Por Acento.com.do
Varios de los personajes públicos cuyos nombres han salido a relucir en los cables que la Embajada de Estados Unidos en Santo Domingo ha enviado al Departamento de Estado, han salido a defenderse negando la veracidad de esos informes diplomáticos.
La mayoría, sin embargo, ha errado en la búsqueda de un culpable al cual endilgar los supuestos yerros, inexactitudes y falsedades contenidos en los mensajes de los embajadores estadounidenses, pues han dirigido sus rabias y sus desmentidos hacia el sitio web Wikileaks, y algunos casos al Grupo SIN.
Quien se sienta difamado o injuriado debía exigir una reparación pública a quien pudo incurrir en esos delitos.
En estos casos necesariamente la búsqueda del presunto culpable habría que dirigirla hacia la Embajada de Estados Unidos en Santo Domingo, o bien hacia los funcionarios públicos dominicanos que hasta ahora han sido citados en los cables diplomáticos exponiendo sus puntos de vista y valoraciones sobre otros funcionarios civiles y militares, a los cuales han dejado mal parados ante la opinión pública y la ciudadanía.
Sería interesante saber cuántas “reuniones de trabajo” ha sostenido el presidente de la Corte Suprema de Estados Unidos con el embajador dominicano en WashingtonLo que luce irresponsable es que quienes han sido mencionados de manera negativa hayan preferido adoptar el silencio absoluto, otorgando así el crédito a todo lo vertido en los cables, y al mismo tiempo negándole a la ciudadanía una explicación satisfactoria.
No con menos irresponsabilidad han actuado quienes han reaccionado con ataques contra el portal Wikileaks, que sólo ha sido depositario de los cables filtrados, o contra Grupo SIN, como medio que obtuvo la exclusividad del valioso material informativo.
En ambos casos se trata de una vergüenza. No sólo porque no han podido desmentir los documentos de manera convincente, sino porque han preferido atacar a quienes consideran más débiles, a pesar de que saben el origen de los comentarios e informaciones que les han molestado.
Incluso, con su comportamiento, algunos de los que se han quejado por la publicación de los cables han puesto al desnudo la debilidad de la soberanía de la República Dominicana.
Nos han desnudado como un país en donde los más altos funcionarios, incluso el Presidente, parece que estuvieran obligados a despachar o a rendir cuentas ante el embajador de Estados Unidos.
El presidente de nuestra Suprema Corte de Justicia, Jorge Subero Isa, por ejemplo, dijo que había sostenido unas cincuenta “reuniones de trabajo” con el embajador estadounidense.
Sería interesante saber cuántas “reuniones de trabajo” ha sostenido el presidente de la Corte Suprema de Estados Unidos con el embajador dominicano en Washington.
No hay comentarios:
Publicar un comentario