siete. ¿Cuántos varones y hembras?

MLD. Seis varones y una hembra.

PDL. Don Manuel, cuéntenos sobre esos trabajos arduos de agricultura. Qué sembraban.

MLD. Bueno, papa, trigo, cebolla, ajo, ají, pimiento, y toda esa cosa.

PDL. Mucha variedad.

MLD. Sí, varias cosas: garbanzos, había su vaquita, teníamos hierba, prados, le decimos allá, que la segábamos en el verano pa´ guardar pa´l invierno, pa´ que pudieran comer, los animales, claro. Así era todo allá, porque en el invierno es muy crudo allá, no se puede trabajar, por el frío; entonces había que trabajar mucho en el verano para guardar pa´l invierno, y eso era lo que había que hacer, y todos los años los mismo.

PDL. Sobre la ubicación geográfica de su lugar de nacimiento, para los jóvenes que no conocen, para ubicarnos en el mapa, más o menos, a qué distancia está

MLD. ¿De dónde?

PDL. De la capital, por ejemplo.

MLD. ¿De Madrid?

PDL. Sí.

MLD. Más de 300 kilómetros, queda rayando con Galicia; después, de ahí pa´rriba ya es Castilla, León, arriba, Madrid, Valladolid, muchas ciudades quedan en el medio para llegar a la capital, a Madrid.

PDL. Entonces, usted me explica que las estaciones del año eran muy marcadas, son muy marcadas, y el invierno muy frío.

MLD. Mucho frío; en el verano, calor, pero había que trabajar mucho para guardar para el invierno, tener comida para todos.

PDL. Año tras año.

MLD. Toda la vida es lo mismo.

PDL. Esas vivencias, ¿cómo usted las recuerda? Jovencito, usted trabajando arduamente.

MLD. Trabajando desde chiquitito, hasta que vine pa´ca dizque buscando cosa mejor. Trabajé con un primo mío, en Azua, que vine como agricultor.


Habla del apoyo que Trujillo les dio a los Refugiados Españoles

PDL. ¿Cómo fue eso? ¿Cómo usted se entera de que va a dejar su tierra?

MLD. Ah, sí, fueron allá representantes de aquí, de Trujillo, y habló –claro- con Franco para hacer el intercambio de emigrantes, se nos dijo que nos iban a dar terreno, dinero, mantenernos hasta que diera la cosecha; pero las cosechas nunca nos dieron más que una casita para seis o siete. Nos daba 60 centavos diario, pa´la comida, claro, pa´ mantenernos. Pero uno –tratando de mejorar- viene después, me puse a trabajar en una bomba de gasolina, de empleado, después en otra; después, un primo mío, que se fue pa´ España, me dejó en un colmado, a que yo lo atendieran, porque él se la encontraba mala, a la señora; estuve tres años y pico, y entonces le dije que viniera pa´ que se hiciera cargo de su colmado.

PDL. Tres años y algo trabajando en el colmado.

MLD. En el colmado, entonces vino el dueño, porque era el verdadero dueño, Antonio Franco –que era familia mía- y se hizo cargo del colmado. Yo me puse a trabajar en la Hermanos Pinzón, negociando hierro, chatarra, tuve como varios años, cinco o seis años, y ya. Después de eso gané para hacer mi casita, la hice y aquí estoy.

PDL. Don Manuel, volviendo un poquito atrás. ¿En qué año usted emigra?

MLD. Oh, fue en el 52, 1952, se estaba haciendo la Feria de la Paz, terminando ya.

PDL. Explíquenos esos detalles, por favor: va un grupo de dominicanos, hace una oferta. ¿Dónde se reúnen? ¿Cómo usted escucha por primera vez esa oferta?

MLD. Sí, porque eso parece que corrió la voz en España, de que todo el emigrante que quisiera, que tuviera cumplido el servicio militar, podía venir para acá, que nos lo ofrecieron, ya le dije, que de tractores, semilla, tierra y 60 centavos diario para poderse mantener.

PDL. La oferta era buena, era llamativa.

MLD. Era llamativa, porque nos iban a dar semilla, terreno, tractor, eso era producir, claro, mucho, porque uno agricultor, uno dice, bueno, eso es mejor que aquí.

PDL. ¿Cuántos años usted tenía?

MLD. 25.

PDL. ¿Estaba soltero, casado?

MLD. Soltero.

PDL. Y la familia suya, ¿qué opinó sobre eso?

MLD. ¿Los de allá, de España?

PDL. Sí, sí, la suya, allá, antes de usted venir para acá.

MLD. Bueno, 08-02 ____ opinar, pero yo le explicaba, digo: “aquí no voy a salir nunca de esto, yo voy a buscar mejor; si me va bien, y si no me va bien, yo en dos años vuelvo”. Porque teníamos el viaje pago y todavía lo tengo pago, porque yo no lo busqué nunca, el viaje de regreso a España, eso lo dejó Trujillo para 08-26 ______ siempre, pero yo nunca le busqué.

PDL. Hay una constancia, usted tenía eso en la mano, una constancia.

MLD. Sí, claro, y tiene que estar, seguramente, porque todo el que quería devolverse, podía volver pa´llá. 08-42 No, y vinieron muchos, claro, muchos quedamos pero otros se fueron, y tenían su viaje pago.

PDL. ¿De la familia suya usted fue el único que vino?

MLD. Sí, el único.

PDL. ¿Y por qué no se motivaron otros hermanos suyos?

MLD. No, yo fui el último, el más chiquito de todos, los otros ya tenían su trabajo bien, en Madrid.

PDL. Ah, se habían trasladado ya al centro.

MLD. Sí, 09-16 _____ la tierra de los pueblos, un pueblo pequeño, ahí lo que había era lo que le estaba diciendo, trabajar pa´ comer.

PDL. Que ni siquiera era para suplir un comercio interno.

MLD. No, pa´ eso, nada más; entonces, claro, mis hermanos se fueron, todos fueron cogiendo su camino. Y yo digo: “bueno, ¿qué hago yo aquí?”. Yo, pa´ verme que mejoraba, claro, he tenido que trabajar duro, porque todavía tengo que estar moviéndome, porque el que no tiene, tiene que seguir moviéndose.


