Carina Moljo·
1- INTRODUCCIÓN:
El trabajo con fuentes orales, no es específico de ninguna profesión, pero adquiere especificidad a partir de la “utilización” que cada una de las “áreas del conocimiento” se proponga para ella. Intentamos por tanto reflexionar sobre la concepción y uso de la metodología de Historia Oral, por parte del Trabajo Social; indagar cuáles son las posibilidades que se abren para el Trabajo Social a partir del trabajo mediante este tipo de abordaje. Cabe preguntarnos ¿en qué nos diferenciamos de otras profesiones que utilizan dicha metodología, o en otras palabras, cuáles son las particularidades que la historia oral adquiere para nuestra profesión?.
A los fines de ejemplificar, tomaremos como eje la disertación de Maestría[1], en la cual hemos privilegiado dicha metodología de investigación. Cabe aclarar que la misma surge de las indagaciones que eran puestas por la realidad social, en el marco de la intervención profesional.[2] Por lo tanto este trabajo, está directamente ligado a la experiencia de intervención como Trabajadora Social, y las reflexiones que de aquí han surgido, sin duda parten de allí.
El estudio de Maestria, presenta el análisis de las experiencias vividas por un grupo de mujeres que viven en situación de pobreza urbana, y que participan de un Costurero Municipal en la ciudad de Carcarañá, Provincia de Santa Fe, República Argentina.
El eje central de la investigación estuvo siempre dirigido a comprender como una sociedad desigual, excluyente, “obliga” a quienes menos recursos tienen a organizarse de diversas formas para garantizar su sobrevivencia.
Intentamos capturar el significado que adquirió este costurero iniciado en el año 1986 para dichas mujeres; como también el significado dado a la intervención del Trabajo Social.
Utilizamos la metodología de historia oral, como forma de acercarnos a los sujetos y de llevar al ámbito de lo “público” las voces de los mismos. También nos hemos valido de documentos escritos, datos censales, proyectos de la municipalidad, entre otros.
A partir de las historias de vida de 6 mujeres, todas migrantes y pobres, este estudio muestra la experiencia de estar construyendo una nueva práctica social, como una nueva cultura, basada en valores que se oponen a los hegemónicos, buscando soluciones colectivas, ante un modelo, que cada vez más, se propone en excluir a los sectores más vulnerables. Es en este camino, que ellas se van construyendo como sujetos colectivos[3], como actores políticos, que luchan diariamente por un mundo mejor.
En este sentido, creemos que trabajar con historia oral, nos abre una posibilidad sumamente enriquecedora y que nos posibilita “re-descubrir” la trama de lo real. El haber trabajado con éstas mujeres durante 6 años, me ha permitido caminar junto a ellas, en la construcción colectiva de lo cotidiano. Por lo tanto, existe un conocimiento mutuo, un respeto mutuo, un saber compartido, y una “historia” construida en conjunto entre los sujetos con sus experiencias y la investigadora. Es a partir de esta historia, que se fue gestando la necesidad de profundizar en lo que estaba aconteciendo y de ahí es que surge esta investigación, de los interrogantes colocados en la intervención profesional.
Para alcanzar los objetivos propuestos, dividiremos el presente texto en algunos puntos. En un primer momento realizaremos una breve contextualización del espacio geográfico donde se ha desarrollado esta investigación, para luego aproximarnos teóricamente a la Historia oral; colocaremos sintéticamente algunas consideraciones sobre la vida cotidiana, y por último articularemos la Historia oral con el Trabajo Social.
Por fin, quisiera expresar mi agradecimiento a este grupo de mujeres, que han trabajado y apoyado todo el proceso de construcción de la investigación, aportando sus puntos de vista, sus objeciones, haciéndose presentes en todo el recorrido hasta aquí caminado.
2- Breve contextualización de la investigación.
La ciudad de Carcarañá, municipio ubicado a 60 Km de la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, cuenta aproximadamente con 15.000 habitantes. La crisis económica y social que viene afectando al país, ha repercutido seriamente en esta ciudad. Desde el punto de vista laboral, traduciéndose en mayores grados de desempleo y subempleo. Situación que se ve agravada con el cierre de los frigoríficos, principales empleadores de mano de obra de la región. Por lo que la situación de la mayoría de las familias es cada vez más frágil, precaria y vulnerable.
Ante esta situación de emergencia, muchas mujeres debieron incorporarse al mercado laboral. En algunos casos para complementar los ingresos al hogar, y en otros como único sustento del grupo familiar.
La observación de la realidad nos muestra el rol crucial que desempeñan las mujeres como garantes del proceso de reproducción y organización de la vida cotidiana de las “familias populares”. Así han buscado nuevas alternativas para suplir las carencias materiales y monetarias.
En la mayoría de los casos, no cuentan con una capacitación suficiente para incorporarse al mercado de trabajo, el cual exige cada vez mayores niveles de tecnificación y especialización. Por lo cual los trabajos que realizan generalmente están relacionados al ámbito domestico, como tareas de limpieza, de costura, de repostería y otras de la misma naturaleza.
Seleccionamos como referente empírico la Ciudad de Carcarañá como espacio geográfico, y en particular circunscribir nuestro análisis a un grupo de mujeres: pertenecientes a un Costurero Municipal, el cual funciona en el Centro Comunitario Nº 1, ubicado en un Barrio Obrero.
El Costurero Municipal fue creado en el año 1987 para atender la demanda de vestimenta, generar espacios de participación y de promoción de mujeres. En la actualidad participan alrededor de 45 mujeres, en su mayoría desocupadas, o trabajadoras “informales”. En cuanto a su procedencia, la mayoría de las participantes han migrado del Norte de País en busca de mejores condiciones de vida; con relación a la educación alcanzada la mayoría no ha terminado la escuela primaria; todas tienen vínculos familiares en la Ciudad; la edad de las participantes varía entre 14 y 70 años y se diferencian en relación al tiempo de estadía en el grupo (algunas están desde su fundación, mientras que otras se han incorporado recientemente). Sin embargo, el sentido de pertenencia al grupo, está ligado a valores y motivaciones en relación a la costura y al trabajo. Este grupo de mujeres, ofrece características que le asignan una riqueza y complejidad especial, no sólo por la heterogeneidad que presenta, sino por constituirse en una práctica social[4], en la cual se construyen estrategias colectivas de lucha y resistencia ante un modelo de sociedad cada vez más excluyente y empobrecida y que paradójicamente pregona valores como el individualismo, la fragmentación, en esta sociedad que algunos llaman como “pos moderna”[5].
Por lo tanto la mujer constituye el sujeto principal en esta investigación. Su relevancia en el ámbito familiar y social responde a su reconocimiento como eje estructurador de la familia. Los resultados de investigaciones empíricas, así lo confirman[6]. Es ella quien debe organizar la vida familiar garantizar la reproducción de sus miembros como así también la integración afectiva de la familia. Por tanto la mujer aparece como elemento clave en el espacio familiar cotidiano, pero también como eje articulador entre la acción colectiva y la vida familiar. En este sentido, podríamos señalar que es la mujer quien administra la contradicción social, tratando de complementar y articular los espacios de convivencia. De esta manera lo familiar y lo colectivo interactúan en pro de un objetivo común, garantizar la reproducción familiar.
