lunes, 20 de diciembre de 2010

Testimonio de José Candal Candal - Proyecto Refugiados Españoles-

Lugar de entrevista Santo Domingo
Fecha de la entrevista
Investigador: Pedro De León C.
Transcripción: Esmirnalee Santana
Proyecto: Refugiados Españoles

Pedro De León C. (PDL). Siendo las 12:27 minutos de la tarde, nos encontramos en Santo Domingo, Distrito Nacional, específicamente en la calle Horacio Blanco Fombona, número 7, en el Ensanche la Fe.

José Candal Candal (JCC). En la Benéfica.

PDL. En una institución de la Sociedad Benéfica Pro-emigrantes Españoles. Estaremos compartiendo las vivencias, la historia, parte de lo que es su vida, del señor José Candal Candal. Por el Archivo General de la Nación Graciela Azcárate, Yoselyn Espinal, asistiéndonos en video, el señor Alfredo Vázquez en fotografía y un servidor, Pedro De León. Esto está enmarcado, esta conversación, dentro del proyecto Refugiados Españoles. Hoy, martes 20 de enero del año 2009.

Buenas tardes señor Candal.

JCC. Buenas tardes.

PDL. Gracias por recibirnos.

JCC. Y a ustedes gracias por venir.

PDL. Estaremos conversando así, como usted ha compartido parte de sus vivencias y queremos que nos hable de sus inicios. Ocasionalmente le haremos algunas preguntas, pero la idea es que usted nos cuente su vida. Para iniciar vamos a empezar con la fecha de su nacimiento.

JCC. ¿Bueno, la forma de cómo yo regresé a la República Dominicana?

PDL. Empecemos un poquito atrás, por favor. Dónde nace y la fecha de su nacimiento.

JCC. Bueno, yo nací en España, provincia La Coruña; municipio, le dicen Órdenes. Pero que entonces yo nací en una casa de un tío mío, la mamá mía vivía arrimada, porque nosotros éramos una gente pobre. Y entonces ella, en lo que estaba arrimada ahí me tuvo a mí, nada más una mujer soltera, me tuvo a mí solamente. Entonces ahí nos quedamos, trabajando, trabajando ahí, pero trabajando para el tío, no pa´ nosotros, sino para el tío donde estábamos viviendo ahí; como quien dice trabajaba uno por la comida.

Después nos cogió la guerra civil en España y entonces se puso la cosa más mala, hasta que un día yo trabajando ahí, ya yo tenía 18 años, y dije: “yo trabajando aquí, yo puedo salir a buscarme la vida”. Yo me fui de la casa, me fui; y entonces alquilé en un sitio, trabajando, porque nosotros trabajábamos en agricultura, era agricultor. No era un pueblo, era un pueblecito de agricultura, y la gente lo que vivía de agricultura. Allá es un trabajo fuerte allá, aquí es fuerte, pero en España es más fuerte el trabajo de agricultores.

PDL. ¿Y por qué?

JCC. Digo, antes, yo no sé ahora. Sí, porque antes España era un país atrasado en maquinarias, quiero decir maquinarias para agricultura; porque tú sabes que en la era de Franco, Franco estaba sancionado por la dictadura, Europa lo tenía sancionado, tenían comercio, pero no ayuda como a tecnología y esto, bueno, en fin. Entonces yo me fui de la casa, me alquilé en un sitio, trabajando también ahí. Me dijo el dueño: “Yo le voy a dar 40 pesos mensuales, 40 duros”. 40 duros, que un duro tiene 5 pesetas, ¿cuántos son? Un duro tiene 05 pesetas, cuarenta duros al mes.

PDL. Al mes.

JCC. Al mes, exactamente 04-15 _____ descuento, él nunca me dio na´.

PDL. ¿No? Le prometió y no le dio.

JCC. Eso es, trabajando y nunca me dio. Yo duré dos años allá, duré dos años en la casa, entonces después sí yo me fui de la casa y me alquilé en otra parte, en La Coruña, pero trabajando en agricultura también; ahí, en agricultura. Dice: “Ganando 04 pesetas diaria”. ¿Usted sabe qué es una peseta española?

PDL. Cuatro pesetas españolas diarias.

JCC. Cuatro diarias, cuatro pesetas diarias. Al mes eran cuántas.

Graciela Azcárate (GA). 120.

JCC. ¿Por 30?

PDL. Sí.

JCC. ¿Cuánto es?

PDL. 120.

JCC. 120 pesetas, eso era. Entonces ahí –trabajando- tuve como un año o dos, o tres, trabajando ahí. Entonces me dijeron: “pero mira, tú debes dejar ese trabajo”. Y dice: “vete al consulado dominicano y apúntate pa´ la República Dominicana, porque están pidiendo emigrantes para trabajar en agricultura”.

PDL. ¿Quién le dijo eso?

JCC. Me dijo un amigo mío.

PDL. Un amigo.

JCC. Un amigo. Dice: “Están pidiendo para trabajar en agricultura, usted nada más tienen que apuntarse, no le vale nada el viaje porque el gobierno le paga todo”. Dice: “Si le gusta se queda, y si no le gusta puede regresar otra vez”. Yo me quedé, porque éramos una gente tan pobre, en España, y por lo menos aquí estaba uno trabajando para uno. Bueno, entonces yo me apunté; dijeron que no cobraban nada, pero cobraron 500 pesetas.

PDL. Antes de venir.

JCC. Sí, porque había una mafia, eso cómo se dice, había una mafia; el viaje era gratis, gratuitamente, pero entre los que manejaban ese asunto, entre ellos había una mafia, había que pagar 500 pesetas por el viaje.

PDL. ¿Y cómo usted la consiguió? ¿Las tomó prestadas o las ahorró?

JCC. No, una tía mía me las prestó, una tía que yo tenía; no me prestó 500 pesetas, sino, me prestó 2,000 pesetas, 2,000 pesetas me prestó. Con 2,000 pesetas pude yo comprar ropa pa´ venir pa´ca; entonces compré ropa, compré zapato, hice un traje, compré camisa, bueno, en fin. Entonces nos montamos en el barco, un barco que le decían Ascania, italiano. Duramos once días con once noches navegando; llegamos aquí a las once de la mañana al puerto Santo Domingo, ahí en el puerto Santo Domingo, ahí desembarcamos. Cuando desembarcamos eran como las cuatro de la tarde, porque traía mucha gente el barco, traía como mil y pico, todos pa´ca, todos pa´ca.