Recuerda que muchos españoles volvieron a su país

PDL. ¿Primos, amigos, vinieron con usted?

MLD. No, vinieron amigos, pero se fueron.

PDL. El nombre de sus amigos, por favor.

MLD. Antonio.

PDL. Antonio.

MLD. Eran dos Antonio, y otro, no me acuerdo cómo era que se llamaba, Toribio.

PDL. Los apellidos, ¿se recuerda?

MLD. No.

PDL. Antonio y Toribio, amigos de la misma comunidad, diríamos.

MLD. Sí.

PDL. Que vinieron con usted.

MLD. Y se fueron.

PDL. ¿A qué tiempo usted recuerda que ellos retornaron otra vez a España?

MLD. Oh, a los dos meses.

PDL. No les gustó, no se adaptaron.

MLD. Les daba hasta paludismo, con los mosquitos, en Azua, porque nos mandaron pa´ Azua, eso es muy seco, pero había muchos mosquitos. Uno se fue porque le dio paludismo, el otro se fue también.

PDL. ¿A cuál le dio paludismo? ¿A Antonio?

MLD. A Toribio.

PDL. A Toribio.


De su llegada a Santo Domingo. Expresa que recibían 60 centavos diario para su comida

PDL. Don Manuel, la llegada. Usted dice que lo mandaron a Azua, o llegaron a qué puerto.

MLD. Santo Domingo.

PDL. Santo Domingo y de ahí lo mandaron a Azua. ¿Cómo fue? ¿En velero o en vehículo?

MLD. No, en el mes fue en octubre, el 13 de octubre.

PDL. El 13 de octubre usted llega, en el 1952.

MLD. Debe ser en el 52.

PDL. Más o menos.

MLD. Sí.

PDL. Entonces llega al puerto de Santo Domingo. ¿De ahí mismo lo trasladan, o dura un tiempo acá?

MLD. En guagua, nos mandaron pa´ Azua.

PDL. ¿El mismo día?

MLD. Al otro día, el mismo día, porque llegamos de noche; o tarde en la noche vinieron las guaguas y nos llevaron.

PDL. Un viaje tedioso (risas). Directamente hacia Azua.

MLD. Azua; allá nos tenían preparada unas casitas prefabricadas, de esas de 11-56 ____, de ____ no, planchas de cemento. Ahí vivíamos seis, éramos seis en cada casita; estábamos solos, solo tenían ahí los solteros, el que tenía su mujer, ya le daban su casita aparte, pero nosotros estábamos solos, vinimos solos, pues nos metíamos seis juntos, en una casita.

PDL. Usted estaba en esa casita junto con Antonio, Toribio y otros más.

MLD. Sí.

PDL. Seis.

MLD. Seis.

PDL. ¿Y cómo era? ¿Había condiciones cómodas o apropiadas, a su manera?

MLD. Bueno, cómoda. De los 60 centavos siempre todos teníamos que poner para hacer un chao chao, un cocido de arroz con papa y salchichón, y eso era lo que comíamos.

PDL. ¿Y qué tiempo duró esa situación así, que usted recuerde?

MLD. Tres meses, más o menos. ¿Qué condiciones había?, ahí no había, nada más 13-10____, porque si no nos dieron terreno, no nos daba nada más que 60 centavos diario.

PDL. Diario.

MLD. Sí, eso lo daban cada quince días, pero eran 60 centavos diarios.

PDL. Para repartirlo por día a 60 centavos.

MLD. Claro.

PDL. ¿Iban allá o ustedes tenían que ir a una oficina para recibir ese dinero?

MLD. No, ir a una oficina allá, cerquita, en la misma colonia, en Azua; nada más iba uno allá y le pagaban.

PDL. ¿Y cómo era esa especie de organización? ¿Había presencia militar, o no?

MLD. Bueno, lo único que teníamos era buen médico, médicos que atendían a uno; cuando le pasaba algo, íbamos seguido y nos atendían, hasta dentista, eso sí me acuerdo yo.

PDL. Pero usted no recuerda presencia militar en la zona.

MLD. No, ahí no había militares; claro, cuando había algún tumulto de algunos, pues yo nunca me metía en nada, porque protestaban.

PDL. Ah, hubo protestas.

MLD. Protestaban porque no le daban la…

PDL. Las tierras.

MLD. Claro.

PDL. Dónde están las tierras.

MLD. Dónde está la tierra y dónde está esto, y no hay na´, por eso es que muchos se fueron, porque si no había nada; tenían que protestar, y claro, calmaban. Yo nunca fui a eso, a ninguna protesta, ni cosa de eso. ¿Pa´qué?

PDL. ¿Y supo usted lo que respondían las autoridades: cómo los calmaban, qué les prometían, qué justificaban?

MLD. Decían que sí, que ya estaban, que ya iban a dar: “sí, sí, espérense, que ya, mira el terreno”. Y por cierto, había tractores arreglando después de Azua, pa´lla, antes de llegar a Estebanía, a Estebanía no, a los 14-52 _____. Pero de un día pa´otro plantaron (risas), plantaron plátanos, no sé quién, una compañía buena, llenaron eso de plátano, entonces dijo: “¿Y ahora, y lo de nosotros?”. Cada uno fue buscando su sitio.

PDL. Ah, pero la tierra que los tractores trabajaron, de repente alguien plantó plátanos.

MLD. Platanal, caramba, que Dios lo bendiga, esos eran muy bonitos



De sus primeros empleos en Azua (trabajó en una bomba, luego en un colmado).

PDL. Y la vida de don Manuel ahí, en esa circunstancia, ¿qué usted pensaba, qué decidía?

MLD. Ya le dije, vine a trabajar fue a una bomba de gasolina, después que un primo mío me dejó un colmado, porque estaba enferma la mujer, se fue pa´ España y me lo dejó a mí, el colmado. Estuve tres años y pico, y yo solo no podía atender, había otro conmigo; pero entonces, claro, uno como que no nos llevábamos bien: yo cerrado y él más cerrado que yo, no nos comunicábamos bien. Yo le mandé a decir al primo mío que viniera, que se hiciera cargo de su colmado, que no quería más colmado. Se hizo cargo de su colmado y yo puse después pa´ comprar chatarra, en la Hermanos Pinzón con la (16-32) 20, y me iba bien, me fue bien, porque llegué a conseguir mi casita, de ahí, y eso.