En este sentido, consideramos que a través del trabajo con historia oral, recuperando relatos, testimonios, historias de vida, podemos traer las experiencias, valores, cultura y significados, que éstas mujeres, les dan a su práctica social, a su experiencia de vida.
En cuanto experiencia vivida, nos remite no solo a las mujeres, sino a sus familias, y a la sociedad como un todo, en el que se cruzan los intereses de clases. En el cual se pueden observar como se vive en condiciones de pobreza urbana y las formas en que se organizan en el seno de las relaciones sociales.
En palabras de Yazbek: “...de la colecta de relatos de vida de los subalternos, procurando comprender el modo como organizan la realidad en sus mentes y la expresan en sus comportamientos. Esos relatos de vida son aquí analizados considerando que no pueden ser desvinculados del movimiento más general e la sociedad, en que cada experiencia contribuye para la comprensión de la trama de relaciones que constituyen la vida social” (1996: 24)[7]
Como ya hemos afirmado, en este estudio hemos priorizado el trabajo con historia oral, lo que de ninguna manera ha significado excluir el trabajo con fuentes escritas, (como las ya citadas), por el contrario, en todo momento trabajamos desde una perspectiva de complementariedad. Las fuentes orales y las fuentes escritas, no se excluyen, sino que pueden ser usadas de manera integrada, rescatando de cada una su peculiaridad y enriqueciéndose mutuamente.
3-Algunas consideraciones acerca de la Historia Oral
Actualmente existe un debate acerca si la historia oral es un método de investigación, una metodología o bien un instrumento de trabajo.[8] Asumimos la posición que la historia oral es una metodología de investigación, de trabajo, que se remite a una teoría y a un método, que utiliza instrumentos peculiares. Entendemos que método y teoría no pueden ser separados.
Podríamos situar a la historia oral dentro de los métodos cualitativos de investigación, la cual se afirma dentro del mundo académico a finales de los años 60, teniendo como horizonte ampliar los conocimientos sobre la realidad social, a través de estudios en profundidad, tomando como uno de sus ejes, las experiencias vividas por los sujetos. En este sentido, de lo que se trata es de colocar las voces de los sujetos en el ámbito de lo público, de conocer los significados que atribuyen a su experiencia; de cómo viven su vida. Se trata de traspasar la descripción, para comprender los significados; es buscar a los sujetos y sus historias. De ninguna manera implica desconocer al sujeto en su estructura, ni las condiciones materiales de existencia. Por el contrario, se trata de analizar como esa estructura repercute en la vida cotidiana del sujeto, y de cómo el sujeto produce y se reproduce en esa estructura, pero dimensionándolo desde lo cotidiano, desde su propia experiencia.
Según Martinelli (1994b) la investigación cualitativa, tiene ciertos presupuestos: el primero es el de reconocer al sujeto en su singularidad. Es permitir que éste se revele tanto en el discurso como en la acción, en el contexto de su vida. El segundo presupuesto es el de reconocer la importancia del conocimiento de la experiencia social del sujeto. Siguiendo el análisis de Thompson, (1981) el modo de vida que es justamente el modo en el que el sujeto construye y vive su vida envolviendo en este proceso sus sentimientos, valores, creencias, costumbres y prácticas sociales. Como también nos señala Martinelli (1994b), es importante que la investigación retorne a los sujetos, ya que su sentido es siempre social y nos presenta tres consideraciones sobre la investigación cualitativa:
· la primera es en cuanto a su carácter innovador, como una investigación que se inserta en la búsqueda de significados atribuidos por los sujetos a sus experiencias sociales;
· la segunda es en cuanto a la dimensión política de ese tipo de investigación, que como construcción colectiva, parte de la realidad de los sujetos y a ellos retorna de forma crítica y creativa;
· la tercera es exactamente que por ser un ejercicio político, una construcción colectiva, no se coloca como algo excluyente o hermético, es una investigación que se realiza por medio de la complementariedad, no de la exclusión.
Como bien nos recuerda Paul Thompson (1992:44) “La historia oral es una historia construida en torno de personas. Ella lanza la vida para dentro de la propia historia y eso alarga su campo de acción. Admite héroes que vienen no solamente dentro de los líderes, sino también dentro de la mayoría desconocida del pueblo.”
Según Alberti “ La historia oral es un método de investigación (histórica, antropológica, sociológica, etc.) que privilegia la realización de entrevistas con personas que participaron de, o testimoniaron, acontecimientos, coyunturas, visiones de mundo, como forma de aproximarse al objeto de estudio.” (1990: 1)
Es decir, una de las posibilidades que nos da esta metodología es la de trabajar con las personas que han vivido los procesos sociales que queremos investigar, por lo que esa “experiencia vivida” nos da una mirada peculiar que enriquecerá el proceso de investigación. Se trata de recuperar el lenguaje utilizado por los sujetos sociales lo que nos puede dar pistas sobre las formas de resistir de un pueblo, el lenguaje aparece como una forma de resistencia.
Trabajar con historia oral, es trabajar con el lenguaje, que se construye dentro del proceso histórico, que se da a conocer, esto es que se objetiva de diversas maneras, en la música, en el teatro, en la danza, de formas físicas y materiales pero que también se estructura en el campo de los sentimientos de los afectos. Es conocer el lenguaje en su historicidad, como un proceso social activo, creador de significados. Trabajar con los sujetos históricos reales, que son portadores y productores del mismo. Más no es sólo conocer, sino desvendar lo real, penetrar en lo real, en su movimiento.
El lenguaje es una actividad constitutiva de las relaciones sociales, para comprender la sociedad, debemos comprender el lenguaje, la cultura. El lenguaje y la historia oral en particular nos permiten desvendar la realidad, los significados en contextos históricos particulares. Por lo tanto tiene un estatuto ontológico. Entendemos que el lenguaje es conciencia social.
Al trabajar con el lenguaje estamos trabajando con la conciencia, que es exteriorización de la misma, es trabajar con la experiencia vivida de los sujetos, es trabajar con historia viva. En palabras de Thompson (1981) con el vivir histórico de los sujetos. Es justamente inmiscuirse en el proceso de reconocimiento e intercambio de las experiencias, que es la base del conocimiento de la fuente oral.
Como nos dice Portelli: “ La confrontación de sus diferentes parcialidades -confrontación como “conflicto” y confrontación como “búsqueda por la unidad” - es una de las cosas que hace a la historia oral de interesante.”(1997:39)
En el caso de la investigación ya citada, al trabajar a partir de las historias de 6 mujeres, de sus narraciones individuales, particulares, buscamos la dimensión social que éstas comportan, y que por lo tanto se constituyeron en un elemento indispensable para la comprensión de la historia de un grupo social, (en este caso la experiencia social en un costurero municipal), de una generación, de un país.