GA. La fecha es 14 de noviembre de 1955.

JCC. 14 de noviembre de 1955 llegamos aquí, a las once de la mañana y desembarcamos como a las cuatro o las cinco de la tarde. Entonces aquí nos destinaron: unos pa´ Baoba del Piñal, otros pa´ Constanza, otros pa´ Azua, otros pa´ Miches, en un pueblo que le decían Miches, otros pa´ San Juan de la Maguana. Entonces me recuerdo que salieron las guaguas como a las seis de la tarde de aquí, tres o cuatro guaguas pa´lla, pa´ Baoba, los otros iban pa´ otra parte. Salimos como a las seis de la tarde, llegamos de madrugada allá, de madrugada, a Baoba del Piñal.

PDL. La carretera, ¿cómo le pareció a usted?

JCC. No, las carreteras eran estrechitas, puente de madera; cuando los camiones venían cargados de naranja y plátano, iban unos franqueadores alante y lo paraban, los franqueadores, pa´ que las guaguas pasaran. Bueno, paramos en San Francisco de Macorís, y entonces en San Francisco de Macorís yo había gastado todos los cuartos en el barco (risas), lo que traía era seis pesetas: un billete de cinco pesetas y una peseta. Y entonces yo fumaba, tenía ganas de fumar, un apetito de fumar; bueno, y hay como una paletera ahí, yo voy a comprar y digo: “déme un paquete de cigarrillo de crema”. Cuando voy a pagar, yo voy a pagar con cinco pesetas, y me dijo ella: “no, ese dinero no vale aquí” (risas), y es verdad que no valía. Bueno, pero entonces yo tenía un familiar aquí que era segundo primo mío, que vino en otro viaje primero, entonces me fue a esperar al muelle, entonces me regaló 10 cheles para comprar un paquete de cigarrillo crema, pa´ yo fumar.

Bueno, llegamos al destino de Baoba del Piñal, ahí nos metieron en unas casitas que estaban ahí, era un monte; había mosquitos que eso no tiene…, mosquito. Yo me recuerdo que llegamos y yo me tiré en la cama, saqué la camisa, los zapatos y me tiré atravesao´ en la cama; y por la mañana, cuando me levanté, tenía esto [los brazos], parecía como los muchachos cuando tienen sarampión, igualito como el sarampión. Y por la mañana dije a uno: “¿Y de qué será esto?”. Dice: “Ay hombe, eso fueron los mosquitos, que tú no pusiste el mosquitero”, porque la casa estaba amueblada con todo, tenía su sábana, colchón: un par de sábanas, un par de fundas de almohadas, una almohada, tenía su mosquitero, tenía una mesa, tenía útiles para cocinar también, sí, estaba amueblada con todo, lo que no tenía luz, porque el contrato decía: “agua, casa; agua, luz”, no, decía: “una casa amueblada con agua y luz”, pero la luz era de esa de lámpara de gas; no había luz eléctrica, pero está bien.

Y ahí estuvimos como un año sin trabajar, porque todavía estaban preparando la tierra para trabajar. Entonces yo echaba días explotando maní a otros españoles que habían llegado primero; nos pagaban el saco de maní, explotado, que lo arrancan, eso es, entonces la vainita, sacarla de la rama, el saco a 50 centavos, el saco.

PDL. El saco.

JCC. El saco a 50 centavos. Yo llegué con seis pesetas y me recuerdo que al otro día llegó un pagador del Estado, de Trujillo, que Trujillo era el Estado, como quien dice, y nos dio nueve pesos a cada uno, nueve pesos. Dice: “repártanlos para 15 días, a 60 centavos diario”; y se comía con 60 centavos diario.

PDL. Nueve pesos por un mes.

JCC. No, por quince días.

PDL. Por quince días.

JCC. Sí. 18 pesos al mes, era 60 centavos diario, que comía uno con ello. Nos daban la leche gratis, y leche buena, eh, cuando Trujillo, nos daban una botella de leche a cada uno. Antes de repartirnos nos dieron la tierra, nos sembraron la primera cosecha, ya nos quitaron el subsidio, pero ya cuando los frutos estaban para coger. Yo me recuerdo que la fanega de arroz yo la vendía a ocho pesos, ahora vale como 700.

PDL. Una fanega de arroz, ocho pesos.

JCC. Sí, un saco lleno, de 100 kilos, a ocho pesos; y un quintal de maní valía ocho pesos también.

PDL. También.

JCC. Sí, ocho pesos, pa´ la Manicera.

PDL. Ambas cosas usted las cultivaba, arroz y maní.

JCC. Sí, yo cultivaba maní y cultivaba arroz también; y entonces la protección era por nosotros. Nosotros vinimos libres de impuestos pa´ la República, libres de impuestos, el contrato fue eso, libres de impuestos: no había que pagar cédula, ni había que pagar impuesto al Estado, libres de impuestos, trabajar en agricultura. Ahora, era pa´ trabajar en agricultura, pa´ venir aquí, a la Capital, había que pedir permiso a una colonia, porque allá había un encargado, en la colonia, había un encargado para todo; y uno decía: “Bueno, yo voy a la Capital, a la Ciudad Trujillo”, que se decía Ciudad Trujillo. Entonces decía: Bueno, si era por enfermedad, no le daban límite; pero era para hacer diligencias, tres días: uno pa´ venir, otro pa´ hacer la diligencia y otro pa´ regresar. Cuando uno regresaba tenía que presentarse en la oficina, otra vez ahí, como decir: “estoy listo para la tarea (risas)”.

PDL. Y esa autoridad era civil, o militar, dominicana.

JCC. No, no, había policía, pero el encargado era civil.

PDL. Un civil.

JCC. Era un civil, sí; era encargado de eso, encargado de la colonia.

PDL. Ese era el trabajo.

JCC. Como trabajaban los españoles, había que trabajar, en ese tiempo había que trabajar, no era así, venir acá a pasear. Había algunos que no trabajaron y los botaron pa´ España, sí, los botaron pa´ España.

PDL. ¿Y conoció algunos de esos casos usted, allegados, amigos suyos?

JCC. Sí, que no trabajaban; el encargado, de una vez: “páseme el pasaporte”

PDL. Tomaba nota.

