sábado, 18 de febrero de 2012

Lindon Johnson temía que dominicanos “cualquier día volaran el Capitolio”

Lindon Johnson temía que dominicanos “cualquier día volaran el Capitolio”

Hoover llamó a la operación “DOMSIT”, por “Situación Dominicana”. Empezó por reunir dos docenas de agentes que hablaban español, y los nombró a cada uno LEGAT, o agregado legal, forcejeó por pasaportes para ellos, y empezó a despacharlos hacia el Caribe esa misma noche




SANTO DOMINGO, República Dominicana.- El presidente de los Estados Unidos Lindon Johnson autorizó en forma ilegal, en 1965, que se estableciera una estación del Buró Federal de Investigaciones (FBI) para estar más atento a las actividades “terroristas” de los rebeldes dominicanos, bajo el supuesto de que “cualquier día podrían volar el Capitolio”, según el criterio del congresista texano George Mahon.
La revelación aparece en el libro Enemigos, la historia del FBI, escrito por el periodista norteamericano Tim Weiner, ganador del premio Pulitzer y quien fuera reportero importante ante la Casa Blanca en los años sesenta.
El libro contiene algunos datos sobre las operaciones del FBI en la República Dominicana, y en ellas se hacen revelaciones importantes sobre Joaquín Balaguer, Juan Bosch y su relación con los organismos de seguridad y vigilancia de los Estados Unidos Unidos.
El siguiente relato forma parte del libro, en donde aparece mencionada con detalles la República Dominicana:
“El enemigo controla los caminos”
Lindon Johnson (LBJ) recibió una buena cantidad de información de inteligencia poco fidedigna sobre la República Dominicana, de la CIA y de Raborn. “En mi opinión, esta es una lucha real montada por Castro”, dijo el almirante al Presidente, con pocas pruebas.
LBJ deseaba creerle. El 30 de abril, el presidente le dijo a su abogado, Abe Fortas, que la CIA “tenía hombres en estas mismas operaciones -al igual que Hoover tuvo uno en el auto de Alabama- que saben lo que está pasando”.
“Y no hay ninguna duda de que Castro ahora tiene que ver con esto”, le comentó el Presidente a Fortas. “Ellos se están moviendo otros sitios en el hemisferio. Puede ser parte de una trama comunista vinculada con Vietnam… Nuestra opción es si vamos a tener a Castro o una intervención… Creo que el peor desastre político interno que pudiéramos sufrir sería que Castro tomara el control”.
Es mismo día, el Presidente decidió intervenir con fuerza plena del Ejército de los Estados Unidos. Envió a un general de tres estrellas, Bruce Palmer Jr., y al 18° Cuerpo Aerotransportado, incluyendo la 82va División Aerotransportada a la República Dominicana. Más de 20,000 soldados estadounidenses y fuerzas de operaciones especiales, y oficiales de guerra psicológica se unieron a los marines. La semana anterior, LBJ había enviado 49,000 soldados norteamericanos más a Vietnam.
Palmer recibió la orden de Wheeler: su misión es salvar las vidas de los norteamericanos
El relato del periodista Tim Weiner es el siguiente sobre la orden que recibió Palmer, quien fuera el comandante responsable de la intervención militar de los Estados Unidos en la República Dominicana en 1965:
El 1 de mayo, el general Earle Wheeler, presidente del Estado Mayor Conjunto le dio al general Palmer sus órdenes de marcha: “Su misión anunciada es salvar las vidas de los estadounidenses. Su misión no anunciada es impedir que la República Dominicana se vuelva comunista. El Presidente ha dicho que él no permitirá que haya otra Cuba. Usted deberá tomar todas las medidas necesarias para cumplir esta misión”.
Las fuerzas de Estados Unidos se interpusieron entre los soldados de la junta y los soldados leales al presidente Bosch (los “rebeldes”, para los estadounidenses). Se produjo un tenso estancamiento, marcado por escaramuzas, fuego de francotiradores, cañoneo y feroces asaltos nocturnos contra civiles.