En ese sentido hemos seguido el camino realizado por Yazbek al respecto de la utilización de las entrevistas:
“Aquí, el sujeto es el narrador, y se busca captar su interpretación acerca de una trayectoria y de experiencias significativas según su versión individual. Aunque producto subjetivo, los testimonios e historias de vida, al expresar la incorporación de una realidad objetiva son utilizados en este libro como modalidad esclarecedora de una condición social, de una cultura y de una época” (Yazbek 1996: 25).
En el momento de “elegir” el “cómo” abordar nuestro objeto de investigación, escogimos la metodología de Historia oral, ya que teníamos certeza que las preguntas que nos hacíamos sobre esta realidad, podían ser contestadas, aunque sea de forma parcial, y siempre de forma aproximada y nunca cerrada, por este tipo de abordaje. Cabe aclarar que la historia oral, no es un fin en si misma, sino que es un medio de conocimiento y su empleo se justifica en el contexto de una investigación, lo que presupone una articulación con un proyecto de investigación previamente definido.
Como plantea Yazbek: “Para recolectar testimonios organizarlos y atribuirles sentido, exige del investigador un posicionamiento teórico/metodológico acerca del objetivo de la investigación(...) Este proceso debe ser iluminado por categorías teóricas explícitas y fundado en la aproximación entre sujeto y objeto en un movimiento de comunicación en el cual se colocan en relación experiencias de vida diversas” (1996:27)
Consideramos que mediante la utilización de la historia oral, podríamos captar parte del movimiento de la realidad. Como también nos posibilitaría recuperar las experiencias, valores, cultura y significados, que éstas mujeres, les asignaban a su práctica social, a su experiencia de vida.
Si bien el hecho de realizar las entrevistas no se instituía como una situación problemática, ya que conozco a las mujeres que serían entrevistadas desde hace varios años, (y todas ellas esperaban el momento de realizar las entrevistas), esta nueva forma de comunicación, que les proponía era novedosa, tanto para mí como para ellas. Esta es la segunda investigación que realizo con entrevistas[9], y sabíamos de la “responsabilidad” que nos cabría, aunque de forma diferenciada a cada uno de los participantes.
También sirvió para desmistificar los problemas que nos podría traer el uso del grabador, que en general es más problemático para los “intelectuales”, que para los propios sujetos, quienes esperan el momento de terminar las entrevistas para “oír” sus propias voces.
Fui experimentando la irrepetitibilidad de las entrevistas, viendo como cada momento poseía una riqueza diferente, lo que nos permitía aproximarnos a ángulos de la historia, que no siempre percibíamos la primera vez. Nos introducían a un nuevo conocimiento sobre la vida cotidiana de las clases no hegemónicas. Y es en este encuentro donde se incorporó la subjetividad tanto de los narradores como de los investigadores. Entonces nos preguntábamos acerca de la “objetividad”, como también acerca de que siempre existía la posibilidad de seguir profundizando en las entrevistas. Y nuevamente Portelli (1997b) nos enseñaba, afirmando que las fuentes orales no son objetivas. Como también plantea que trabajar con fuentes orales, es siempre trabajar con historias inconclusas.
Es claro que para trabajar con fuentes orales debemos tener algunos presupuestos, entre ellos que para el trabajo con esta metodología, el entrevistador debe respetar a su entrevistado, es decir, implica un respeto “por el otro”, por sus narrativas, por su visión de mundo, ya que será esta visión de mundo, la que dará eje a su narrativa, la cual le imprimirá significados. Y es a través de la comprensión e interpretación de éstos significados que podemos conocer más acerca de esta realidad que procuramos desvendar.
Así, a través de la historia oral, se abrían nuevas ventanas de un mundo que muchas veces quedaba oculto detrás de los hechos que se nos presentaban como “objetivos”, o casi “naturales”, dejando escapar las propias experiencias de vida de las personas, de su mundo, como también de las propias contradicciones y ambigüedades. Nos posibilitaba un acercamiento diferente, a los sujetos históricos, como también a su cultura; entendida ésta como expresión de un determinado modo de vida, de una experiencia social. Cultura que si bien reproduce el padrón de subalternidad, también posibilita su superación a través de prácticas que conduzcan hacia una autonomía[10]. Las prácticas culturales, son prácticas que posibilitan la superación de la subalternidad.[11]
La historia oral fue constituyéndose en un instrumento capaz de reconstruir la memoria colectiva de este grupo de mujeres, como de la ciudad. Esta reconstrucción no se ha hecho de una forma pasiva, sino de manera activa, como producción de nuevos significados. Así, investigador y narrador nos constituimos en sujetos activos de este proceso. Por lo tanto consideramos que el resultado de una entrevista es el producto de ambos, del narrador y del investigador. Y el fruto de la misma es el fruto de la relación que se entabla entre estos sujetos, donde interfieren tanto aspectos objetivos, materiales, como aspectos subjetivos.
Es decir, la entrevista se construye en la relación, ella se halla permeada por la experiencia de vida de ambos sujetos, narrador y investigador, quienes al exponer sus historias de vida, se exponen a si mismos, sus pasiones, sus visiones de mundo. Es en este acercarnos a los sujetos, donde Portelli (1997b) nos da algunas indicaciones metodológicas que nos pueden ser sumamente útiles como: nos plantea que ambos sujetos se investigan mutuamente, que se aproximan y se van conociendo en la dinámica propia de la entrevista, en la que se ponen en juego, tanto visiones de mundo, como una relación de poder. Ésta nunca es unidireccional, sino que es una relación dialéctica entre dos sujetos, es una interacción donde las categorías centrales que él nos presenta son: poder, igualdad y diversidad.
Nos introduce a la dimensión del tiempo donde los hechos acontecieron, a las condiciones existentes en ese momento histórico, como asimismo las relaciones que existían en torno a determinada circunstancia. Este narrar se realiza desde la propia subjetividad, con un lenguaje propio. En este interjuego se da una relación dialéctica entre lo objetivo y lo subjetivo del propio narrador, como del investigador y entre ambos.
El investigador, no es visto como un sujeto fuera de la entrevista, “objetivo”, sino como un sujeto que se inmiscuye en ella con toda su subjetividad, con sus pasiones, con su visión de mundo.
Y nuevamente, corroboramos lo que sostenemos sobre historia oral, que la prioridad en este tipo de investigación, que se enmarca dentro de las investigaciones cualitativas, es la del sujeto, y que es a partir de las entrevistas que van surgiendo nuevos enfoques o ángulos, que ni siempre han sido pensados.
Es decir, la centralidad es la del sujeto, portador de un rol activo, productor y constructor de la historia, quien es parte de la misma, quien al contar su historia y al reconocerse en ella, objetiva su subjetividad y la comparte o como dice Portelli (1997b), la transmite.
