jueves, 9 de diciembre de 2010

Discontinuidad de las perspectivas históricas

Por: Manuel Arias

Desde los tiempos coloniales los grupos sociales oprimidos han venido resistiendo cimarroneado. Desde la Guerra de Independencia (1844) pasando por la Guerra de Restauración (1861-1865), la Ocupación Norteamericana (1916-1924), la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo (1930-1961), continuando con la primera etapa del periodo de la transición a la democracia (1961-1964), confluyendo en la Guerra de Abril de 1965, la etapa de la posguerra y la elecciones de 1966. Sin embargo, los sectores más atrasados de la sociedad se han alzados con el poder, cuando las sangrientas luchas han sido libradas por el pueblo. Esto ha sido una constante histórica, no obstante, algunas excepciones.

El fenómeno de la formación social de las sociedades se desarrolla de acuerdo a ciertas dinámicas internas y externas que a lo largo de la vida van determinado el devenir de esas sociedades. Las sociedades, atraviesan por procesos de larga o corta duración, por períodos de transformación, avance, retroceso, salto, continuidad, descontinuada, incluso, accidentes históricos. Estos aspectos, van convirtiéndose en entes constitutivos de la formación sociohistórica de la nación. Una mirada retrospectiva y prospectiva a la sociedad dominicana actual, nos indica que se esta dando un proceso de discontinuidad de las perspectivas históricas de la nación.

Desde la década de los años 80 del siglo pasado, la sociedad dominicana ha estado sometida a unos procesos de cambios estructurales acelerados que se han ido profundizando. Período de nuestra historia reciente marcado por fuertes crisis económicas, políticas y sociales, caracterizado por la última rebelión de las masas populares, abril de 1984. En los actuales momentos, la sociedad vive un proceso de modernización y globalización, y por otro lado, un proceso de ampliación de la economía de mercado neoliberal, y a la misma vez, opera en los partidos políticos tradicionales una perdida de su ideología, se convierten de esta manera en corporaciones. La rapidez de estos cambios, están produciendo a lo interno de la sociedad una ruptura, una fragmentación en muchos de los componentes de la vida social. Como consecuencias, la población también vive graves momentos de grandes incertidumbres. Reina la desorientación, la confusión, el individualismo, la vida light sin pecado, sálvese quien pueda. Puesto que el principio general reza, “el mercado rige y regula la vida de la nación”.

En la sociedad dominicana, todos estos aspectos se conjugan, en un proceso de descomposición social que la hace involucionar, impidiéndole enrumbarse cohesionadamente en acciones de conjunto. Los referentes sociales no están claro, lo que predomina es un estado anomico. De hecho, las amplias facilidades de espacios públicos y privados que muy recientemente les fueron y se le sigue brindando a los familiares y acólitos de Trujillo, para que presentaran y modelaran sus libros “libelos”, ofendieran memorias y honras ajena, y más recientemente se permitiera la presentación del proyecto de museo Trujillo en la Cámara de Diputado, son un ejemplo claro del éxito de los sectores conservadores neotrujillistas dominantes. Lo cual constituye, por una parte, el fracaso del proyecto “popular revolucionario de liberación del pueblo dominicano”.


Proyecto popular soñado e iniciado por Juan Pablo Duarte y los Trinitarios. Seguido y ampliado por Gregorio Luperón y los progresistas liberales Restauradores. Continuado a sangre y fuego por Minerva Mirabal, Juan Bosch, Manolo Tavárez Justo, Maximiliano Gómez, el coronel Francisco Alberto Caamaño Deño, José Francisco Peña Gómez, entre otros valiosos patriotas y mártires. Ahora más que nunca, se ha hecho perceptible la debilidad de la memoria histórica del pueblo dominicano y la memoria colectiva de los grupos sociales, portadores directos e indirectos de la historia reciente, producto del “mito roto” como lo ha llamado la socióloga dominicana Laura Faxas.