JCC. Sí, le pedían el pasaporte, lo tenían ahí hasta que llegara el barco, cuando llegara el barco, ¡prepárate! Nos trajeron en guagua, pero cuando iban pa´ ciudad Trujillo, pa´ los viajes pa´ embarque era en Catarey. ¿Usted sabe qué era un Catarey? Un camión

PDL. Un camión.

JCC. De cargar caña (risas).

PDL. Incómodo para moverse.

JCC. Incómodo, eh; porque es lejos eso, debe ser como 200 kilómetros de aquí a Nagua, o 200 o 200 y pico debe ser.

PDL. Y más para la época, quizás los caminos incómodos, pedregosos.

JCC. Eso es un camino incómodo, y de noche, porque venían de noche pa´ llegar de madrugada, eso es en el camión.

Bueno, entonces ahí nos dieron la tierra, comenzamos a trabajar, eran ciénegas, eso eran ciénegas. Cuando el tiempo estaba seco era bueno, pero cuando estaba mojado, para sacar ese arroz, los mulos se caían: uno aquí y el otro caía allá, había que cargarlo otra vez (risas), porque no había carretera, eran caminos malos, porque no había carretera, porque si la agricultura tuviera carretera sería otra cosa, pero eran caminos que no tenían carreteras.

Bueno, entonces ahí tuvimos trabajando en agricultura hasta que murió Trujillo. Cuando Trujillo murió entonces nos quitaron la tierra, porque la tierra dizque era del Estado, dizque una finca del Estado, no sé. Entonces nos dieron 2,100 dólares a cada uno, 2,100 pesos, pero el dólar estaba casi al par con el peso. Y ahí me dio ese dinero, muchos se fueron pa´ España, yo quería regresar a España, pero dije: “si yo voy a España voy a estar en la misma cosa”. Porque una gente pobre lo que iba a alquilarse pa´ trabajar en agricultura y ganar poco, porque entonces se ganaba poco, ahora no, porque ahora es otra cosa, porque eso hace 53 años de eso. En 53 años España cambió muchísimo, digo, según dicen los que van allá, yo no he vuelto allá.

PDL. ¿Nunca ha vuelto?

JCC. No, no he vuelto a España, 53 años llevo aquí y no he vuelto a España.

PDL. ¿Y sus familiares?

JCC. Mi mamá, porque yo no tenía hermanos, era una mujer soltera, y ya ella se murió.

PDL. Me puede decir el nombre de ellos, por favor, de sus padres.

JCC. Ella, Josefa Candal.

PDL. ¿Estuvo siempre con su madre, no hubo relación con su padre?

JCC. No, porque mi padre nunca me ayudó, nunca me ayudó a mí.

PDL. Entonces me dice que usted fue hijo único.

JCC. Sí, porque era soltera, ella, y nada más me tuvo a mí solo, solamente a mí solo, no tuvo a más nadie. Pues sí, entonces me dieron 2,100 pesos, yo quería regresar a España y dije: “voy a regresar a España, voy a estar en la misma allá”. Entonces vine pa´ca, me metí en una pensión, en el Mercado Modelo y ahí duré un año sin trabajar hasta que alquilé una casita en Villa Juana, ahí fue en el 63.

PDL. En el 63.

JCC. 63, 1963.

PDL. Alquila una casita en Villa Juana.

JCC. Y ahí puse un negocito de enmarcación de cuadros, pero para uno levantar la comida, no más, no a gran escala, pa´ uno levantar la comida. Me llevaban una foto, yo la montaba, me llevaban un diploma, yo lo montaba, me llevaban una pintura, yo la encuadraba, la enmarcaba también y de eso yo vivía ahí. Hasta que después yo me enfermé de la vista, casi no veía, vaina de catarata, entonces me tuve que operar de la vista, ya yo dejé el negocio, dejé de trabajar, después me operé de una hernia ahí, después me operé de otra hernia ahí, después me dio un dolor en la columna; ahí, en la Plaza de la Salud fue que me dieron terapia; me mejoré ahí, sí, me mejoré ahí, en la Plaza de la Salud. Y entonces fueron un día las muchachas de la Embajada, por allá. Dice: “¿Usted vive solo aquí?”. Digo: “Sí”. Dice: “Usted no puede vivir solo, aquí, que no sé qué, que esto, aquello”. “Bueno, está bien ¿y pa´ dónde voy a ir, entonces?”. Dice: “Venga, que lo vamos a llevar a la Benéfica”. Y me trajeron aquí.

PDL. ¿Quiénes fueron las muchachas?

JCC. Una muchacha de la Embajada Española.

PDL. Fueron allá y lo localizaron a usted.

JCC. A visitarme, porque como ellos tienen todas las notas de donde viven los españoles, más o menos tienen todas las notas; a la mañana, como a las diez de la mañana tocaron la puerta ¡pun pun pun pun!, yo voy a abrir la puerta y me dice: “Yo soy de la Embajada Española, vengo a ver cómo usted vive aquí”. Digo: “Bueno, yo vivo solo, aquí”. Le abrí la puerta, miró, dice: “¿Usted vive solo?”. Digo: “Sí”. Dice: “Usted no puede vivir solo aquí, porque usted está enfermo”. Digo: “Sí, estoy medio enfermo”. Dice: “Vamos a llevarlo a la Benéfica; si le gusta, usted se queda; si no le gusta no es obligao´ tampoco”, me dijo ella. Y bueno, me trajeron aquí y me quedé aquí hasta hoy.

PDL. Se repitió la historia que le dijeron allá, en España: si le gusta, se queda; si no, regresa.

JCC. La misma cosa, exactamente, porque no es obligao´ aquí tampoco.

GA. Señor Candal, ¿y eso en qué año fue?

JCC. En el año 2000, que vine pa´ca; es decir, que llevo ocho años aquí.

GA. Nueve.

JCC. Bueno, sí, nueve, pero no cumplido, pero ponle nueve.

PDL. Volviendo un poquito atrás, señor Candal, el año de su nacimiento.

GA. 1928.

JCC. 1928.

PDL. Quisiera que nos profundizara sobre la fecha en que le despojan a usted de la tierra, después de la muerte de Trujillo. A Trujillo lo matan en mayo.

JCC. A Trujillo lo mataron en el 61, en el 62.

PDL. ¿A principio o a mediado, que usted recuerde?

JCC. No, la fecha, fecha.

PDL. Pero fue en el 62 que lo despojaron.

JCC. Eso es.

PDL. ¿Cómo fue? ¿Recuerda esos detalles?