El activo más preciado era la Inteligencia, que solo la tenía Wally Estill, del FBI, en virtud de su vigilancia electrónica de Bosch en San Juan y de sus aliados en la República Dominicana.
“Un batallón de artillería rebelde lanzó varias descargas contra las líneas de EE.UU. en Santo Domingo”, relataba Estill. “Mi teléfono sonó y nuestra recepcionista anunció que el Buró estaba en línea”. Era Al Belmont, el director asistente de Hoover. “Inmediatamente oí a Belmont exigiendo saber si esos disparos estaban hechos con la aprobación del liderazgo rebelde. Le respondí que tendría que subir corriendo las escaleras y preguntar a los técnicos que vieran que podía haberse interpretado, y que yo le devolvería la llamada. Me respondió con un “¡No!” enfático y dijo que tenía al Presidente en su otra línea listo para ordenar que nuestras tropas respondieran con una descarga devastadora que destruyera a los rebeldes, a menos que estos garantizaran que la andanada rebelde fue un hecho no autorizado.
“Yo corrí por las escaleras y a gritos interrogué a los que estaban de guardia. Ellos habían interceptado una llamada del puesto de mando rebelde a Bosch explicando que un joven oficial de artillería había ordenado disparar sin un motivo preciso. Eso había ocurrido sin la aprobación y contrario a las órdenes. El oficial había relevado del cargo y sería sometido a disciplina. Cuando le pasé la información a Belmont y él se la pasó a Johnson pude sentir, aún por el teléfono, como se relajaba la tensión. Nuestra descarga de represalia no se produjo”.
“Cualquier día podrían volar el Capitolio”
Había mucha preocupación sobre el poder de fuego de los rebeldes, y en ese contexto es que el congresista texano George Mahon dijo que “Cualquier día podrían volar el Capitolio”.
Veamos cómo lo cuenta Tim Weiner:
El 5 de mayo, LBJ habló con George Mahon, un demócrata de 30 años, congresista de Texas. “Con todas estas técnicas terroristas que se están desarrollando en el mundo, temo que esté llegando el momento, como esto que pasa en Santo Domingo, de que estén refinando los instrumentos de terror”, dijo el congresista. “Cualquier día podrían volar el Capitolio”.
“De eso no hay dudas”, respondió JLB. “Y tenemos que encararlo de frente”. El Presidente aceptó la amenaza al ordenarle a Hoover que estableciera una red de inteligencia del FBI en la embajada de EE.UU. en Santo Domingo. La orden podría decirse que era ilegal, porque el FBI no tenía jurisdicción en Santo Domingo. Hoover llamó a la operación “DOMSIT”, por “Situación Dominicana”. Empezó por reunir dos docenas de agentes que hablaban español, y los nombró a cada uno LEGAT, o agregado legal, forcejeó por pasaportes para ellos, y empezó a despacharlos hacia el Caribe esa misma noche.
Paul Brana, del FBI, estuvo en la primera oleada de diez agentes. “Nos hicieron volar en un C-130”, un transporte militar con dormitorios maestros en el primer departamento, dijo Brana. “Aterrizamos el C-130 en la República Dominicana y ellos tienen helicópteros para trasladarnos. Yo dije: “¿Y cómo es que nos van a trasladar en helicópteros? ¡Por qué no vamos en un auto!”.
Un oficial militar respondió: “Porque el enemigo controla los caminos”
“Yo comenté: ‘El enemigo controla los caminos’. Nadie nos dijo que había una operación de combate en marcha. Por eso estamos en este maldito helicóptero y estoy viendo este fuego de ametralladora. Y dije: ‘¡Dios mío! Nadie nos dijo que veníamos a combatir!’”.
Los jefes de Brana le habían dicho que el Presidente “estaba muy disgustado porque no sabía nada” sobre la situación política en la República Dominicana. LBJ le ordenó al FBI que realizara una investigación sobre los antecedentes de todos los que estuvieran pugnando por el poder.

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Voltaire

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