Su traslado a la Capital. De su comunicación con sus familiares

PDL. Don Manuel, volviendo un poquititito atrás, ahí. ¿Cómo decide usted y qué hizo al decir “dejo esto y me voy a otra parte”? ¿Tuvo que notificarlo, o sencillamente tomó la decisión y se fue?

MLD. ¿En España?

PDL. No, aquí mismo, cuando ya deja Azua y va a trabajar a la bomba.

MLD. Ah, no, sí, claro; busqué, vine pa´ la Capital.

PDL. No tuvo que llenar nada, ni nada.

MLD. No, no.

PDL. Salió y dejó eso ya.

MLD. Claro, ¿qué había ahí? La ropa y un ranchito de que vivíamos tantos, pero quedan los otros, se quedaba otro, eso se fue esfumando, no sé qué pasaría después de eso, porque quedaban pocos.

PDL. Ah, cuando usted salió ya quedaban pocas personas allá.

MLD. Sí, quedaban 17-31 ________, pero quedaban menos de la mitad, por ejemplo.

PDL. Para tener una idea numérica; al usted llegar a Azua, usted y los demás españoles, ¿cuántos sumaban, más o menos? ¿Docenas, cientos?

MLD. Como sesenta o setenta, así, porque los otros los mandaban 18-00 pa´ Juanito, otros pa´ otras partes. Ya había antes, ya vivían ahí los que vinieron antes, que los fueron repartiendo pa´ varias partes, entonces los repartieron, después cada uno fue cogiendo su camino.

PDL. En esa estadía, en eso, ¿mantuvo usted comunicación con sus familiares?

MLD. Sí, sí.

PDL. ¿Cómo, cómo era?

MLD. Por carta.

PDL. ¿Era muy fluida? ¿Era fácil?

MLD. Sí, yo mandaba la carta: vivo aquí, estoy aquí, la dirección, y ellos mandaban seguido, siempre.

PDL. Don Manuel, ¿y qué usted le decía a su familia?

MLD. Bueno, que yo estaba bien, después el de aquí le dijo que estaba mal, y claro, me contestaban que qué hacía yo aquí, porque el otro le dio paludismo, pero 18-57 ______ era del mismo pueblo, como le dio paludismo, le dijo que aquí estaba muy mal, que nos estábamos muriendo. Y yo le dije: “No, eso es él, diciendo así porque no le gusta trabajar”, fue lo que le contesté a la familia mía; después me quedé ahí. Ya después me puse en una bomba de gasolina, de empleado, y después ahí, en otra, después de ahí, le digo, el colmado que me dejó el primo mío, fue todo.

PDL. Y de esas cartas, ¿usted guarda algunas? De las que usted recibió, por ejemplo, diciéndole, preguntándole.

MLD. Imagínate, tantos 19-40 años, va a guardar carta de 50 años; y ya ni los viejos, ni nadie, el único que queda soy yo, porque si todos eran más viejos.

PDL. Mientras usted estaba en Azua, porque son detalles muy interesantes, ahí, ¿sabían ustedes, comentaban ustedes de otros lugares, aquí, en la República Dominicana, donde había presencia española? ¿Sabían ustedes, dominaban esa información?

MLD. Sí, en Juanito, eso, en San Juan, para allá había, pero yo nunca llegué a ir allí, pero aquí en la Capital habían, se fueron repartiendo y buscando cada cual lo suyo, a tratar de mejorar. El que no estaba en una cosa, estaba en la otra, los otros se empleaban en tienda, porque sabían más que yo, porque yo lo que hacía era agricultor, no iba a ir a una tienda; claro, poco a poco uno entiende.


Algunas de las familias que llegaron desde España

PDL. Presencia de la mujer, ¿usted recuerda?

MLD. 21-00 ______

PDL. ¿Vinieron con ustedes, o solamente venían hombres, a parte de los de familia?

MLD. Yo me casé aquí con una dominicana.

PDL. Usted se casó aquí con una dominicana. Pero españolas, ¿no vinieron en esas oleadas?

MLD. Españolas no, vinieron españolas con sus esposos, habían algunas.

PDL. Solamente.

MLD. Yo conocí dos o tres, o cuatro, con sus esposas, que ya las tenían allá; pero yo no, yo vine soltero, y otros más.

PDL. ¿Conoció caso de familias completas, de tres o cuatro integrantes, venir?

MLD. Sí, conocí, por ejemplo, Antonio Franco, Caridad Yebra, que vinieron con una hija.

PDL. Antonio Franco, es familia suya, ¿verdad?

MLD. Era, porque ya se murió también.

PDL. ¿Qué era de usted?

MLD. Primos hermanos 21-54 ______.

PDL. Vino con una niña.

MLD. Con una niña y su señora, Caridad Yebra.

PDL. ¿Allá en Azua habían familias, más, dos o tres familias así, con dos o tres niños?

MLD. Había otra, sí, pero no me acuerdo, yo sé que la mujer se llamaba Rosa; pero ya no están aquí; unos se mueren, yo no sé si están vivos ya, hace años que no nos comunicamos.

PDL. ¿La Legación diplomática española hizo presencia, mantuvo lazo con ustedes?

MLD. Bueno, eso había que ir allá, a la Embajada, pero casi nunca fui, tenía que haber declarado luego los hijos, y cosa, y no lo hice, lo hice tarde, después de eso; es un lío grande, por el apellido. Por ejemplo, la mujer mía la declararon cuando ya habían nacido los hijos, le cambiaron el nombre, porque el papá la reconoció.

PDL. Eso le trajo muchos inconvenientes.

MLD. Uuuuj, chele que tenía pa´l abogado, estar arreglando, y no se han arreglado, porque ellos no me han hecho el libro de familia, allá lo saben, dicen: “sí, sí, todo lo sabemos, pero tiene que…”. Abogado y abogados, y abogado, y na´, no tenemos libro de familia.

PDL. Conoció a su señora ¿dónde? ¿En Azua?

MLD. Aquí, en la Capital.

PDL. Ella es de aquí, de la Capital.