JCC. En el 62.

PDL. ¿Cómo fue? ¿Llegó una comisión, le hablaron?

JCC. No, turbas, turbas.

PDL. ¿Cómo así?

JCC. Turbas de gentes, sí

PDL. Civiles o militares, ¿cómo era?

JCC. No, civiles.

PDL. Fueron allá.

JCC. Sí, y le quitaban; nosotros teníamos mulos que pertenecían a la colonia, que eran de la Secretaría de Agricultura, pa´ cargar el arroz, nos quitaban el mulo también. Eran turbas, fueron allá y saquearon tres colmados que había, los saquearon.

PDL. ¿Y qué hicieron ustedes? ¿No se quejaron? ¿No había una autoridad representante?

JCC. No, la guardia fue allá, yo me recuerdo, la guardia fue allá, había un coronel de Nagua; estuvieron allá, investigaron, llevaron algunos presos, pero no era como decir: “usted fue”, como fue de noche. Ellos los llevaban pa´ interrogarlos, no más, pa´ interrogarlos, pero no decir: “usted fue el que robó o que no robó”. Y la tierra, como era un contrato del Estado y la tierra era del Estado, parece que cuando mataron a Trujillo caducó el contrato, digo yo.

GA. Cuando ustedes llegaron, ¿usted firmó algún contrato?

JCC. Sí, claro que firmamos un contrato.

PDL. ¿Cuántos eran ahí, más o menos, cuántas familias, cuántos trabajadores como usted estaban en esa zona?

JCC. Éramos muchos, donde yo estaba eran 65 casas.

PDL. Y a todas usted dice que hubo ahí saqueo de noche, persecución.

JCC. No, los colmados.

PDL. A los colmados.

JCC. Solamente a los colmados.

PDL. Y a ustedes, diríamos, en el traslado de la mercancía, ¿tenían inconvenientes con los animales, se los robaban?, usted nos contó eso ahorita.

JCC. No, ellos nos paraban en el camino y nos sacaban la…

GA. La mercancía.

JCC. No la mercancía, la mercancía no; sacaban al mulo y tiraban los sacos en el suelo.

PDL. Era para accidentar eso.

JCC. Eso, pa´ decir: “esto no le pertenece a ustedes, nos pertenece a nosotros”.

GA. Para echarlos.

JCC. Eso es. Entonces el gobierno hizo así y nos dio una indemnización, como teníamos un contrato negociaron con la Embajada, con el…

GA. Con el Embajador.

JCC. Con el Embajador o el cónsul, yo no sé, negociaron con eso, como había un contrato de trabajo negociaron eso, los 2,100 pesos.

PDL. Quisiéramos entrar, un poquito más profundizar, porque esos son hechos históricos que queremos esclarecer para que queden en la memoria y no se olviden. ¿Recuerda usted alguno de los nombres de los que acosaron a esa población, algunos de los civiles líderes?

JCC. No, no, pero ya esos son viejos, imagínate.

PDL. Pero algunos nombres, quizás usted recuerda, o se barajaron algunas personas de los que estaban haciendo eso.

JCC. No, no, no conozco, no; no conozco nombres. Esos eran viejos y muchos talvez se murieron ya, porque yo era un hombre joven todavía, eso es. Del 63 al 2009, ¿cuántos años hay? Van muchos años.

PDL. Hay varios, hay varios, pero es bueno que quede eso para la historia si usted recuerda algún detalle extra. Por ejemplo, La Embajada, el Consulado Español aquí, ¿que hizo?, a parte de buscar ese arreglo de indemnización.

JCC. Eso, buscó arreglo pa´ indemnizarnos a nosotros.

PDL. ¿Pero le visitó después, cuando ocurrieron esos incidentes, hubo visita oficial?

JCC. No, no hubo visita allá.

PDL. Tanto de las autoridades españolas como de las dominicanas, ¿no hubo visita?

JCC. No hubo visita, hubo una negociación, no más.

PDL. Solamente.

JCC. Eso solamente, para indemnizarnos, entonces el que quería iba pa´ España, sí, muchos se fueron pa´ España, yo me quedé, porque no tenía vida en España tampoco, somos gente pobres.

PDL. Señor Candal, para ubicarnos, el dinero de esa indemnización se lo llevaron allá mismo o ustedes pasaron a recogerlo en algún lugar.

JCC. No, fuimos a Bienes Nacionales, que estaba en la esquina del Conde con Arzobispo Meriño, un edificio que había ahí, esquina el Conde con Arzobispo Meriño, cerca de la Catedral, frente de la Catedral, ahí estaba Bienes Nacionales; ahí fue que nos entregaron el cheque.

PDL. El mismo 1963.

JCC. En el 63, nos entregaron el cheque.

PDL. Y al momento de entregárselos todavía ustedes estaban viviendo, durmiendo allá o ya estaban fuera.

JCC. No, estábamos allá todavía, porque ellos lo que quería era la tierra, ellos no querían la casa; la casa también, pero lo que nos despojaron fue de la tierra, pero no de la casa.

PDL. Y no estaba integrado o la tierra de trabajo estaba separada de la casa.

JCC. No, estaba muy lejos, estaba como a dos kilómetros o tres kilómetros.

PDL. Separada de las viviendas.

JCC. Sí, sí, estaban lejos, eran ciénegas, estaban lejos, no estaban cerca.

PDL. Así que después de despojados de esas tierras de trabajo ustedes permanecían viviendo en el lugar.

JCC. Ahí, sí, sí; lo que pasa que como no estábamos trabajando, no estábamos haciendo nada, bueno.

PDL. Pero podían permanecer ahí si en dado caso hubiesen encontrado otro medio de producción.

JCC. No, a nosotros nos avisaron que teníamos que…

PDL. ¿También?

JCC. Sí.

PDL. Que mudarse de ahí.

JCC. Claro, porque ya el contrato caducaba, con indemnizarnos el contrato caduca.

PDL. También la casa había que dejarla

JCC. Pero claro, porque imagínese, eso es como el que trabaja en una fábrica, cuando lo liquidan…

PDL. Ya.

JCC. Ya el contrato terminó, así mismo es.

PDL. ¿Y cómo usted recuerda ese ambiente? Las personas tienen que dejar ya esos sueños que tenían de prosperar y trabajar ahí, y con ese dinerito, ¿qué hicieron algunos de sus amigos y algunos de sus vecinos?

