La IV Bienal de Narración Oral Cuenta Cuentos 2012 inició en Camagüey y se desarrollará hasta el 20 de marzo próximo, temporada durante la cual disfrutaremos de una de las artes más antiguas de la humanidad, la de contar una historia utilizando básicamente la oralidad.
Con el auspicio esta vez del Foro de Narración Oral del Gran Teatro de La Habana, el evento es organizado desde hace cinco años por la Institución Cultural Proyecto EJO. La cita contribuye a rescatar la tradición narrativa arraigada entre los agramontinos desde hace varias décadas y a mostrar en el contexto nacional actual, las variantes empleadas en países de Latinoamérica.
Confrontando lo mejor de la narración oral en Cuba y Latinoamérica esta cita acogerá a importantes exponentes entre los que se encuentran Mayra Navarro, Jesús Lozada, Ury Rodríguez -desde Guantánamo-, y Octavio Pino uno de los creadores de los métodos de enseñanza en las escuelas de Instructores de Arte.
Con la participación de maestros extranjeros procedentes de Colombia, México, Argentina, Uruguay y Sudáfrica, el evento dotará a participantes y a espectadores de la diversidad de formas de la que se narra hoy en el mundo. Las variadas herramientas artísticas distinguirán cada presentación, según el artista, su lugar de procedencia y las tesis que defienda.
Entre los momentos esenciales de esta Bienal destacan el Coloquio de Metodología de la Enseñanza de la Narración Oral que se desarrollará hasta el 16 de este mes, en el Centro de Gestión Cultural ubicado en Independencia, una de las más céntricas calles de la ciudad de Camagüey.
En los últimos días el festival se expandirá a las calles, hospitales, policlínicos, círculos infantiles y escuelas, para intercambiar con una porción especial de público habituado a este arte, como son los niños camagüeyanos.
NARRANDO LA HISTORIA DE LA ORALIDAD
“Luego de constituirse hace muchos años en una de las plazas más fuertes y prolíficas en la narrativa cubana, donde estuvieron los primeros narradores y donde se creó todo un ambiente alrededor de la manifestación con exponentes como Garzón Céspedes y Jesús Lozada, la ciudad de Camagüey revive nuevamente este arte, mediante la Bienal”, aseguró Omar González Catá, director del Proyecto EJO.
“El primer festival de narración oral que se hizo en Latinoamérica, sucedió en Camagüey, en 1988. Durante muchos años la ciudad se erigió como uno de los principales escenarios que promovían la manifestación no solo dentro de las fronteras cubanas. Paulatinamente fue mermando el número de narradores que existían en el territorio, hasta quedar solo Zaida Montel en el sistema de bibliotecas públicas. Desde allí, se encargaba de estimular el hábito de la lectura entre niños y adultos, sin distingos de edades”.
“Luego de insertarse en el Proyecto EJO y comenzar un trabajo interesante, descubrimos cuanto nos aportaba aquella ayuda. Fue entonces cuando nos dimos a la tarea de conservar la tradición oral impartiendo talleres de formación de narradores con una duración de un año”, recuerda Omar González Catá.
“De allí egresó un grupo importante de narradores que hoy conforman el grupo profesional “Catalejo de Cuentos”, que realiza actividades de animación en Casas de Cultura y comunidades de la provincia”.
Por su parte, el Concurso Manolo Martínez in memoriam creado dentro de los festivales de narración, ha propiciando también el descubrimiento de narradores jóvenes de distintas procedencias académicas, pero con una alta calidad artística que no se opaca por su formación autodidacta.
Los narradores camagüeyanos no poseen un método especifico del que estrictamente aprendieron la oralidad, es la tradición lugareña resultado de una mixtura cultural, de un bagaje de conocimiento adquirido con el decurso de los años a partir de las experiencias más loables de todo cuanto se hace dentro de la narración oral.
“El primer festival de narración oral que se hizo en Latinoamérica, sucedió en Camagüey, en 1988. Durante muchos años la ciudad se erigió como uno de los principales escenarios que promovían la manifestación no solo dentro de las fronteras cubanas. Paulatinamente fue mermando el número de narradores que existían en el territorio, hasta quedar solo Zaida Montel en el sistema de bibliotecas públicas. Desde allí, se encargaba de estimular el hábito de la lectura entre niños y adultos, sin distingos de edades”.
“Luego de insertarse en el Proyecto EJO y comenzar un trabajo interesante, descubrimos cuanto nos aportaba aquella ayuda. Fue entonces cuando nos dimos a la tarea de conservar la tradición oral impartiendo talleres de formación de narradores con una duración de un año”, recuerda Omar González Catá.
“De allí egresó un grupo importante de narradores que hoy conforman el grupo profesional “Catalejo de Cuentos”, que realiza actividades de animación en Casas de Cultura y comunidades de la provincia”.
Por su parte, el Concurso Manolo Martínez in memoriam creado dentro de los festivales de narración, ha propiciando también el descubrimiento de narradores jóvenes de distintas procedencias académicas, pero con una alta calidad artística que no se opaca por su formación autodidacta.
Los narradores camagüeyanos no poseen un método especifico del que estrictamente aprendieron la oralidad, es la tradición lugareña resultado de una mixtura cultural, de un bagaje de conocimiento adquirido con el decurso de los años a partir de las experiencias más loables de todo cuanto se hace dentro de la narración oral.
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