jueves, 22 de septiembre de 2011

El valor de paradigma hoy

Blog detalle

Por Andrés L. Mateo

La sociedad es un sistema en el cual todos se relacionan. No hay una sola manifestación en el orden social que sea un hecho aislado. Es de esta interrelación sistémica que nace el valor de paradigma.
Un paradigma es un modelo, algo ejemplar; y si el cemento invisible de los valores sirve para algo en la sociedad es para crear relaciones paradigmáticas. Es por eso que la vida de los grandes personajes se pregona modélica, y los triunfadores sociales son imitados. Es por eso que la vida de los artistas se sigue con pasión en su trivialidad, y se arman novelones sobre sus actos. Un líder, un dirigente político, un guía espiritual, un maestro; cualquiera de los rangos sociales que modelan el éxito en la vida de la comunidad es un paradigma.
¿Por qué la sociedad dominicana está hoy petrificada ante el desborde la delincuencia y la corrupción, y se ve impotente, cercada, intimidada por la indetenible espiral de los hechos dolosos?
Simplemente porque la construcción de los paradigmas sociales legitima la corrupción y el delito. Este es, probablemente, el más difícil costado de la corrupción como sistema, y su secuela de delincuencia; porque tiene que ver con los valores, y porque transforma la sociedad en un gigantesco escenario de violencia y simulación. Aún contra su voluntad, los dirigentes políticos encarnan paradigmas, y su proceder en la sociedad es un referente.
Es en la interactuación social donde se gestan el valor y las dimensiones valorativas de la realidad. Todo fenómeno valorativo constituye un elemento de la cultura.  Pero los valores tienen su verdadero contenido, su "sustancia"-como dirían los viejos marxistas- en la actividad práctico social de los hombres y las mujeres a lo largo de la historia.
Es  suficiente, desde el punto  de vista de  los valores, que los paradigmas sociales signifiquen para que el resto de la sociedad aspire a experimentar lo mismo. Y quisiera ilustrar esta idea con el caso de Reynaldo Pared y el "barrilito senatorial", porque el "barrilito" es corrupción legitimada. He ahí el paradigma. Los valores son algo así como la expresión concentrada de las relaciones sociales, porque en toda sociedad opera un conjunto de representaciones, esquemas e ideales que determinan la actividad, la conciencia y la conducta de los individuos que la integran. Por eso si el paradigma social exitoso (Reynaldo Pared) excusa la corrupción por la proporción de la jugada política(el "barrilito" es un uso político e ilegal de los recursos públicos), los antivalores son una carta de triunfo, en la práctica, aunque esto nunca se proclame.
Cuando los políticos dominicanos se desgarran las vestiduras por el alto nivel de delincuencia de la sociedad, olvidan que la relación valorativa consiste en uno de los modos en que la realidad puede ser asimilada, y que ellos mismos son paradigmas fallidos que estimulan y legitiman el delito. La sociedad dominicana se ha quedado sin paradigmas, y se puede decir que está organizada de tal manera que ser corrupto es como lógico, natural y hasta comprensible.
Ese estado elástico, esa licencia, esa permisividad que la práctica política dominicana ha ejercido con respecto de los valores, es también el precio de la desgracia, la cultura del desparpajo que proclama que la opulencia no tiene nada que ver con el despojo, , y crea el paradigma negativo que nos rige hoy. No hay sinceridad en esos rostros preocupados por la delincuencia, sino lisura de la ambigüedad aterradora entre lo que dicen en la tribuna y lo que esta sociedad está cosechando de la forma como los políticos han fracasado en organizarla, y de los valores con los que, en rigor, actúan.
¡Nadie debería ya dejarse lamer por los Leones!

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Voltaire

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