JCC. Bueno, es como le digo, que muchos se fueron pa´ España, otros compraron tierra allá y se quedaron y tienen finca de ganado por allá, fueron comprando tierrita, tierrita, tierrita, tierrita. Porque fue cuando la gente comenzó a emigrar a la ciudad, porque cuando Trujillo no podían emigrar a la ciudad, entonces cuando dieron libertad de tránsito el campesino comenzó a vender la tierra y a emigrar a la ciudad. Entonces muchos españoles que quedaron allá, algunos que quedaron allá se aprovecharon y fueron comprando baratas, porque el dominicano la vendía barata, porque ya la tierra estaba cansada, estaba cansada sin abono ni nada; una cosecha, otra cosecha, otra cosecha, otra cosecha.

GA. Entonces las cosechas no eran productivas.

JCC. El maní no era productivo, el arroz sí, porque el arroz es de agua y en ciénega el arroz se da, y además al arroz le puedes echar abono. Pero el maní no, el maní en tierra seca no 32-08 ______, se cansa la tierra, se cansa. Entonces el campesino estaba cansado ya de trabajar y siempre lo mismo, siempre lo mismo, “vamos a emigrar a la ciudad”. Porque me recuerdo que aquí, Balaguer, cuando murió Trujillo, Balaguer aquí estaba regalando paletera, triciclos y motoneta; y muchos decían: “yo me voy pa´ la Capital y me dan una paletera y allá vivo yo bien sin trabajar, vivo sin trabajar (risas)”.

PDL. Recuerda usted, don Candal, el precio de la tierra, de cómo se vendía, a qué precio más o menos.

JCC. No, cuando nosotros el precio no sé cómo se vendía, como la tierra era del Estado.

PDL. Usted dice que en el 63 algunos de sus vecinos optaron por comprar algunas tierras.

JCC. Sí, pero yo no sé a cómo la compraban, ellos la compraban, “te voy a dar tanto por el conuco y la casa”, era un ranchito, “dame tanto”. Y algunos que se quedaban en el medio, y por no tener problemas con el ganado, el ganado se rompía los alambres, le comía la cosecha y esto y aquello, pa´ salir de ese pleito se la vendía también. Así se fueron haciendo de cantidades de tierra, cantidades grandes de tierra, ganaderos fuertes.

PDL. El caso que usted vino en un período de un gobierno duradero, una dictadura, ese cambio, esa experiencia, usted estando en República Dominicana, de una dictadura a unos gobiernos inestables. ¿Cómo usted percibe la sociedad dominicana en ese cambio? 60, 63, luego 64. ¿Qué usted recuerda de esos tiempos?

JCC. Bueno, yo de eso no puedo decir, porque yo de política entiendo poco, yo lo que sé es que yo vine a trabajar pa´ la República; cuando Trujillo, en el gobierno de Trujillo uno trabajaba, nadie se metía con uno, eso es; y uno tenía que trabajar. Lo que pasa es que no había libertades, porque había una ley, pa´l campesino había una ley de vagancia, no sé si ustedes tienen oído de eso, una ley de vagancia, las diez tareas, todos los campesinos tenían que tener las diez tareas pa´ trabajar. No podían venir aquí, a la Capital, a pasear, cuando Trujillo no; había una ley de vagancia. Y nosotros, mira que estábamos en la colonia, y para venir a hacer una diligencia en la Ciudad teníamos que pedir permiso, no era así, arrancar, ¡vete p´allá!, había que pedir permiso en la colonia al jefe de la colonia.

PDL. Entonces usted interpreta

JCC. Pero lo que pasa es que cuando Trujillo no se hablaba de política, eso es; lo que se hablaba era “¡viva el Jefe! (risas)”, exactamente, pero de política yo entiendo poco, no entiendo eso.

PDL. Pero el orden establecido después del 63 y el 64, ¿de qué forma alteró eso su vida?, ya el Jefe muerto. ¿Cómo se alteró su vida en lo económico y en lo social?, cuando se le despoja de su tierra.

JCC. Bueno, como a mí me dieron los chelitos, yo dije: bueno, pues yo no voy a malgastar los chelitos. Pa´ ir pa´ España no alcanzaba para nada, alcanzaba poco; me voy a ahorrar esos chelitos y voy a poner un negocito, un negocito pa´ levantar la comida, como se dice, la comida.

PDL. Don Candal, y de los vecinos conocidos de la colonia, amigos, compañeros de trabajo, ¿usted recuerda alguno quizás con intenciones, ideologías políticas o que hablaba de política?

JCC. No, en ese tiempo no, en la colonia no se hablaba de política, no se podía hablar de política, ¡viva el Jefe!, sí.

PDL. Solamente.

JCC. Exactamente.

PDL. Porque siempre aparece uno que opina.

JCC. Pero que yo me recuerdo que el agua era un molino de viento, y entonces unos llegaron del trabajo y subieron arriba a darle vueltas al molino, pa´ que bombeara el agua ahí. Y dice: “pero mira como Trujillo nos tiene aquí, dando vueltas…”

PDL. Al molino (risas).

JCC. No tardaron ni ocho días, vino el jefe de la colonia y les cogió el pasaporte y los mandó, eran tres, y los mandó derechito pa´ España.

PDL. Ese es un ejemplo.

JCC. No que tiene un sembrado, que tenga sembrado, nada, el pasaporte y si tiene sembrado se queda ahí el sembradío, eso es.

PDL. Pero por ese comentario solamente.

JCC. Por ese comentario. No, y peor fue unos, una vez, que iban pa´ la playa, iban hablando y entonces había una cañada en la carretera, no había puente, pero un riachuelo, y entonces había que sacar los zapatos pa´ pasar, y cuando uno regresaba p´acá, volver a quitar los zapatos. Iban hablando, iba uno, porque en la calle habían mucho calié, cuando Trujillo; y había uno que iba descalzo con ellos, descalzo y un machete guindado ahí, un machete como agricultores.

PDL. Un campesino.

JCC. Eso, un campesino, iba hablando, y entonces ellos llegaron a decir: “yo no sé cómo Trujillo no hace un puente aquí pa´ pasar, porque eso de quitar los zapatos pa´ pasar, y p´allá y p´acá y eso, debiera hacer un puentecito aquí, Trujillo”. El hombre, más p´alante hay un destacamento de la policía, un cuartel. Entonces más p´alante él le dice: “bueno, yo me voy a apurar el paso porque tengo que hacer un trabajito, ustedes vienen más al paso”. Y él se apuró el paso p´alante, entonces cuando los españoles iban frente al destacamento de la policía: “párense ahí, están detenidos”. “¿Pero por qué?”. Dice: “ustedes venían hablando mal de Trujillo”, eran como tres, los metieron presos. Estuvieron como tres meses presos, a los tres meses los mandaron pa´ España.

