Un gobierno que tuvo luces pero también sus sombras.
Mario Mérida
Esta vez no me refiero a la memoria histórica, ni a historia oral, tampoco a fieles recuerdos de niños de 3 años, sino al estudio de la profesora Susan Reverby (Wellesley College, Massachusetts. Enero 2010) acerca de los experimentos –“Tuskegee”– realizados por el Gobierno de EE.UU., para evaluar la evolución de la sífilis en 600 afroamericanos oriundos del Estado de Alabama; que la puso en contacto con otros experimentos similares realizados en nuestro país (1946-1948). Normal Exposure and Inoculation Syphilis, detalla los experimentos realizados en Guatemala por el doctor John C. Cutler, para el servicio de Salud Pública norteamericano, Servicio de Salud Pública (PHS), los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, el Consejo Panamericano de Sanidad (actualmente la Organización Panamericana de la Salud) y el Gobierno guatemalteco, durante la presidencia de Harry S. Truman (1945-1953).
El estudio de la profesora Reverby, se publicó en enero del presente año, pero fue dado a conocer oficialmente nueve meses después, por la secretaria de Estado Hillary Clinton, lo cual trajo consigo la obligada solicitud de perdón del presidente Obama, a pocos días que el Gobierno guatemalteco se prepara para celebrar con bombos y platillos el cuartelazo del 20 de octubre de 1944, que para unos dio paso a la Revolución.
Los guatemaltecos, que nos preciamos de conocer parte de la historia nacional, valoramos el período de gobierno del presidente Arévalo (15 marzo 1945 – 15 de marzo 1951), llamado el primer Gobierno de la Revolución; pero queda claro, que a la par de sus innumerables logros, también tuvo sombras, como lo descubierto casualmente por la profesora Reverby, o los asesinatos cometidos al final de su Gobierno. Entre los que sobresalen, el caso de los fusilados por intentar tomar el control de la Base Militar La Aurora, el 5 de noviembre de 1950. Suceso documentado por la Revista Reader’s Digest (diciembre 1957), a través del relato del doctor Guillermo Labbé, quien describe con horror la escena que encontró, a la que asistió por ser el médico de turno del Hospital. De los 26 fusilados sobrevivieron Mario Arrivillaga, Segundo Mancio y el coronel Castillo Armas.
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Voltaire
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