martes, 28 de junio de 2011

Cuando el presidente se enferma, unos callan más que otros

Última actualización: Martes, 28 de junio de 2011

Muchos venezolanos no pudieron evitar el miércoles pasado la comparación de su gobierno con el de Argentina.

Cuando la presidenta de ese país, Cristina Fernández, fue hospitalizada tras resbalarse y darse un golpe en la frente al término de un acto en Buenos Aires, el parte médico se hizo público a las dos horas.

Un portavoz se encargó de leerlo ante los numerosos periodistas que esperaban a las puertas del hospital privado donde ingresaron a la mandataria argentina. Precisó que Fernández tenía solo un pequeño corte y un hematoma en el cuero cabelludo y que se le practicaron dos tomografías, una cerebral y otra cervical, que no mostraron ninguna lesión.

Era una información breve, pero más completa que la que se conoce sobre la enfermedad del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, a 18 días de que su canciller anunciara que fue operado en Cuba de un absceso pélvico.

Aún hoy, ni siquiera se sabe en qué hospital está internado.


Hasta hace unas décadas, lo normal era que los gobiernos democráticos guardaran silencio sobre la salud de sus dirigentes.

El hermetismo que rodea al caso de Chávez es un "ejemplo extremo", según los analistas consultados por BBC Mundo.

Para ellos, cuando un mandatario se enferma en otros países es habitual que se difunda el parte médico diario y que los periodistas tengan acceso a los doctores.

Aunque los gobiernos tienen en estos casos un amplio margen para administrar la información que quieren que se conozca, los activistas de la libertad de expresión exigen que rija el principio de máxima publicidad.

"La salud de un dirigente no debe ser secreto de Estado", sostiene el abogado argentino Ezequiel Santagada.

"Los gobiernos sólo deberían recurrir al silencio cuando hay pruebas más que razonables de que puede verse afectada la seguridad del país, como en una situación de guerra".
"Derecho a saber"


Hasta hace unas décadas era común que se escondieran los padecimientos de los dirigentes.

Así, los estadounidenses no supieron de los graves problemas de salud que aquejaron a Franklin Delano Roosevelt durante la Segunda Guerra Mundial, durante los últimos años de su presidencia; ni los británicos que su primer ministro Winston Churchill sufrió una apoplejía en 1953 mientras cenaba en el número 10 de Downing Street con su homólogo italiano.


Y en uno de los casos más sorprendentes, el mandatario François Mitterrand le ocultó a los franceses un cáncer de próstata durante más de diez años, hasta que la gravedad de su estado de salud lo llevó a revelar el secreto en 1992.

La situación ha cambiado en los últimos años, al menos en las democracias con mayor tradición de Europa y en Estados Unidos, según la británica Helen Darbishire, que dirige en Madrid la asociación Access Info.

Esta activista cree que casos como el de Miterrand son hoy poco probables en muchos países europeos porque, entre otros motivos, existen leyes de acceso a la información.

"Cualquier periodista o ciudadano puede rellenar una solicitud de acceso a un documento público como, en este caso, un parte médico. Pero en la práctica no es necesario porque se espera que los portavoces den el máximo número de detalles sobre la salud del cargo del cargo del gobierno que esté enfermo", dice Darbishire.

"Los ciudadanos tienen derecho a saber si su dirigente sigue estando capacitado para dirigir el país", agrega.


En el caso de Fernández se dieron los pormenores del su estado de salud tras el accidente que sufrió.

"La forma de proceder en países menos democráticos es muy distinta".

Un ejemplo de gran hermetismo citado por Darbishire es el de la afección que aquejó a fines de 2009 al presidente de Nigeria, Umaru Yar'Adua.

El mandatario fue hospitalizado en Arabia Saudita en 2009 y durante varios meses no se dieron detalles sobre su dolencia, una pericarditis, lo que dio lugar a especulaciones sobre su muerte y a una tensión que sólo disminuyó cuando el vicepresidente asumió el poder de forma interina. Yar'Adua falleció al regresar de Arabia Saudita.