PDL. Por ese comentario.

JCC. Por eso, que debían hacer un puente, pero que el calié le dijo a la policía “esos vienen hablando mal de Trujillo (risas)”, y por eso los mandaron pa´ España.

PDL. ¿Recuerda el nombre de esas personas?

JCC. No, no recuerdo el nombre.

PDL. Pero eran vecinos suyos.

JCC. Vecinos, sí, pero no recuerdo, fue al poco tiempo de nosotros llegar aquí, no recuerdo el nombre. Los tuvieron en Samaná presos, tres meses.

PDL. Y después de tres meses…

JCC. Los mandaron pa´ España.

PDL. Entonces, don Candal, ¿sentían ustedes temor, algún comentario, ya con esos ejemplos?

JCC. ¿Cuando Trujillo?

PDL. Sí.

JCC. Bueno, uno sentía el temor de no meter la pata, como dice el refrán, había que cuidarse mucho hablando, exactamente. Digo, yo nunca hablé mal, porque yo nunca me metí en política y esto y aquello, pero cuando Trujillo uno se cuidaba mucho, porque por cualquiera cosita. Porque no era Trujillo, eran los calié que ponían 42-12 ______.

PDL. ¿Y en esa colonia había dominicanos, una gran cantidad?

JCC. No, eran españoles todos.

PDL. ¿Todos?

JCC. Todos españoles, todos.

GA. Y la colonia, ¿cómo se llamaba?

JCC. Baoba del Piñal. Mira cuántos barrios había: Baoba del Piñal, 01; no, Baoba del Piñal era el municipio, quiero decir la colonia, pero había: Vista Linda, 01; Los Pajuiles, 02; Ochoa, 03; Payita, 04; San Rafael, que es donde yo vivía, 05; Doña Julia, 06; Santa María, 07, y San José de Pastrana, 08, ocho pueblos. Y tenían los ocho pueblos de 40 a 60 casas cada uno; éramos muchos.

PDL. Y usted recuerda, por favor, dénos una idea de cómo se fue construyendo eso: los negocios, la dependencia para comprar comida, el traslado de las mercancías a un lugar de venta, ¿cómo fue evolucionando eso, don Candal?

JCC. ¿Cómo comprando la mercancía?

GA. Ustedes producían el arroz, ¿y a dónde lo llevaban a vender?

PDL. ¿Cómo era eso?

JCC. No, eso lo iba a comprar uno que le decían Mariano Palmero, de Pimentel.

PDL. Iba allá.

JCC. Sí, que tenía una factoría, y él iba allá casi todos los días con camiones, a comprar, todos los días iba.

PDL. ¿Todo era así, no había que trasladarlo de un lugar a otro?

JCC. No, no, no, ellos iban allá a comprar. El maní no, porque le maní había que llevarlo a La Manicera.

PDL. ¿A dónde?

JCC. A Río San Juan o a un sitio que le decían Entrada de Cabrera, en Nagua.

PDL. ¿Ustedes sí tenían que llevar ese maní allá?

JCC. El maní sí, había que llevarlo allá.

PDL. El arroz no, el arroz lo iban a buscar.

JCC. El arroz iban a la misma casa a comprarlo; el arroz tenía tres precios: si era seco, 08 pesos, 100 kilos; si era acabado de cortar, 110 kilos, 08 pesos; si era mojao´, acabado de cortar, pero mojao´, 120 kilos, 08 pesos también.

PDL. Usted lo recuerda muy bien, esos detalles.

JCC. Sí, sí. Y el maní, lo que pasa es que el maní daba mucho trabajo, había que limpiarlo muy bien, había que darle soles, y muchas veces uno lo llevaba a La Manicera y en La Manicera le decían: “Le faltan dos soles”. Porque ellos tenían sequeros allá, ponerlo a secar otra vez, allá; recogerlo, al otro día volverlo –otra vez- a extender al sol; y después, cuando uno lo entregaba allá, en la oficina, le dicen: “Venga dentro de 15 días, que no hay dinero (risas)”, dentro de 15 días, que no hay dinero. Eso lo compraba La Manicera, era que compraba el maní.

GA. Cuando iba dentro de 15 días, ¿le pagaban?

JCC. Sí, sí, ello aparecía, pero había veces que al momento había, pero otras veces había que esperar 15 días pa´ que llegara, ¿cómo es?

PDL. ¿Le daban un documento, un papel, o algo?

JCC. Sí, claro, un vale.

GA. Un vale.

JCC. Exactamente, le daban un vale a uno.

PDL. Entonces, Candal, los negocios de la zona, ¿empezaron uno, dos, tres y fueron creciendo?

JCC. Los negocios de los colmados, iban camiones por allá que llevaban de Constanza: llevaban ajo, llevaban cebolla, llevaban papa; llevaban cosas a vender por allá. Llevaban aceite, camiones que iban vendiendo de colmado en colmado, de colmadito en colmadito. Eso era de Constanza que lo llevaban, la papa, el repollo, bueno, en fin.

GA. Y esos camiones, ¿de quiénes eran? ¿Del gobierno?

JCC. No, no, no, eran privados; gente que se dedicaba así, a la venta, exacto; eran privados.

PDL. De acuerdo, porque he profundizado eso, he querido que usted profundice esos aspectos porque ese es el día a día de una comunidad: ¿cómo se relaciona, cómo crece? Esos son detallitos muy importantes, el ambiente.

JCC. El ambiente allá, en el tiempo ese, yo no sé ahora, pero en el tiempo ese había pocas relaciones entre uno y otro, porque entonces uno lo que estaba era atento al trabajo. No había relaciones de estar hablando uno entre otros, esto y aquello; no, cada uno a su trabajo y llegaba de noche, preparaba su cena, al poco rato a acostarse.

GA. Y las casas ¿qué? ¿Se las asignaban por familia, por persona? ¿Cómo era, cómo vivían en esa casa?

JCC. Las casas vinieron pa´ tres personas.

GA. Por casa.