MLD. Sí, de Ocoa.

PDL. Ah, de Ocoa.


De la actitud de los dominicanos ante los Refugiados Españoles

PDL. La actitud y el trato de los dominicanos hacia ustedes, ¿cómo fue?

MLD. Fue bueno, porque yo me acuerdo cuando Trujillo, parece que algo le dijo que mucho cuidado, nos trataban bien; sí, porque pa´ mí fue eso, que le dijo: “Ah, cuidao´ con meterse con ninguno de ellos”, porque usted sabe cómo era Trujillo. Yo no me quejo, nos trataron bien, que yo sepa no había queja, muy bien.

PDL. Y un contacto, allá, los primeros meses, allá, en Azua, ¿un contacto directo?

MLD. Sí, estaba bien, todo, estaba muy bien.


Sobre la Guerra Civil Española: recuerda que sus hermanos participaron en ella

PDL. Don Manuel, aunque usted estaba muy jovencito, pero yo quisiera escuchar algún parecer suyo sobre lo que fue la Guerra Civil, lo que le decían sus padres, después, allá, en su pueblo, ¿cómo fue la experiencia?

MLD. Yo era muy pequeño, yo nací en el 30 y la guerra fue en el 32, ó 33, más o menos, no recuerdo. Yo sé que sí, los hermanos míos fueron, habían tres en la guerra: uno se murió, no murió allá, vino a morir a casa.

PDL. ¿Fue herido, un hermano suyo fue herido?

MLD. No fue herido, pero la pasaban mal, mucha hambre, hasta malogrado, vino, pa´ casa.

PDL. Hermano mayor, uno de los mayores.

MLD. Sí, porque todos eran mayores que yo, yo fui el último.

PDL. Eso dejó marcada la familia, en ese sentido.

MLD. Bueno, claro, imagínese, venir a morir a casa, no lo mataron allá, pero venir a morir a casa es una cosa dura, ver un hermano enfermo, y los padres también, claro, tiene que sufrir, cualquiera lo sufre.


De la política: dice que no les interesa. De los años posterior a la guerra

PDL. Aunque muy niño, ya más maduro, más niño, más adolescente, las ideas de su padre, ¿qué comentaba sobre ese hecho?

MLD. Bueno, no me acuerdo que dijera nada, claro, pero según vienen los tiempos así hay que aceptarlos.

PDL. Pero de la política, por ejemplo, ¿qué opinaban, qué decían?

MLD. Na´, que ellos no sabían de eso, ni yo tampoco, yo nunca me he metido en política, ni ellos menos, tampoco, 26-39 _____ trabajar, nada más.

PDL. ¿Nunca escuchó criticar, cuestionar o estar de acuerdo?

MLD. No, allá no, aquí es que he oído 26-48 ______, aquí, pero que eso no viene al caso, claro; para mí todo está bien, porque cualquiera que esté arriba, yo tengo que seguir trabajando; no tengo interés ninguno, ni tenía, nunca he tenido interés en política, para eso hay que nacer para eso y yo no nací para eso, yo nací nada más pa´ trabajar.

PDL. ¿No hubo ninguna actitud en contra de los campesinos de su zona, diríamos de exigencia, de trabajo, de reestructuración, ni nada por el estilo durante los años posterior a la guerra, allá, en la zona suya?

MLD. Ah, allá, bueno, lo que había que trabajar y guardar. Yo me acuerdo que nosotros trabajábamos como dicen aquí, como negros, hasta a los montes íbamos a sembrar, 27-48 _____, para tener, para comer, porque cuando aquella, el que comía pan había que juntarlo. ¿Por qué?, porque de ese 28-01 _____ había que darle trigo, cebada, pan, todo eso.

PDL. Un porcentaje.

MLD. Sí, claro, porque 28-12 ____; nosotros no pasamos tanta hambre porque, ya le dije, como negros, trabajando más, fue duro.

PDL. No, no, me imagino; duro, duro.


Palabras finales. Contactos con España. Agradecimiento y cierre de la entrevista

PDL. Y bueno, anécdota que usted recuerde de esas jornadas ásperas de trabajo, la familia suya, el vecindario, allá, en España. Son detallitos que uno puede recordar así, aunque han pasado muchos años.

MLD. ¿Sobre qué?

PDL. Por ejemplo, de qué hora a qué hora se trabajaba, para poner un ejemplo.

MLD. 28-50 Me levantaba antes de amanecer y hasta de noche, a toda hora, siempre había que hacer algo: había que ir a mojar, había que regar, había que buscarle comida pa´ los puercos, de todo, algo siempre había que hacer, siempre había que trabajar mucho. No había descanso, todo era trabajar, trabajar, y duro.

PDL. Al pasar esos años, ¿cómo usted evalúa esa inmigración, ese proceso? ¿Positivo, negativo?

MLD. Bueno, yo que me quedé aquí debo decir que 29-38 ____ positivo, porque si no, me hubiera ido, porque volver pa´lla, eso es llegar a lo mismo. Pero ya estoy aquí, ya uno se casa, porque al poco tiempo me casé, digo: “¿Y a dónde voy ahora con los hijos y la mujer?, pues ya déjame ir”, y ya tenía este rancho, pues yo ya tengo dónde meterme, que es la base principal. Me fui quedando y quedando, y aquí ya, ya se queda poco, pero a terminar, ya.

PDL. ¿Cuántos hijos, don Manuel?

MLD. Cinco.

PDL. Contacto directo con España. ¿Ha viajado? ¿Con qué nivel de frecuencia?

MLD. Una sola vez, volví una sola vez, porque ya le digo, yo fui el último, se fueron muriendo los papás, se murieron al poco tiempo; los hermanos eran más viejos, murieron también. Queda uno que me sigue a mí, que tiene tres años más que yo; pero llamamos por teléfono cada poco tiempo, porque ya no le escribo, ni él tampoco, sino que por teléfono: “¿Qué hay, qué tal, estamos vivos, esto?”, y ya.

PDL. Don Manuel, usted dice que al poco tiempo murieron sus padres, ¿cuándo?

MLD. Bueno, sería a los dos años 31-05 ______, se murieron.

PDL. Don Manuel, si quiere compartir algún otro.