Es una nueva forma de investigar, donde la racionalidad que se utiliza, no es la racionalidad instrumental (aunque un mal abordaje de la historia oral, puede llevarnos a ello), sino una racionalidad dialéctica. Es trabajar con la experiencia vivida de los sujetos, en palabras de Thompson “... A través del término ausente “experiencia”, la estructura, es transmutada en proceso, y el sujeto es reinsertado en la historia”(1981:188).
Es decir, se da prioridad al sujeto, la posición que éste tiene en un grupo o clase, y su experiencia.
Otra de las actitudes que nos llamaron la atención, es la preparación previa de los sujetos antes de llegar a las entrevistas. Revisaban su pasado y analizaban qué querían tornar público. Ellas se “prepararon” para las entrevistas, ya que sabían que sus palabras se harían públicas. Una forma diferenciada de comunicación, y que “lo diferente” en este caso fue que no realizábamos una entrevista como tantas que tuvimos durante tantos años de trabajo, sino que tanto yo, como ellas sabíamos que de lo que aquí construyéramos dependía gran parte del trabajo realizado, como también que lo que aquí hablaríamos tomaría un estado público, es decir no sería “guardado” como generalmente ocurre cuando como Trabajadores Sociales realizamos entrevistas dentro de nuestra práctica profesional.
Esto de hacer públicas sus palabras, devino en que ellas pensaran, qué era lo que iban a decir y decidieran qué callar. Es decir organizaran sus pensamientos antes de las entrevistas.
Así el propio narrador tiene la posibilidad de objetivarse y es en este proceso donde el sujeto tiene la oportunidad de reconocerse en su habla, dando la posibilidad de operar algún tipo de cambio (aunque mínimo) entre el antes y el después de la entrevista. Es en la entrevista donde se va construyendo la narración.
Como plantea Berg (1990:4) “la entrevista concede al informante la oportunidad de desarrollar sus propios pensamientos e ideas sin apenas contradicción y de poner a prueba su propia habilidad para la narración”.
El potencial político que tiene esta metodología de investigación, es sumamente significativo, no sólo porque implica un encuentro de saberes, sino porque da la posibilidad al narrador de reconocerse en su habla, de recuperar de esta forma su memoria, que es a la vez memoria particular y memoria colectiva.
En el caso específico de nuestra investigación, hemos utilizado ciertos criterios para la selección de las entrevistadas, que considero importante resaltar, ya que gran parte del “fruto” del trabajo con este tipo de metodología, depende de la “elección” adecuada de los sujetos a ser entrevistados[12].
En el momento de diagramar la investigación, y de elegir las personas que serían entrevistadas, había surgido un interrogante, ¿cómo captar la mayor representatividad y la mayor heterogeneidad posible, dentro de éste costurero en el que participaban 45 mujeres y de las que entrevistaríamos a 6?. ¿Cómo profundizar en este tipo de metodología, basado historias de vida?. De esta manera diseñé junto a la Profª. Dra. Maria Lúcia Martinelli, (quien orientó dicho trabajo de investigación) algunos criterios a través de los cuales podríamos captar esta heterogeneidad. Sobre la base de algunos criterios y del conocimiento que tengo de las mujeres, a la experiencia cotidiana compartida, seleccioné quienes serían las entrevistadas, que ciertamente considero importante destacar:
Los criterios para la selección de las mujeres han sido los siguientes:
· Criterio de representatividad de los sujetos por sus condiciones personales, es decir por la riqueza de sus historias, por la forma de elaborar su experiencia, por el lugar que ocupan en el grupo, teniendo en cuenta la posibilidad que tienen de expresar las distintas maneras de pensar y de actuar.
· Criterio de inserción temporal buscando recuperar la trayectoria histórica, a través de las vivencias de las personas en este espacio, por lo que diferentes inserciones temporales nos podrían dar diferentes comprensiones de este proceso.
· Nivel de participación; aquí no estábamos pensando en la cualidad de la participación, y sí en el hecho de participar de uno de los dos subgrupos, que coexisten en el costurero, uno ligado a la producción para la comercialización y otro ligado al autoconsumo, lo que nos podría dar miradas diferentes según la participación en cada subgrupo.
Estos criterios fueron determinantes para la selección de las mujeres, pero como investigadora he considerado significativa, tanto la faja etárea de estas mujeres como la capacidad de elaboración verbal. Con relación a la edad, porque estaba interesada en poder “captar” las diferentes generaciones que participaban del mismo, es decir una mujer de 73 años, como también una de las más jóvenes. Con relación a la capacidad de elaboración verbal, estaba preocupa en que estuvieran interesadas en contar sus historias, ya que consideramos que toda persona tiene una “historia” para contar, lo que no siempre encontramos son personas dispuestas a oír.
En palabras de Benjamin:
“La experiencia que pasa de persona a persona, es la fuente a la que recurrieron todos los narradores. Y entre las narrativas escritas, las mejores son las que menos se distinguen de las historias orales contadas por innumerables narradores anónimos... “Quien viaja tiene mucho para contar”, dice el pueblo, y con eso se imagina al narrador como alguien que viene de lejos. Pero también escuchamos con placer al hombre que ganó honestamente su vida sin salir de su país, y que conoce sus historias y tradiciones...” (1994:198).
Como bien nos señala Mercedes Villanova: “Son diálogos que nos sensibilizan y nos aproximan a las emociones de los otros y que nos ponen en contacto con la memoria y la densidad de lo vivido, desde las condiciones personales actuales que modelan o matizan toda la experiencia. Las fuentes orales a contemplar el pasado desde el hoy” (1996:34).
Hemos tenido especial cuidado en no descontextualizar las entrevistas; sino de ubicarlas en su contexto histórico, político, económico y cultural. Trabajando con las peculiaridades de las fuentes orales, diferentes de las escritas. Así Portelli (1997b) nos plantea algunas peculiaridades entre las fuentes escritas y las orales, las primeras se caracterizan por contener una norma de regularidad, mientras que la norma en la fuente oral, es la de mudanza. “Las fuentes históricas orales son narrativas” (ídem 1997b:27), nos cuentan más sobre los significados que adquieren para los sujetos que sobre los eventos. Las fuentes escritas tienen como objetivo emitir un contenido, mientras que las fuentes orales se caracterizan por transmitirlo.
Con relación a la transcripción, considero que es sumamente enriquecedor que el propio investigador sea quien realice este trabajo y no lo delegue otras personas. Una de las razones que me llevó a hacer esta consideración, es la posibilidad de revivir el momento de la entrevista, y a partir de allí, capturar ángulos que no había percibido en el momento de la realización o que había considerado como secundarios. De esta manera se garantiza la fidelidad a la grabación, a lo que los sujetos dijeron o callaron, ya que era el entrevistador quien estaba en el momento de realizar la entrevista.
Para el análisis de las entrevistas hemos construido dos tipos de cuadros[13], los cuales fueron fundamentales, utilizados como recursos instrumentales, para el análisis de las entrevistas. Tanto para la caracterización de las mujeres como para el análisis posterior. Estos cuadros no fueron realizados de manera aleatoria, sino que estaban directamente relacionados a los objetivos que nos habíamos propuestos y articulados entre si.