En efecto, la memoria histórica, la memoria social y la memoria colectiva, no están insertada en la mayoría del pueblo dominicano como juicios y valores en la conciencia individual y colectiva. Según encuesta realizada por el periódico El Nacional Digital, “el 58.9% consideraba que Rafael Leonidas Trujillo no ha sido el presidente más malo que ha tenido el país”. El pueblo dominicano no contiene interiorizada la memoria histórica, la social y colectiva como referente que conecta su pasado con el presente. Dado el fracaso del proyecto progresista popular el pueblo no ha podido fijar la memoria histórica, social y colectiva como fuentes del destino y futuro de la nación. Y a la misma vez, fuentes del propio destino y futuro de uno y cada uno de los ciudadanos dominicanos. Vale decir, la memoria histórica, social y colectiva, no opera en la mayoría de los ciudadanos como conciencia y practica social. Como resultado directo, “7 de cada 10 joven aspira a irse para el exterior como medio para progresar económica y socialmente”.

Cada día se hace más patente la desvinculación que sufre el pueblo de los procesos sociales en todos los órdenes y direcciones. Hoy más que ayer, es mucho más grande la exclusión económica y social que padecen los sectores populares. En el reino de la marginalidad, el autoritarismo, el patrimonialismo, el clientelismo, el paternalismo y el asistencialismo, en su conjunto es el rey. El olvido es fuente de poder y del poder, el pueblo sólo recuerda lo que interesa desde arriba se recuerde, simple conmemoraciones de fechas. Se olvidan los olvidadores, que la memoria no es solamente una memoria intelectualizada. Sino que también, la memoria histórica como la memoria social y la memoria colectiva son una matriz de gestos, actitudes, conductas y comportamientos que se producen socialmente, que además, operan como mecanismos y formas que potencializan su transmisión.

Aún cuando, se produzca el olvido por imposición o voluntariamente, por terror o el encubrimiento. Aunque se de la desmemorización colectiva por las fuerzas de la manipulación, la ignominia o la ignorancia. No obstante, se haya permitido el debilitamiento de la memoria histórica y social al grado de desposeerla de todas sus potencialidades activas, para asegurar una discontinuidad en el pensamiento y en la práctica social, como esta ocurriendo en los actuales momentos. La memoria histórica, social y colectiva tiene la capacidad de conservar facultades intrínsecas para en un momento dado resurgir vivamente y ocupar su sitial que les corresponden en la vida social.

La memoria como producto social y como producto histórico es fuente imprescindible para el avance y defensa de la sociedad, ella concentra la conciencia nacional. El dominio de su conocimiento tiene una gran utilidad y aplicación para la conservación, preservación e innovación de la cultura popular tradicional, la cual es elaborada desde ella misma. Cuando la memoria histórica, la social o la colectiva comparecen, lo hacen con todo el sentido de pertenencia, crece la identidad nacional y colectiva, propaga autoridad en los portadores directos e indirectos. Todo esto, lo hacen a favor de brindar sus conocimientos requeridos por la urgencia que los reclaman.

Por tales razones, surge la necesidad de promover, difundir y cultivar a largo alcance la memoria histórica, social y colectiva a través de proyectos de educación popular dirigidos a los diversos grupos sociales que conforman la sociedad dominicana. Se hace cada día más necesario y urgente la enseñanza de la historia contemporánea a todos los niveles en el sistema educativo dominicano.

¿Si la música y el baile del son es cubano, entonces cómo fue posible que tan fácilmente los grupos sociales populares urbanos dominicanos adoptaran, asimilaran y conservaran el son como suyo y lograran expandir su popularidad desde 1930 en adelante?

¡Cosas veredes Pancho! Porque la música del son hizo aflorar a la superficie nuestra memoria social mulata como gestos, actitudes y formas de conducta para resistir estoicamente el proceso de segregación social en desarrollo que se manifestaba en la división de la sociedad dominicana, de primera y de segunda. Además, para resistir el creciente proceso de dominación ideológico y cultural impulsado a través de los merengues llenos de loas y cultos a Trujillo.”Porque en ese tiempo, apenas usted oía un merengue porque era son y bolero lo que se tocaba”, (Dos años sin Bonyé, Areíto febrero de 2010). Así funciona la memoria socialmente e históricamente.

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Voltaire

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