MLD. ¿Qué le digo? Yo tengo poca facilidad de palabra, ya usted sabe, uno enfermo, ¿qué le voy a decir? Si tiene algo que 31-30 ____, me dice, si sé, yo le contesto.

PDL. Cómo no, agradecido, don Manuel, por darnos esas vivencias, esas experiencias. Ya nos dijo que mantienen un contacto vía telefónica.

MLD. Sí, con mi hermano que me queda.

PDL. Y aquí la experiencia y el contacto como, por ejemplo, otros, al no conocer los detalles.

MLD. No, solamente con la familia, aquí, nosotros. No voy a visitar, ni ellos vienen aquí tampoco, pues no tengo esa comunicación tan fuerte con otros.

PDL. Pues agradecemos. Siendo las 11:05 minutos de la mañana, finaliza este encuentro con el señor Manuel Llanes Delgado, enmarcado en el proyecto Refugiados Españoles en la República Dominicana, por el Archivo General de la Nación, dentro de su labor de investigación histórica.
FIN DE LA ENTREVISTA 21/10/2009

domingo, 19 de diciembre de 2010

La niña que ayudó a cambiar a EE.UU.

BBC Mundo

                   Ruby Bridges, escoltada a la escuela

El desafío de la inocencia a las convenciones racistas.

Hace 50 años, en noviembre de 1960, una pequeña niña de seis años asistía a su primer día de clases en la escuela primaria William Frantz, en el estado de Luisiana, Estados Unidos.

Esa niña era Ruby Bridges, que tuvo que ser escoltada por alguaciles federales porque la escuela hasta entonces era exclusivamente para blancos y Ruby era negra, en lo profundo del Sur estadounidense.

Aunque la Corte Suprema de Justicia de EE.UU. había declarado la segregación ilegal desde 1954, todavía había fuerte oposición de parte de los gobiernos y ciertas comunidades en los estados sureños.

Bridges asistió a clases durante todo un año sola, porque los padres de los otros niños no querían que estuvieran cerca de ella debido al color de su piel.

Cinco décadas más tarde, habló con la BBC sobre su experiencia personal y el vital papel que jugó en romper las barreras raciales en Estados Unidos.

Recuerdo que ese día todo el mundo parecía estar muy emocionado. Los vecinos vinieron a la casa en la mañana para ayudarme a vestir para la escuela. Alguien golpeó a la puerta y cuando mis padres abrieron pude ver unos hombres blancos muy altos en trajes, con bandas amarillas en los brazos. 'Somos policías federales. Nos ha enviado el presidente de Estados Unidos'. Estaban ahí para escoltarme a la escuela.
Escuela primaria Wiliam Frantz

La escuela primaria Wiliam Frantz era exclusivamente para blancos.

Entré al auto con ellos. No sentí miedo. Llegamos a la escuela y había cantidades de personas en frente y agentes de policía a caballo y en motocicletas. Todo parecía como un gran evento. Viviendo en Nueva Orleans, pensé que se trataba de las fiestas de Mardi Gras.

Jamás imaginé que todo eso era por mí. Los policías federales me tomaron y me metieron rápidamente en el edificio hasta la oficina del rector. Vi como la gente de afuera entraba apresurada y me miraban por la ventana, gritando. Fueron a todas las aulas para sacar a sus hijos. Se los llevaron a casa y nunca los dejaron regresar.

Siempre hubo gritos y más gritos. Unos aparecían sosteniendo una pequeña caja, que era un ataúd de bebé en el cual habían colocado una muñeca negra.
Soledad

Cuando regresé el segundo día, la escuela estaba vacía. El rector me esperaba en el descanso de la escalera y me indicó dónde quedaba mi clase. Cuando entré vi una mujer que dijo: 'Hola, soy tu maestra -mi nombre es Sra. Henry'. Lo primero que pensé fue, '¡Es blanca!', porque nunca había tenido una profesora blanca y no sabía qué esperar.

                 Barbara Henry y Ruby Bridges.
              Maestra y alumna reunidas otra vez.


Resultó ser la mejor maestra que jamás tuve y amé la escuela por ella. Era una mujer que había llegado desde Boston para enseñarme porque los profesores de la ciudad rehusaban darle clase a niños negros. Fue como una segunda madre para mí y nos convertimos en las mejores amigas.

No falté un solo día ese año. Afuera la gente gritaba diciendo 'la vamos a ahorcar, la vamos a envenenar'. Recuerdo sentir mucho miedo esos días. Pero estaba confusa, no entendía por qué lo hacían.

Mis padres también sintieron la presión. Mi papá fue despedido de su trabajo en una estación de gasolina cuando su jefe se enteró que era su hija la que asistía a la escuela y los clientes se empezaron a quejar.

Meses más tarde caí en cuenta de lo que pasaba cuando me topé con otro niño en la escuela que me dijo: "Mi mamá me dijo que no puedo jugar contigo porque eres una negra". Con eso entendí todo. Era por el color de mi piel.

Me sentía muy sola. Creo que eso fue lo peor, tener seis años y ningún amigo. Muchas veces me preguntaba '¿Por qué yo?', pero a medida que crecí me empecé a dar cuenta del significado de '¿por qué no yo?'. Ahora me siento feliz de lo que sucedió. Me siento orgullosa de que mis padres aceptaron que fuera a esa escuela.

Como afroamericanos en ese entonces, la gente pensaba que si realmente querían ver cambios, tendrían que tomar el toro por las astas ellos mismos y eso fue lo que hicieron. Pero siempre le digo a la gente que hay mucho más camino por recorrer. Creo que uno se debe preguntar: ¿Qué he hecho yo?', porque eso es lo que se va a necesitar, que cada quien afirme 'Esta es mi contribución, esto es lo que voy a hacer'.

BATALLA DEL PUENTE. Testimonios - parte 4

Testimonio de De la Cruz, José
Lugar de entrevista Santo Domingo
Fecha de la entrevista 2005
Investigador: Ángel Encarnación
Proyecto: Voces de la Revolución de Abril

Combate en el Puente Duarte

Ángel Encarnación (AE.) ¿Usted participó en la Batalla del Puente?

José de la Cruz (JDC.) Si.

AE. ¿Cómo usted evalúa en la distancia lo que fue ese primer hecho para el Movimiento Armado de Abril?