En el primer cuadro procuramos las principales categorías y los núcleos temáticos, para luego esbozar las primeras reflexiones que surgían de la lectura de las entrevistas. Así elaboramos un cuadro más general de cada mujer con sus propias narraciones, nuestras reflexiones, divididas en categorías y núcleos temáticos.
Este cuadro que se constituyó en una primera forma se sistematización que nos permitió una posterior comparación de las mujeres entrevistadas, de las diversas concepciones de cada una y de las diversas forma de concebir el mundo. Tarea que fue sin duda trabajosa, pero al mismo tiempo deliciosa.
En el segundo cuadro, realizamos una breve caracterización del perfil de las mujeres, basándonos para ello, tanto en el primer cuadro, como en el conocimiento adquirido de los sujetos, durante tantos años de trabajo compartido.
4- La Vida cotidiana como posibilidad de producción de conocimientos
No es ninguna novedad afirmar que el Trabajo Social interviene en la vida cotidiana de los sujetos con los que trabaja, o que el ámbito privilegiado de actuación profesional sea la vida cotidiana, pero cuando realizamos estas afirmaciones: ¿a qué nos estamos refiriendo?, ¿qué entendemos por vida cotidiana?.
De manera general podríamos decir que es el ámbito donde se produce y reproduce la vida social. Como plantea Netto (1996)[14], la obra marxiana ha dado un considerable aporte para el estudio de la vida cotidiana[15].
Concordamos con Carvalho (1996:14-15) “... La vida cotidiana, esta vida de todos los días y de todos los hombres es percibida y presentada diversamente en sus múltiples colores y faces:
· la vida de los gestos, relaciones y actividades rutinarias de todos los días;
· un mundo de alienación;
· un espacio banal, de la rutina y de la mediocridad;
· un espacio privado de cada uno, rico en ambivalencias, tragedias, sueños ilusiones;
· un modo de existencia social ficticio/ real, abstracto/ concretos, heterogéneo/ homogéneo, fragmentado/ jerárquico;
· la posibilidad ilimitada de consumo siempre renovable;
· el micromundo social que contiene amenazas y, por tanto, carente de contro y programación política económica;
· un espacio de resistencia y de posibilidad transformadora
· um espaço de resistência e possibilidade transformadora.
La vida cotidiana es también vista como un espacio donde el acaso, lo inesperado, el profundo placer del repente descubierto en un día cualquiera, eleva a los hombres de esa continuidad, retomándola de forma modificada.
Es un palco posible de insurrección, ya que en él se atraviesan informaciones, búsquedas, cambios, que fermentan su transformación.
Todos los estudios sobre la vida cotidiana indican la complejidad, la contradictoriedad y la ambiguedad de su contenido. Y lo que es más importante, la vida de todos los días no puede ser recusada o negada como fuente de conocimiento y de práctica social.”
Es en esta vida cotidiana, donde se construye la intervención del Trabajo Social. En ese sentido, retomamos el pensamiento Lefebvre (1984), quien entiende que el concepto de cotidaneidad no procede de lo cotidiano; sino que expresa una crítica filosófica a este cotidiano. “Nace de la filosofía que reflexiona sobre la no-filosofía” (1984:23).
Podríamos decir que es una búsqueda de lo que viven las personas comunes en su día a día. Se trata de descifrar “las historias” en sus acontecimientos diarios, buscando conocer aquello que muchas veces queda oculto tras los grandes eventos, dejando poco espacio para conocer lo que los sujetos piensan, hacen, dicen y de cómo organizan su vida, sus relaciones familiares. Entendemos la sociedad en su conjunto como una totalidad compleja; ésta se condensa en lo cotidiano, por lo tanto se trata de conocerla desde otra óptica.
Lefebvre afirma: “El estudio de la vida cotidiana ofrece un terreno de encuentro a las ciencias parcelarias y también alguna cosa más pone de manifiesto el lugar de los conflictos entre lo racional y lo irracional en nuestra sociedad, en nuestra época. Determina así el lugar donde se formulan los problemas de la producción en sentido amplio: la forma en que es producida la existencia social de los seres humanos, con la transiciones de la escasez a la abundancia y de lo precioso a lo despreciado”. (1984:35)
Y nos dice más: “La cotidaneidad no solamente es un concepto, sino que puede tomarse tal concepto como hilo conductor para conocer la “sociedad”. Y esto, situando lo cotidiano en lo global: el Estado, la técnica y la tecnicidad, la cultura (o la descomposición de la cultura) etc. Esta es, nuestra opinión, la mejor forma de abordar la cuestión, el camino más racional para aprehender nuestra sociedad y definirla penetrándola.” (1984:41)
No hay vida humana, sin cotidiano, no hay instituciones sociales sin cotidiano, éste es insuprimible.
Adentrarse en el conocimiento de las prácticas de los sujetos en su vida cotidiana es de sumo interés y necesidad para los Trabajadores Sociales considerando que uno de los ejes que cruza nuestra disciplina es la del Sujeto con relación a sus necesidades y como ámbito privilegiado la vida cotidiana. Conocer cómo el sujeto estructura su vida cotidiana como produce y se reproduce[16], conocer tanto la vida material, concreta objetiva como la subjetividad, o los procesos de socialización donde se produce esta sociabilidad, nos permitirá construir mediaciones teóricas, a través de las cuales podremos enriquecer tanto la práctica profesional como la formación académica.
Toda acción social del Sujeto reproduce y se reproduce materialmente y subjetivamente. Esto da sentido a la vida de los sujetos, pero ese sentido es la construcción de esos significados.
Por lo tanto consideramos a la vida cotidiana como fuente de conocimiento, es en ella donde los hombres producen y reproducen las dimensiones de sus vidas.
5-Historia Oral Y Trabajo Social:
En este marco, entendemos a la intervención profesional como una construcción teórico- práctica, la cual se conforma en el desarrollo de los procesos sociales, reproducidos cotidianamente. Es un proceso de construcción histórico social.
Se trata de “... comprender la profesión históricamente situada, configurada como un tipo de especialización del trabajo colectivo dentro de la división social y técnica del trabajo propio de la sociedad industrial...” (Iamamoto, Carvalho: 1984: 77).
Ubicamos a la intervención profesional en el marco de las problemáticas derivadas de la producción y reproducción de la vida social, lo que permite a los Trabajadores sociales revalorizar la capacidad transformativa de los sujetos. El sujeto se reproduce tanto en su materialidad como en su subjetividad.