JCC. Por casa, tres, porque la casa tenía tres habitaciones, tres habitaciones. Tenía cocina, tenía sala, sala-comedor, todo junto, y tenía el inodoro afuera.

PDL. Separado.

JCC. Separado, exactamente.

PDL. En el caso suyo, ¿usted llegó a vivir con alguna persona o le asignaron un lugar aparte?

JCC. ¿Cómo?

PDL. ¿Con quién compartió usted la casa?

JCC. No, cuando yo llegué estábamos tres en casa, éramos tres; después los otros se fueron pa´ España, me quedé yo solo.

PDL. Ah, los otros dos se fueron para España y usted se quedó solo.

JCC. Sí, se fueron para España.

PDL. ¿Recuerda los nombres de sus compañeros?

JCC. No me recuerdo ahora, de verdad; la mente, no sé. El nombre sí, pero no el apellido.

PDL. Sí, pero puede decirlo, es una forma de uno tener un dato.

JCC. Sí, uno se llamaba Antonio y otro se llamaba Juan, me parece, sí, Juan, pero el apellido no sé.

PDL. Antonio y Juan, eran los compañeros suyos. Dice que ellos se fueron.

JCC. Sí, ellos se fueron.

PDL. ¿En qué tiempo?

JCC. Ellos se fueron cuando le dieron…

PDL. En el 63, cuando le dieron la indemnización.

JCC. Eso, cuando le dieron.

PDL. ¿Hablaron con usted, quisieron convencerlo o compartieron esa información de que se iban a ir?

JCC. Algunos me decían: “vámono´, hombe, vámono´, entrega el pasaporte, vámono´”. Yo dije: “yo no voy p´allá, porque voy a estar en lo mismo allá”. Si yo tuviera una herencia allá, entonces sí, pero nosotros no teníamos nada, era una gente pobre, imagínate tú, ¿qué uno iba a buscar allá?, ¿a estar en lo mismo, echando día? Para echar días, mejor echa días para uno mismo.

PDL. Don Candal, cuéntenos un poquito más, por favor, de su experiencia aquí, cuando usted sale, en el 63, alquila una pieza, dura un tiempo sin trabajar, coloca un negocio para enmarcar. ¿Cómo empieza ese negocio, la clientela?

JCC. Bueno, la clientela hay que hacerla, pero yo –normalmente- me dedicaba más a vender en la calle. Tenía un negocio en la casa, enmarcaba, pero había días que salía a la calle a vender, vendía espejo, que es lo que más se vende en la calle, había días que uno no vendía nada, otro día vendía algo, otro día no vendía nada. La vida es así, un día hay buenos negocios, un negocio bueno, otro día malo.

PDL. Y el trato de los vecinos, de los dominicanos, ¿cómo era?

JCC. No, los tratos de los vecinos eran buenos, lo que pasa es que muchos tígueres (risas) ayayayayayay. Yo creo que ahora hay más todavía, muchos tígueres, pero los vecinos no, los vecinos eran buenos, eran buena gente, pero los tígueres, imagínate tú.

PDL. ¿Y cómo lo trataban a usted? ¿Como al español?, porque generalmente siempre le colocan apodo aquí, a las personas, y más a los extranjeros.

JCC. El español. Me tiraban piedra a la puerta, qué sé yo, pero no los vecinos, los tígueres; muchas veces estaba uno durmiendo, la casa arriba era de zinc, o a la puerta o arriba, en el zinc: ¡PUN!, uno se despertaba. Yo le digo la verdad, yo vivía ahí, pero vivía con miedo, con mucho miedo; uno solo, vivía uno con miedo, porque yo decía: muchas veces creen que uno tiene dinero, vienen y le matan a uno creyendo que uno tiene dinero. Nunca me atracaron, ellos hacían eso, pero no, nunca me atracaron a mí. Bueno, yo viví al lado, que tal vez usted lo conoce, el hijo de Balaguer, Alexis Castillo, ese lo vi yo desde chiquito, criando, al lado mío (risas), Alexis Castillo.

PDL. Alexi Joaquín Castillo, sí, buen fiscal.

JCC. Era fiscal.

PDL. Sí, sí, dirigente político.

JCC. Sí, cerquita, él nació al lado de donde yo vivía.

PDL. Y usted lo vio crecer y todo.

JCC. Sí señor.

PDL. Se dice, de lo que es la farándula, la política, que llegaban a recogerlo algunos vehículos, a veces, para llevarlo allá, al palacio.

JCC. ¿Dónde?

PDL. A la casa de donde Alexis, se dice.

JCC. No, nunca vi yo eso.

PDL. Que era uno de los que se reconocía como tal, como hijo del Doctor.

JCC. No, no, no, no, pa´ mí él siempre fue un muchacho bien, bueno, él nunca se metió en eso, que yo sepa, eh.

PDL. Señor Candal, en los sucesos del 65, aquí, en la República Dominicana, específicamente en la zona de la Capital, la Guerra Civil, la Guerra de Abril.

JCC. Ah, esa la pasé yo ahí.

PDL. ¿Dónde usted estaba?

JCC. Ahí, en Villa Juana la pasé yo.

PDL. ¿Y cómo usted se entera, cómo son esos recuerdos?, que usted nos pueda decir, que pueda compartir con nosotros, sobre la Guerra de Abril.

JCC. Bueno, en la Guerra de Abril, donde yo estaba, al lado, había un taller de muebles y lo saquearon, en el mío no se metieron, pero al lado lo saquearon todo. Duré dos noches y no se podía dormir con los tiros, eso es ¡PIN PAN, PIN PAN PIN PAN! Y ellos nos decían: “España, no tenga miedo que nosotros lo cuidamos a usted”. Me decían eso, pero yo no tenía confianza (risas). “Nosotros lo cuidamos a usted; España, no tenga miedo”, los muchachos de Villa Juana, los que estaba al lado de Caamaño.

PDL. Los constitucionalistas.

JCC. Exactamente, esos eran los que tiraban tiros ahí. Saquearon la mueblería y entonces se quedó vacío y entonces ahí hicieron ellos un…

PDL. Un comando.

JCC. Un comando, exactamente, un comando; y entonces los tiros pegaban arriba, arriba de la casa, en la esquina de concreto: ¡PRAN PRRRRAN! Entonces ya la guardia venía bajando por la Américo Lugo, casi llegando a la María Montés, porque yo vivía en la Américo Lugo, casi esquina Moca, entre la Juan Horacio y la Moca, por ahí. Y por ahí ya yo no aguantaba más, dije yo: “me voy”.