JDC. Bueno, cuando comenzó la Revolución, lo primero que se cogió fue el Puente para que no pasaran los militares de aquel lado para acá, por ahí, y ahí se puso una Artillería, y ahí fue donde los primeros aviones se volaron, 28 y 29 ametrallaron hasta ese Puente, pero nosotros jugamos con ese ametrallamiento de los aviones, porque cuando un avión daba la vuelta allá, encima del Puente, nosotros lo que hacíamos era que nos desplazamos hasta las partes laterales y ellos venían inmediatamente comenzaban a disparar, no comenzaban a disparar en el Puente, en la Artillería sino comenzaban a disparar antes y entonces nosotros dejábamos la Artillería sola, nos íbamos a los lados y eso era un juego para nosotros, ellos pasaban cu-tu-cu-tu-cu-tu y volvían otra vez el otro, que eran dos aviones, venía el otro y hacía lo mismo y nosotros nos defendíamos y solamente murió un Sargento, porque yo le llamé la atención a ese Sargento, él estaba apuntando con una 50 y yo le dije: mire, eso lo puede llevar a usted, porque primero; no es un antiaérea, porque la antiaérea tiene una defensa, pero él me dijo: usted es militar, digo: yo se lo estoy diciendo porque yo he visto mucha película de guerra y yo se lo estoy diciendo, que estamos aquí en esto, viene un avión ahí y se lo lleva a usted, quizás el primero no se lo lleve, pero el segundo se lo lleva porque la segunda vez que él baje él sabe ya dónde está usted, y así fue, ahí fue que yo me armé.

AE. ¿Y a partir de ahí cuál fue su nivel de participación?

JDC. Un soldado, un soldado defendiendo la constitución del 63, un soldado y armado, y todo el mundo me respetaba.


Testimonio de Lora, Francisco Antonio
Lugar de entrevista Santo Domingo (Los Mina)
Fecha de la entrevista 28-03-2007
Investigador: Pedro de León C.
Proyecto: Voces de la Revolución de Abril

  • Batalla del Puente Duarte/ Ataques de aviones/ Combates/ Robos/ Asaltos a Destacamentos/ Policía

Francisco Antonio Lora (FAL.) Cruzamos al Puente Duarte, ahí hubo tremenda batalla, yo participé ahí en el Puente Duarte, luego comenzaron los tiroteos de los aviones, hubo un compañero, tenía una ametralladora 30, yo se la quité, me subí encima del edificio de los Almacenes Rodríguez, frente a Sederías California, ahí traté con la ametralladora de hacer un esfuerzo para librar esa batalla tan fuerte que transcurría en el Puente.

Luego estaban robando en Sederías, cogí la persona y lo mandé a ahorcar, las personas no quisieron ahorcarlo porque habían muchos movimientos de robos y muchas cosas, ya uno tenía par de días sin bañarse y el 27, el 28 cuando la mayoría ya habíamos participado en los asaltos a los Destacamentos de la Policía, en varios asaltos habíamos participado, luego no sé, se despojó un poco la cosa y algunos militares salieron, se dispersaron, el único hombre que apareció ahí como en eso de las cuatro de la tarde, que no salió huyendo fue el Coronel Manuel Ramón Montes Arache y nos comunicó que él no se iba a retirar y que íbamos a seguir peleando, yo me llené un poco de temor pero no podía abandonar a mi comandante, seguimos ahí.


Testimonio de Restituyo, Apolinar
Lugar de entrevista Santo Domingo
Fecha de la entrevista 06-06-2005
Investigador: Ángel Encarnación
Proyecto: Voces de la Revolución de Abril.

Batalla en el Puente Duarte

Apolinar Restituyo (AR.) Se le pidió a la policía que se definiera, y la policía como que estuvo vacilante, entonces empezaron las tropas constitucionalistas pidiéndoles que se rindieran al destacamento que estaba ahí mismo, llamado García Guerrero, que estaba ahí mismo en la cabeza del puente, ellos no quisieron rendirse, parece que pidieron refuerzos. Yo estaba ahí, los atacaron y los sometieron a todos, en ese instante llegó refuerzo en varias unidades de esas que usaban los cascos blancos que después eran cascos negros y también fueron enfrentados, y muertos casi todos y otros fueron hechos prisioneros, no sé que se hizo con esos prisioneros el hecho fue que toda esa parte estuvo tomada por los constitucionalistas.

Me quedé en el puente Duarte tratando de impedir que los guardias se fueran, que se iban horrorizados, abandonaban los cañones, abandonaban las armas, y yo mismo con una, dos, tres o cuatro personas que encontré en el puente logré arrastrar algunos de los cañones que habían abandonados en el puente Duarte, yo no sabía manejar ninguna arma y por eso no podía hacer gran cosa, en realidad, más que eso, le pedí a los guardias raso que encontraba, que nosotros estábamos dispuestos a protegerlos, a estar con ellos, a darle alojamiento, a darle comida, pero algunos no entendieron y se fueron, hay otros que se quedaron, pero muy pocos, entonces recuerdo que los aviones empezaron a bombardear, empezaron bombardeando creo que a Radio Televisión.

Es bueno decir que el día en que renunció o abandonó el Palacio Nacional el Triunvirato, nosotros ocupamos el Palacio, digo, lo ocupaba la multitud, porque yo me quedé fuera en realidad y un rato después empezaron unos bombardeos que creo que venían de unos barcos que estaban estacionados cerca y creo que los dirigía Rivera Caminero, yo llamé a mi padrino, mi padrino había sido Sub Jefe de la Marina y fue momentáneamente Jefe de la Marina cuando el Golpe de Estado de Rodríguez Echavarria, pues yo lo llamé y yo le pedí que por favor llamara a Rivera Caminero y le pidiera que se uniera a nosotros, él lo hizo, le dijeron que estaba en alta mar, le pidió que lo comunicara con el buque Insignia, lo llamó, habló con él, y le dijo que se uniera, pero Rivera Caminero dijo que no, que él no se iba a unir a esos comunistas, y todas las cosas que se acostumbraban decir en esa época.