“Como mediador, el Asistente Social transita entre dos mundos complementarios: el universo de los dominantes y de los dominados, en una posición muchas veces ambigua en la medida en que se sitúa en un campo de intereses contrapuestos.” (Yazbek 1996: 24)
Observamos comúnmente, en las conversaciones con las personas que dependen del estado para garantizar la satisfacción de alguna necesidad, una relación de proximidad con el Trabajo Social. Casi todas las personas conocen algún Trabajador Social; o bien porque han recibido alguna “visita domiciliar”, o han trabajado en conjunto en algún comedor escolar, o han realizado trabajos comunitarios, o simplemente porque han requerido de nuestra intermediación para acceder a medicamentos, alimentos, u otro tipo de prestaciones. La sobrevivencia en lo cotidiano implica relaciones complejas tanto con el Estado como con distintos organismos privados de asistencia. El Trabajador Social es uno de los actores privilegiados que media entre el Estado y los sujetos. Por lo tanto podemos afirmar que el Trabajador Social es uno de los profesionales que más próximos se encuentra de las clases subalternas.
Esta proximidad se debe justamente, a intervenir en lo cotidiano de los sujetos, tanto en la implementación de políticas sociales, como en el proceso de organización social y de “control” social. Por lo tanto debemos estructurar y construir nuestra intervención en base al conocimiento de los sujetos con los que trabajamos, como también al conocimiento de la realidad social. Para ello, es preciso la construcción de mediaciones teóricas que puedan servir como instrumento para la reconstrucción de las vivencias de estos grupos, y de la realidad social como un todo.
Así, una de las peculiaridades que tiene nuestra profesión, es la de ser básicamente interventiva, estructurando nuestras prácticas en lo cotidiano, en el seno de las relaciones sociales[17]. Por lo tanto la posibilidad de construir conocimiento podría verse enriquecida por el hecho de estar en contacto directo con el “saber”, la cultura, el mundo de la vida cotidiana de los sujetos con los que trabajamos.
Es en este escenario de la vida cotidiana, donde la vida de los sujetos se produce y se reproduce, lo que a su vez posibilita la producción y reproducción de la sociedad como un todo.
La investigación, sea cualitativa (y dentro de ella situamos a la historia oral), sea cuantitativa, se instituye como el camino privilegiado para la producción de conocimientos. El trabajo social, ha avanzado considerablemente en su dimensión operativa, lo que ha llevado a descuidar la investigación, la cual es sin duda indispensable para cualquier disciplina. Uno de los grandes desafíos que se nos coloca hoy, es justamente construir conocimiento a partir de la propia práctica profesional.
Como plantea Martinelli (1994a: 6) “ A esa capacidad operacional es indispensable que se sumen también la consistencia argumentativa, la fundamentación teórica, la construcción del saber.”
Consideramos que el trabajo con este tipo de metodología, podría enriquecer las investigaciones en nuestro campo disciplinar, ya que nos abre un nuevo mirar, y una nueva perspectiva desde la intervención profesional. Teniendo en cuenta que contamos con la posibilidad cotidiana y concreta que pocas profesiones tienen, de trabajar con los sujetos históricos en su propio vivir.
Es decir, tenemos un camino recorrido, que es la proximidad a los sujetos, no debemos salir a buscar las “fuentes de información”, ni sentirnos extraños en el trabajo de campo. Conocemos a las personas, y están ahí frente a nosotros, con cosas para decir[18]. Este es un primer paso, pero no es suficiente, es sólo una posibilidad, que precisa ser profundizada, es un camino metodológico a recorrer, con una particularidad específica como requiere el trabajo con historia oral, pero insisto, esto es sólo una posibilidad que no puede ni debe dejarse de lado.
El Trabajo Social muchas veces ha visto sacrificada esta posibilidad por ser una profesión que se encuentra en el centro de las contradicciones sociales, por tener que dar respuestas tanto a las demandas de los sujetos como a las demandas de las instituciones donde se inserta. En esta lucha cotidiana, en esta confrontación cotidiana es donde se entrecruzan intereses tan diversos como contradictorios. Ante esta realidad el Trabajo Social muchas veces ha asumido un carácter pragmatista; formas de intervención, que sin duda debemos superar. La sobrecarga en el trabajo, la creciente división social y técnica del trabajo y los procesos de alienación a los que sin dudas somos expuestos y que reproducimos, hace que perdamos de vista a los sujetos en su totalidad, de escuchar al sujeto en sus narrativas. Construir una intervención profesional desde otra lógica, no es tarea fácil, pero es un desafío que nos es puesto.
Nuestra profesión, tiene la posibilidad de traer la voz de los sujetos con los que trabajamos a la esfera pública. Lo que requiere de dedicación, pero sobre todo de estar capacitado tanto teórica como instrumentalmente para ello. También es un compromiso político, una convicción política.
Es en este sentido que consideramos que es posible producir conocimiento desde lo cotidiano de los sujetos, desde sus experiencias, desde sus narrativas. Como venimos sosteniendo, estas experiencias, si bien son individuales, son también portadoras de un colectivo, son parte del vivir de un pueblo, del decir de un pueblo.
Producir conocimiento desde esta perspectiva, nos potencia tanto en lo que hace a la producción teórica dentro de la Ciencias Sociales como asimismo nos permite mejorar la calidad de la intervención, muchas veces sacrificada por la inmediatez y el pragmatismo.
Como ya hemos afirmado, algunas de las ventajas que tenemos como trabajadores sociales es que no debemos salir a buscar a los sujetos que formarán parte de la investigación. Ellos forman parte de nuestro cotidiano profesional. Ese fue el caso de la investigación que venimos relatando, como ya hemos destacado, el acceso a “los sujetos de la investigación” ha sido relativamente “fácil”. Posibilidad que me ha dado el desempeño profesional como trabajadora social, que ni todos los investigadores, que trabajan con fuentes orales han tenido. Esta es una de las posibilidades que tenemos los Trabajadores Sociales para emplear este tipo de metodología, ya que tenemos una “etapa”[19] superada y es la de inserción y conocimiento con los sujetos a ser entrevistados.
Tampoco precisamos “inventar” una preocupación, o tema de investigación, en su mayoría ellas nacen de la propia realidad social, de la propia intervención. De ninguna manera estamos despreciando las investigaciones propiamente “teóricas”, ya que éstas nos darán sustento, pero en el caso específico de investigaciones utilizando la metodología de Historia Oral, ser Trabajador Social, es de una gran ayuda.[20]
Investigar la realidad donde se interviene, tiene sus ventajas, como ya hemos señalado, pero también requiere de un mayor cuidado en cuanto al distanciamiento necesario o bien de un “acercamiento crítico”. De este modo, se instala como un verdadero desafío redescubrir esta realidad, es decir buscar lo desconocido de una experiencia conocida, vivida. Es necesario analizarla en su complejidad, en sus determinaciones, en sus contradicciones, en sus límites históricos. Estos son algunos de los límites que implica trabajar con una experiencia del tiempo presente, la cual se encuentra en constante movimiento y transformación.