Darbishire opina que el derecho a saber sobre la salud de un dirigente no debe tener límites: "La intimidad no es una excusa. No hablamos de un ciudadano común y corriente, sino de un cargo público elegido que debe responder ante los ciudadanos".

Miembros del gobierno y del partido oficialista de Venezuela han pedido, sin embargo, "respeto" y han acusado a la oposición de buscar la inestabilidad.
En las leyes


En cuanto a Estados Unidos, es difícil pensar que se pueda repetir el secretismo de la era Roosevelt, o más tarde de John F. Kennedy -que ocultó sus problemas endócrinos-, le comenta a BBC Mundo el historiador y médico Ludwig Deppisch, autor de un libro sobre la salud de los presidentes estadounidenses.


Deppisch se refiere a la presión que ejercería la prensa ante la mínima sospecha de que algo se oculta y a una reforma de la Constitución que se aprobó precisamente para evitar casos como aquéllos: la vigesimoquinta enmienda, de 1967, que regula la ausencia del jefe del Ejecutivo.

El presidente George W. Bush hizo uso de esa enmienda cuando fue operado de una colonoscopia en 2002 y de nuevo en 2007.

Antes de ingresar en quirófano, cedió el poder al vicepresidente Dick Cheney, para recuperar el mando en ambas ocasiones unas dos horas más tarde.

"Esta enmienda permite también que el gabinete o el Congreso le retiren el poder a un mandatario enfermo, incluso contra su voluntad", añade Deppisch.
Venezuela "rezagada"


En Latinoamérica, uno de los casos más recientes de enfermedades severas y prolongadas fue el del presidente de Paraguay, Fernando Lugo.

Sus médicos informaron el 6 de agosto del año pasado que tenía un cáncer linfático.

Tres días más tarde reconocieron que el cáncer era más grave de lo esperado y más adelante se anunció que el mandatario sería tratado en Brasil.

Lugo viajó en varias ocasiones entre ese mes y diciembre a Sao Paulo para someterse a sesiones de quimioterapia. En enero, el presidente aseguró que estaba totalmente recuperado.


El presidente de Paraguay se sometió el año pasado a quimioterapia en Brasil.

El abogado argentino Santagada, que trabaja en Paraguay para una asociación que promueve el derecho de acceder a la información, cree que, no obstante, los detalles se manejaron con cierto hermetismo y eso, opina, favoreció que circularan rumores de catástrofe.

"En Paraguay no hay una ley de acceso a la información", añade. "Se conoce lo que el gobierno quiere que se conozca".

En Venezuela, sin embargo, hay quien considera a Paraguay como un ejemplo a seguir.

La directora de la sección venezolana de Transparencia Internacional, Mercedes de Freitas, dice que en términos de acceso a la información el resto de países latinoamericanos le llevan a Venezuela "una morena", es decir, una gran ventaja.


"En todas las clasificaciones regionales que elaboramos, Venezuela está en los puestos de cola", afirma, y enumera algunas de ellas. "Información sobre el presupuesto, información publicada en internet, carencia de ley de acceso a la información...".

A De Freitas no le sorprende la ausencia de detalles sobre la salud de Chávez.

"Los venezolanos no conocemos con certeza cosas tan importantes como el número de barriles de petróleo que producimos o el sueldo de nuestros ministros", afirma.

"Que no sepamos nada del presidente es para nosotros lo normal".

Entre tanto, miembros del oficialismo han insistido -sin más detalles- en que el mandatario se recupera satisfactoriamente en Cuba.

Algunos afirmaron que hablaron con él y "todo está bien". Otros, como el ministro de Comunicación Andrés Izarra, sugirieron que las especulaciones sobre la salud del jefe de Estado se deben a un "síndrome de abstinencia de Chávez".

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo.

Voltaire

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

Esto puede ser de su interés

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...