El asunto fue que empezaron los bombardeos, recuerdo que en esa ocasión murió, creo que dentro del Palacio murió un diputado del PRD, no recuerdo el nombre, pero creo que era Arévalo Cedeño, hubo algunos muertos más.

De ahí salimos, empezamos a recorrer las calles y recuerdo que estando yo en el puente Duarte, donde no había prácticamente nadie, estaban los aviones ametrallando en ese instante, yo recuerdo que iba corriendo y los tiros me iban atrás hasta que me tiré en una casa, todo estaba desierto, pero un rato después la calle cercana al puente con José Martí más o menos, llegó en ese instante, yo estaba en la acera opuesta, llegó el Coronel Caamaño, que yo lo reconocí porque era como el centro de todos, llegó el Coronel Montes Arache con unos Hombres Rana, lo acompañaba también Héctor Aristy.

BATALLA DEL PUENTE. Testimonios - parte 3

Testimonio de Mercedes, Gisela Antonia
Lugar de entrevista El Seibo
Fecha de la entrevista 03-03-2007
Investigador: Pedro de León C.
Proyecto: Voces de la Revolución de Abril

Ataque en el Puente

Pedro De León C. (PDL.) ¿Y sobre el famoso ataque al Puente?

Gisela Antonia Mercedes (GAM.) En el Puente, ahí se pegaban los tanques, ¿verdad?, y lo que nos sucedió fue que metieron también los aviones, y había un desastre que tú no sabías de dónde era un brazo, de dónde era una cabeza, de dónde era un pie, porque ahí se acabó con todo el que fue, todo el que cogió para ahí los aviones lo bombardearon, porque no se esperaba, fue que engañaron a uno, ¿usted lo sabía?, el general engañó a uno, porque lo que estábamos esperando eran los tanques, y no fue con tanque, eso fue aviones y dijo que si su mamá iba, a su mamá bombardeaba, dijo él, eso está escrito, eso está escrito en la historia.

PDL. ¿En qué parte estaba usted en ese momento?

GAM. Cuando se declaró eso yo estaba en la Jacinto de la Concha, y cuando íbamos a coger para allá nos paró Payillo, y dice ¡No sigan, que van a acabar con todo el mundo, no sigan!, y nos retrocedió para atrás, y la gente desesperada así, y tú ves que paraban los carros y seguían corriendo, y yo dije ¡Pero hay que ir a verlo porque nos vamos a morir aquí!, dice ¡No sigan, no sigan, que están los aviones!, y nos devolvimos un grupo, porque era un grupo que íbamos para ahí.

PDL. ¿Y los heridos?

GAM. No ahí no se salvó nadie, ahí se murió todo el mundo, se regó gasolina y le pegaron fuego porque es que nada más había muerto, los muertos se quemaron, ahí se quemaron gente que eso fue lo último, eso era un bajo, que eso duró siglo, ese bajo, porque ¿A dónde lo enterraban?, no había dónde enterrarlos, nadie podía buscar un cadáver dizque: ahí me mataron un hermano, nadie podía buscar un cadáver, lo que había era que quemarlo para que no se lo comieran los perros, y perros habían pocos, porque con ese bombardeo y todas esas cosas que hubo, y después cuando metieron toda esa trinchera que ya tú sabes que cuando metieron esa trinchera fue que se fue calmando dizque un poquito la cosa, pero que eso estaba al rojo vivo, al rojo vivo.


Testimonio de Montes Arache, Manuel Ramón
Lugar de entrevista AGN
Fecha de la entrevista 15-11-2006
Investigadores: Jesús Díaz y Ponssy Alexis
Proyecto: Voces de la Revolución de Abril

  • Deserciones y bajas en las Fuerzas Constitucionalistas (Sto. Dgo. 1965)

JD. ¿Y de las deserciones? Hasta ahora, por ejemplo, todo el mundo plantea las cosas como perfecta, y es un poco extraño, porque parece muy de novela, pero es interesante que usted planteara así, marginalmente hablando, sobre que hubo deserciones. ¿Se dieron? ¿Dónde se dieron? ¿Cómo se dieron?

MA. Es natural. Fíjate, ubícate tú en esa situación. Cuando tú estás acostumbrado a ser, en tu forma de vida siempre has sido, de pronto te ponen que donde tú vas a la Escuela te salen con “¡qué es esto! ¡Qué diablo es esto!”, no lo has visto nunca ¿Verdad?, retrocedes, te vas por otro lado. Cuando nosotros nos vimos enfrentados en el desplazamiento ese del Puente Duarte, 11:30, 12:30, a partir de ese momento yo vi lo que nunca había visto en ninguna parte, hombres destrozados, destrozado. Porque alguien dice que saquearon dos manojos, el General Ramiro Matos dice que no fue combate, entonces, y si no fue combate donde se arqueó Aviación e Infantería y Marina, a qué le llama él, digo, el criterio lo respeto, porque es un oficial brillantísimo, pero, que caray, ahora, él sí puede, porque él fue una baja de Guerra, él fue herido por defecto de un disparo de un cañón, algo así, yo vi hombres ahí que tiró bombas ahí, lanzadas por aviación, pero eso fue que destrozan un hombre, yo vi hombre partido, y como yo muchos. Eso produjo, yo puedo decirlo con suficiente veracidad, que nosotros sufrimos una deserción de un 80%, más o menos por ahí, por razones, porque no todos fuimos entrenados, yo por lo pronto no fui entrenado para la Guerra, pero el grupo que yo tenía aquí tenía otra calidad, y no flaqueara uno, otro, pero eran tan pocos aquellos que no tenían oficiales al mando, porque eran pocos oficiales que estaban, hubo sí muchas deserciones.

JD. ¿En cuál de esto, por ejemplo, se contacta que hubo deserción? Dice en general 80% más o menos, pero en qué actividad, por ejemplo. ¿En el Puente hubo deserción?

MA. A partir de ese momento y es natural, esa es la verdad.

JD. ¿Y por la parte de conducción de especiales?