En el caso de la investigación que venimos analizando, la Historia oral nos posibilitó descubrir ángulos de la realidad que no percibí en la intervención cotidiana como Trabajadora social, que sólo se hicieron visibles, y que dimensionaron su real importancia en el transcurso de la investigación. Para ejemplificar:
En el momento de realizar las entrevistas, me di cuenta que durante años había intervenido como trabajadora social, sin considerar la variable migratoria. Es claro que sabía de dónde provenía cada una de las mujeres y dónde se encontraban sus parientes, (hijos hermanos, padres), pero no había comprendido el enorme significado que adquiría para estas mujeres provenir de otro lugar, y el proceso por el cual el costurero había pasado a ser su propia casa y el lugar de referencia y de pertenencia.
6-Algunas Consideraciones Finales:
El Trabajador social en su intervención cotidiana trabaja con sujetos, los que en su mayoría, privilegian como forma de expresión el lenguaje. Las entrevistas (claro que con otros objetivos y en otro contexto), hacen parte de nuestras herramientas de trabajo. En la experiencia de intervención, el trabajador social, va logrando un “acumulo” de la riqueza de la vida social. Si esta experiencia acumulada del Trabajo Social, se tradujese en proyectos de investigación, que pudieran explicar la misma; si se interrogase frente a la realidad social, se aproximase a ángulos de la realidad, que ni siempre parecen como fundamentales para la intervención, sin duda avanzaríamos significativamente (aunque nunca sea lo suficiente), en el campo de las Ciencias Sociales, como en la propia intervención profesional.
Por lo tanto el trabajo con fuentes orales, que se inscriben dentro de un proyecto de investigación, adquiere gran importancia para el Trabajo Social, ya que nos abre un nuevo mirar, y una nueva perspectiva desde la intervención profesional. Tenemos la posibilidad cotidiana y concreta que pocas profesiones tienen, de trabajar con los sujetos históricos en su propio vivir. Es decir, tenemos un camino recorrido, que es la proximidad a los sujetos. Se trata de construir un camino en la investigación.
Tenemos la posibilidad de recuperar las narrativas de los sujetos, sus experiencias, y descubrir las diversas estrategias que se dan desde lo cotidiano, para afrontar una realidad que los excluye, no sólo de los circuitos formales de producción, sino también del acceso a bienes y servicios, exclusión que se manifiesta también en una exclusión política, educativa, y “cultural”.
Consideramos que es posible producir conocimiento desde lo cotidiano de los sujetos, desde sus experiencias, desde sus narrativas. Como venimos sosteniendo, estas experiencias, si bien son individuales, son también portadoras de un colectivo, son parte del vivir de un pueblo, del decir de un pueblo.
La vida cotidiana es el escenario de lucha donde se entrecruzan las problemáticas sociales, donde se objetivan las contradicciones sociales, la lucha de clases; y el trabajo Social por encontrarse en el seno de la contradicción, es que tiene la posibilidad (aunque no es la única profesión ni esto es exclusividad de las profesiones) de traer al ámbito de lo público las voces de los sujetos y sus narrativas, que sin duda tienen mucho para decirnos.
Así tendremos tanto la posibilidad, como el compromiso de construir argumentaciones sólidas que partan de la realidad, construyendo mediaciones teóricas para explicarlas y que vuelvan a ella. De construir una práctica social que persiga la emancipación del hombre, tomando conciencia de sus necesidades y buscando su superación. Estos caminos nunca son sólo individuales, sino que se construyen en relación, las prácticas sociales son históricas, son políticas y se construyen en el seno de las relaciones sociales. Es preciso articularnos con otros sectores de clases, en la lucha por una sociedad justa, humana, igualitaria.
Para “cerrar” este artículo, quisiera sólo colocar, lo que considero uno de los mayores desafíos que son puestos para los profesionales que trabajan con este tipo de metodología. Si bien hemos afirmado que una de las ventajas que tiene el Trabajo Social es el de acceder directamente a los sujetos que serán parte de la investigación, aún no hemos dicho nada acerca de la responsabilidad que esto implica, es decir del compromiso de “devolución” de la investigación a aquellos que fueron parte de la misma.
Podríamos decir que existen diferentes formas de “retornar” la investigación a los sujetos, una de ellas, quizás la más tradicional, (no necesariamente por ello ser la más implementada), sería la entrega de la investigación, en formato de texto, libro u otra de misma naturaleza. Es claro que este tiene una gran importancia, ya que desde el punto de vista “objetivo”, los sujetos accederían a lo que hemos producido a partir de sus narraciones y a partir del mismo podrían generarse debates u otro tipo de actividades o por qué no otros proyectos, sean éstos ligados a la intervención o bien a la investigación.
Desde el lado “subjetivo”, he experimentado la importancia que adquiere para las personas tener en sus manos, aquello en lo que han participado, y reconocerse en sus propias palabras. Es un “reconocimiento” público que ni siempre los sujetos con los que trabajamos, mayoritariamente poblaciones excluidas, tienen. En su mayor parte son tomados como “objetos” de políticas públicas, destinatarios de innumerables proyectos, y pocas veces como sujetos activos, constructores de la realidad social.
Otra de las formas que consideramos indispensables del “retorno” a los sujetos de la investigación, y no sólo a ellos, se traduce en “aplicar” aquello que aprendimos a través de la investigación en lo cotidiano de nuestro ejercicio profesional, quizás este sea nuestro mayor desafío, calificar la intervención profesional, la producción académica, con una dirección ético política en favor de los sectores con los que trabajamos, relacionándonos con otros sectores de la sociedad, para construir una sociedad justa.
Desvendar la trama de lo real implica bucear por esta realidad, captarla en su movimiento, construir conocimiento a partir de ella, y devolver a los sujetos nuestras producciones, y es en este ida y vuelta que podemos construir un saber colectivo, pero por sobre todo compartido.
Como dice Marx en su XI Tesis sobre Feuerbach:
“Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de transformarlo”. (1982: 635)
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· Docente de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Rosario. Mestre en Serviço Social por la Puc/SP. Doctoranda en Serviço Social por la PUC/SP Brasil.
[1] Mujeres soñando de pie, un hoy hecho realidad: experiencia de mujeres en la construcción de una nueva práctica. Disertación de Maestría en Trabajo Social, defendida en la PUC/ SP, en Marzo de 1999.
[2] Primero realizando como alumna, las prácticas pre -profesionales como parte del convenio de extensión de la Escuela de Trabajo Social de la UNR 1990-92 y del 92 al 96 como trabajadora social.
[3] Retomamos el pensamiento de Sader (1995:11), entendiendo : “ una colectividad donde se elabora una identidad y se organizan prácticas a través de las cuales sus miembros pretenden defender intereses y expresar sus voluntades, constituyéndose en esas luchas.”
[4]Esto es, que existe la práctica, pero es necesario comprenderla, desvendar el movimiento de ésta, conocer sus determinaciones su modo se ser, su esencia; sin la comprensión de esta práctica, ella permanece oculta.