Salí un día por la mañana hacia el banco de Reservas, por la calle Moca, no, por la María Montés, cuando llego al banco de Reservas ahí hay un tiroteo, que tuve que devolverme, me metí en una casa que había vacía (risas), me metí ahí y ahí esperé el tiroteo. Cuando calmó un poco, voy y atravieso la San Martín, cuando atravieso la San Martín otro tiroteo; un carro que viene por la Kennedy, pero el carro no siguió p´alante y dio reversa p´atrá´ con pasajero, entonces yo andaba en un motor, no se podía andar en motores.

PDL. Ah, usted andaba en un motor.

JCC. En un motor, y no se podía andar en motores ni en bicicleta. Yo me metí del otro lado del carro, aguantado, ahí; entonces, cuando llegamos a la Leopoldo Navarro, ahí yo dije: “me voy hacia la Policía”. Cuando llego allá, a la Policía, donde está ahora la 27 de Febrero, ahí hay la alambrada de los americanos y no me dejan pasar. Dice: “no puede pasar”. Dice: “Usted puede pasar, pero el motor…”.

PDL. Se queda.

JCC. “Se queda, no puede pasar”. Digo: “Pues entonces yo no paso tampoco”. Entonces yo me devolví por Naco, era un monte todavía, Naco, no había casa por ahí, todavía se veía la pista de aterrizaje de los aviones, era un monte. Y de ahí salí ahí, a la Kennedy, donde está la bomba esa, Shell, ahí salí yo, ahí, a la Shell. Entonces voy dizque a echarle gasolina al motor pa´ ir p´al 9, donde había un español, ahí, en el 9, y entonces, ahí en la bomba había dos españoles, entonces dicen: “No, hombre, quédate aquí, que no sé qué, que no sé cuánto, porque aquí ta´ tranquilo esto”. Bueno, ta´ bien.

PDL. ¿A dónde usted iba? ¿Cómo se llama el español que está en el 9?

JCC. Lorenzo.

PDL. Lorenzo, usted iba para allá.

JCC. Lorenzo Gutiérrez, yo iba p´allá, pero no llegué.

PDL. Se encuentra con dos españoles en la bomba.

JCC. Me quedé donde los que estaban ahí, en la bomba. Me quedé ahí, ahí tenía un radito, ya por la mañana, al otro día, escuché la radio, decía que la Operación Limpieza, que eran los guardias del CEFA, Operación Limpieza había bajado hasta la Normal. ¿Usted sabe dónde queda la Normal? Y dije yo: “Ah, po´ yo me voy, entonces”. Pues cuando fui me habían robado todo (risas), ya habían robado todo, me robaron todo. Robaron lámina, cañuela, vidrio; imagínate, un negocio solo ahí, me habían robado todo.

PDL. ¿Pero se enteró quiénes?, si eran los tígueres o los del CEFA o los constitucionalistas. ¿Llegó a saber usted quiénes, más o menos?

JCC. ¿Que robaron?

PDL. Sí.

JCC. No, porque según iban limpiando.

PDL. La Operación Limpieza.

JCC. Eso es, había otros ladrones que se metían a robar, a mirar a ver si había algo que robar. Y ahí me quedé, me quedé porque después ya no había tiro.

Me recuerdo una noche, una noche que era toque de queda en la calle, y entonces yo salí a la puerta del patio, estaba yo tomando el fresco en la puerta del patio, y un marino vino con una ametralladora, pero yo ni lo vi, y era de noche, dice: “¡mano arriba!”. Levanté la mano, digo: “mano arriba, ¿qué pasa?”. Dice: “¿Qué usted hace aquí?”. Digo: “no, yo vivo aquí”. Dice: “¿Usted es español?”. Digo: “Sí”. “Métase p´adentro, que a usted lo estamos asechando desde allá, de la esquina, a usted no lo matamos de casualidad, porque hay toque de queda”. Me metí p´adentro y dije: “bueno, me salvé, compai´ (risas), me salvé de ésta, por lo menos”. Sí, porque en toque de queda matan a uno, imagínate, una patrulla de la Marina y de la Guardia, que andaba mixta, una patrulla mixta, porque ellos creían que era uno que los estaba asechando, porque en la puerta del callejón y con la puerta medio abierta y yo mirando dizque pa´ la calle, era un peligro, sí, era un peligro. Y ahí me quedé trabajando –después- normalmente.

PDL. Señor Candal, si doña Graciela quiere preguntarle algo, de nuestra parte yo no quisiera abusar más, sino dar por terminada esta sesión.

JCC. Yo no tengo nada que preguntar.

PDL. No, el caso es que queremos dejar la oportunidad, cerrar esta sesión y ver su disponibilidad si en otro momento podríamos tener otro encuentro.

JCC. ¿Pero esto va a pasar por televisión?

PDL. Podría pasar, lo importante es que quede en la historia, que quede para el Archivo General de la Nación, ¿qué le parece? Gracias por si tiempo, de verdad.

JCC. Bueno, siempre a la orden.

PDL. Gracias por sus memorias, por compartir con nosotros.

JCC. A la orden. Yo no le he hecho más porque la memoria mía está fallando.

PDL. En otro encuentro hay cosas que usted se va a recordar a partir de ahora.

JCC. Tal vez, exactamente, pero ya la memoria, porque son 81 años.

GA. Sí, pero se acuerda bien y ha contado muchas cosas importantes.

PDL. Muchos detalles.

JCC. 81 años ya arriba y la memoria va fallando

PDL. No, pero demasiados detalles de mucho interés, de verdad que sí.

JCC. La memoria va fallando.

PDL. De esta forma finaliza este interesante encuentro con el señor José Candal Candal.

JCC. Gracias por la visita, entonces.

PDL. No, no, gracias a usted, de verdad, y esperamos que ya con este encuentro, doña Graciela Azcárate y Pedro De León, un servidor, estaremos visitándole.

JCC. Ah, po´ ta´ bien.

PDL. Y estos muchachos, con fotografía y video estaremos aquí en varias ocasiones, usted nos verá aquí.

JCC. Ta´ bien.

GA. Eso quiere decir que si usted se acuerda de más cosas, si quiere volver a contarnos algo, nosotros encantados regresamos.

JCC. Sí, si me recuerdo, eso es.

TRANSCRIPTA 30/04/2010

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Voltaire

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