MA. El que estaba discutiendo en la Embajada Norteamericana, cuando los norteamericanos, que ahí está publicado, en un libro que salió, lo estuve repasando, muy bonito por cierto. Cuando el Embajador Norteamericano conmina a Caamaño y a los oficiales que están ahí, que se rindan, que están perdidos. Ellos tenían razón, de acuerdo a lo que recibían, las versiones que estaban, porque ya lo que había de nosotros ahí, en pocas horas sí habíamos sido diezmados, nos compraron con un aliado poderosísimo que fue al caer la noche, que no solamente no fueron mujeres, yo no sé si fueron mujeres, porque eso no lo vi yo, pero sí estaba en la Zona. Pero al otro día lo que yo vi, más que esos hombres destrozados por la ametralla y por los cohetes, fueron los hombres muertos de Infantería del CEFA, muerto, o a cuchillada o a palo, y yo no oí muchos tiros por la noche, un tiro más que otro, al otro día así mismito, muchachos con fusiles, que costó quizás de mucho de ellos, porque se iban a causar la baja ellos mismos. ¿Cómo lo consiguieron? Matando soldados y esos fueron los que repelieron realmente el cruce de la Infantería más que el enfrentamiento de los soldados. Esa es la verdad londa y lironda como dicen.

JD. ¿Se dio siempre o hubo la deserción, o hubo algún momento en el cual ya las Fuerzas se estabilizaran y la deserción bajara?

MA. Mucho, mucho. Después de establecido el centro y tomando la posición que tomó el gobierno constitucionalista, porque se podía esperar uno que otro que no eran tomado en cuenta, ni los nombres han transgredido, cualquier cosa, cuestión de familiares, cuestión de lo que fuere, pero ya no se esperaba, sino que ya se había operado que había creado una especie de orgullo, de estar dentro de la zona, ya de ahí para alante no había paz. Por eso es que yo te digo que los constitucionalistas pueden llamarse con mucha razón “El escarmiento de la debilidad Nacional”, porque después la misma población, estando ya ocupada del otro lado, venían gentes con su carro lleno de gasolina a darnos gasolina a nosotros, traían dinero, traían combustible y eso es algo que hay que resaltarlo, fue muy bonito, pero hay algo que hay que hacer notar también, que la zona que defendimos nosotros contra viento y marea, todos sus intereses, nunca ha habido una organización que haya hecho un reconocimiento a la honradez del gobierno constitucionalista, nunca lo han hecho, pero no importa, no estábamos para eso.

JD. Usted nos dijo la otra vez que se hacía un vale y se dejaba ahí.

MA. Y sus intereses fueron preservados todos, fíjese que hubo un oficial que fue muerto, Oscar Santana, por defender un puesto de pollo, óigame eso, por defender un puesto de pollo, y el que cometió el hecho, ese sí fue llevado y fue fusilado, pero por ladrón y asesino.


Testimonio de Hernando Ramírez, Miguel Ángel
Lugar de entrevista AGN
Fecha de la entrevista 06-10-2006
Investigadores: Ponssy Alexis y Jesús Díaz
Proyecto: Voces de la Revolución de Abril

  • Combates en el puente Duarte e intervención norteamericana (Sto. Dgo. 1965-04-27- Sto. Dgo. 1965-04-23).

Miguel Ángel Hernando Ramírez (HR.) … ese ataque contra el pueblo, los tanques llegaron a pasar , llegaron en todas partes de la ciudad arriba, no, cerca del Puente y posteriormente el pueblo y los militares nuestros que estaban allá, pero es el pueblo con bombas Molotov que prepararon los hizo retroceder y les quitó tanques y ellos se retiraron volvieron atrás y en una retirada desorganizada regresaron a sus cuarteles, no tuvieron ni el valor, ni el coraje, ni la decisión de seguir combatiendo, ellos han dicho que ganaron y yo no sé cómo fue que ganaron por que nosotros ya en la tarde recuperamos Puente y todo. Ellos se retiraron, día veintisiete estoy hablando , día veintisiete en horas de la tarde , de la tardecita, nosotros estábamos ganando y tanto es así que el Embajador americano y sus fuerzas, sus inteligencias, su servicio de inteligencia consideraron y se lo hicieron saber que las tropas de San Isidro, que ellos apoyaban, de la Fuerza Aérea, les hicieron saber que ellos eran unos blanditos y que no habían hecho lo que debían hacer , porque pensaban que ellos estaban a favor de la gente de San Isidro, entonces viendo que ellos estaban derrotados, que fueron derrotados esa noche, ya dieron la orden desde esa noche para que las tropas norteamericanas desembarcaran el día veintiocho de abril, pero yo agrego a eso que desde antes de esta desembarcan, ya aquí habían oficiales y gente de inteligencia de ellos que estaban en el país para los fines de intervención y preparar el terrero y esas cosas , la vanguardia de ese desembarco el día veintisiete fue muy, muy agresiva y después el día, los días siguientes y llegaron hasta unos cuarenta y dos mil soldados y a partir de ahí ya ustedes saben lo que ocurrió.

Jesús Díaz (JD.) ¿De la embajada ustedes salieron al Puente?


HR. De la embajada fueron al puente el Coronel Caamaño y se le agregan en el camino, el Coronel Marte Hernández, que es uno de los ayudantes del coronel Caamaño, muy valioso, y también el Coronel Montes Arache, ya estaba allá el coronel Lachapelle y Lora Fernández estaba también en el puente y otros oficiales más, los que quedaban en entrenamientos militares porque algunos militares cuando los norteamericanos comenzaron a decir en un avión los días subsiguientes al día veinticuatro, que éramos comunistas y que éramos gente de Castro, ah déjame decir esto que Benoit, Coronel Benoit que fue que encabezo la Junta Militar, cuando me vió a mi en el Palacio Nacional y yo me opuse a Junta Militar después salio diciendo, eso fue una cobardía y me ha amarado de lo que el hizo, oh y ese señor no comenzó y salió en los medio de prensa internacional “que yo estaba con el Che Guevara en el palacio nacional y quien estaba dirigiendo las operaciones, no era yo, sino el Che Guevara” eso dijo ese señor ahí que después ha tratado de decir que no fue así, pero eso esta grabado y esta registrado en todos los países del mundo de esa situación de eso que dijo ese señor ahí, tratando de decir que la famosa revolución la estaba dirigiendo Fidel Castro a través del Che Guevara que estaba aquí conmigo y otros barbudos más.

No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo.

Voltaire

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