Como nos dice Marx en su VIII Tesis sobre Feuerbach:
“ Toda vida social es esencialmente práctica. Todos los misterios que inducen al misticismo encuentran su solución racional en la práctica humana y en la comprensión de esa práctica.” (1982: 35)
[5]La posmodernidad se viene constituyendo como una nueva visión de mundo, siendo una de sus tesis centrales la inexistencia de paradigmas totalizantes para explicar la sociedad; se trataría de pensar no más en los grandes procesos sociales, pero si en lo localizado, en lo singular, donde se propone una visión del individuo fragmentaria. En este sentido Netto entiende que: (1996: 97) “del punto de vista de sus fundamentos epistemológicos y teóricos, por lo tanto, el movimiento es funcional a la lógica cultural del estadio contemporáneo del capitalismo”.
[6] Ver por ejemplo Vasquez, Teresa "Crisis y Sobrevivencia en Barrios Marginales de la Ciudad de Puno" en Revista Acción Crítica Nº 30. Ed. CELATS , Lima, Perú, 1991 y Rozas, Moljo, Tobin y otros La Pobreza detrás de las estadísticas Buenos Aires. Editora Centro Editor de América Latina 1996. Argentina.
[7]Cabe la aclaración que tanto las transcripciones de la Dra Maria Carmelita Yazbek, la de la Dra Maria Lúcia Martinelli, Marilena Chaui, entre otros, han sido hechas por la propia investigadora, siendo el idioma original Portugués
[8]Este debate es contemporáneo, el cual sin duda precisa ser profundizado. Para mayor amplitud del tema cf ALBERTI, V. HISTÓRIA ORAL a experiência do CPDOC. Brasil, Editora Fundação Getulio Vargas CPDOC. Rio de Janeiro, 1990. BERG, M . “Entrevistar ¿ para qué?. Algunos aspectos de la entrevista como método de producción de conocimientos”. in Historia y Fuente Oral, Barcelona. Ed. Universidad de Barcelona, 1990. BERTAUX. D “ Los relatos de vida en el análisis social” in Historia y Fuente Oral Barcelona. Ed. Universidad de Barcelona. 1990. FERREIRA, M de M y AMADO, J. (org). Usos e Abusos da História Oral. Rio de Janeiro, Fundação Getulio Vargas, 1996. VILLANOVA, M. “La Historia sin adjetivos con fuentes orales y la historia del presente”. in. Revista História Oral. Revista da associação Brasileira de História Oral. Nº. 1. Junho 1998, Brasil. entre otros.
[9]La primer investigación de este tipo en la que participé, fue la realizada bajo la dirección de la Master Margarita Rozas Pagaza en la ciudad de Rosario, durante los años 1993 y 94, recibiendo un subsidio de la Universidad Nacional de Rosario, Secreatría de Ciencia y Tecnología. Estudiamos la pobreza en dos barrios de esta ciudad, investigación que finalmente publicada, cf. La Pobreza detrás de las estadísticas. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina Nº 485, 1996. En esta primera experiencia, no existía un contacto previo con los sujetos, sino que dos compañeras del equipo de investigación trabajaban en uno de los barrios, mientras que en esta segunda experiencia, existía una relación y conocimiento de los sujetos entrevistados, construída durante años. Por otro lado, en la primera experiencia, relaizábamos las entrevistas en dupla, lo que fue sumamente interesante, ya que permitía una discusión posterior de lo acontecido en cada una de las entrevistas, como también dos miradas diferenciadas sobre cada situación, ya que nos habíamos dividido de forma tal que nunca salieran juntas dos personas que pertenecieran a la misma disciplina, buscando de esta manera un enfoque interdisciplinar. En esta nueva investigación, sólo yo entrevistaba.
[10] Cuando pensamos en autonomía, no entendemos a esta como superación de la alienación, sino como plantea Mello: “... No me estoy refiriendo a la autonomía como superación de la alienación... La otra palabra que tal vez pudiese emplear sería independencia, pero ésta es mucho más inadecuada, pues la autonomía, aquí se refiere a algo exterior e interior: un sentimiento positivo, afirmativo del proprio yo, pero al mismo tiempo, un mínimo de dominio sobre las circunstancias, o sea un rechazo de la pasividad...”. (1988: 177).
[11]Cf. Chaui, M. Conformismo e Resistência: aspectos da cultura popular no Brasil. 6ª reimpressão, São Paulo, Ed Brasiliense, 1996.
[12] Excepto que se trate de una investigación donde se da prioridad a las entrevistas aleatorias.
[13] No existe un “modelo” para la construcción de los cuadros, éstos surgen o se crean a partir de las entrevistas y de los objetivos perseguidos con la investigación.
[14]Cf. NETTO, José Paulo. “Para a Crítica da vida cotidiana.” In Cotidiano Conhecimento e crítica. Carvalho, Maria do Carmen Brant de. Netto, José Paulo. 4ed, São Paulo, Cortez, 1996.
[15] Cf. Heller (1986, 1985), Lefevbre (1984), Kosik (1967).
[16] Entendemos la producción y reproducción de las relaciones sociales, según plantean Iamamoto y Carvalho: “...Cabe afirmar que la reproducción de las relaciones sociales no se restringe a la reproducción de la fuerza viva de trabajo y de los medios objetivos de producción (instrumentos de producción y materias primas). La noción de reproducción los engloba, en tanto elementos sustanciales del proceso de trabajo así como también los sobrepasa. No se trata sólo de la reproducción material en su sentido amplio, comprendiendo a la producción, consumo, distribución e intercambios de mercancías. Se refiere a la reproducción de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción en su globalidad, involucrando también la reproducción de la producción espiritual, esto es, de las formas de conciencia social: jurídicas, religiosas, artísticas o filosóficas, a través de las cuales se toma conciencia de los cambios ocurridos en las condiciones materiales de producción.” (1984:78)
[17]Para una mayor profundización consultar: Iamamoto, M y Carvalho de, R. Relaciones Sociales y Trabajo Social. Perú, CELATS, 1984.
[18] Al respecto, es sumamente ilustrativo, el análisis que realiza Zaluar (1994), sobre las dificultades que ha tenido en su trabajo de campo, por el hecho de ser antropóloga y ser su primera experiencia en una villa, y el “miedo”que esto le causaba. Ella descubre un mundo nuevo, que de alguna manera no es tan nuevo, para los trabajadores sociales, que cotidianamente lidiamos con la pobreza, pero que poco escribimos sobre ella.
[19]Estamos pensando en etapas como parte de un proceso social, que no se dan de manera estancas sino por el contrario en permanente movimiento y contradicción. Para mayor profundización sobre el proceso de inserción del Trabajador social, consultar Rozas Pagaza, Margarita. Una perspectiva teórica metodológica de la intervención en Trabajo Social. Buenos Aires, Espacio, 1998.
[20] De ninguna manera excluimos la posibilidad de trabajar con sujetos que no formen parte de nuestro cotidiano profesional, en este caso deberíamos tener más cuidados en la elección de los sujetos, como también buscar conocer con mayor profundidad la realidad que éstos viven, y realizar el proceso de inserción del cual estaríamos exentos si fuese el caso de investigar a partir de la propia intervención profesional.
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