Última actualización: Miércoles, 22 de junio de 2011
El mayor deseo de James Verone era estar preso.
A sus 59 años, este hombre de Carolina del Norte, Estados Unidos, no tenía dinero ni trabajo pero sí una protuberancia en el pecho, artritis generalizada, síndrome del túnel carpiano y un problema en el pie izquierdo.
Así que esta semana fue al banco más cercano y le entregó -sin estar armado ni emplear la violencia- una nota a la cajera de turno que decía: "Esto es un atraco, dame un dólar".
"No estaba asustado", relató luego Verone.
Tras entregar el papel, se sentó en uno de los sillones del banco a esperar que la policía llegara y lo arrestara.
Su plan para obtener atención médica gratuita se había materializado.
"Si no se tiene salud, no se tiene nada"
A pesar de que su fianza fue reducida de US$100.000 a US$2.000, Verone no tiene ninguna intención de pagarla.
Se trata de una historia dramática, que ejemplifica muy bien la desesperación que puede llegar a invadir a aquellos estadounidenses que se enferman -o sufren un accidente- sin tener un seguro médico privado.
Un estudio de la Universidad de Columbia publicado en octubre de 2010 ya señalaba que Estados Unidos, comparado con otros doce países, se encuentra rezagado en sus intentos por aumentar la expectativa de vida de sus ciudadanos.
Los investigadores advertían entonces que la muerte de muchos estadounidenses no se debe exclusivamente a las razones "comúnmente citadas" como obesidad, tabaquismo, accidentes de tránsito y violencia.
"Las fallas en el sistema médico estadounidense, como la atención especializada costosa y fragmentada podrían estar jugando un papel clave en el relativamente pobre desempeño del país para mejorar la expectativa de vida de sus ciudadanos", explicó Peter Muennig, el investigador que dirigió el estudio.
Verone dijo a la prensa local que le gustaría estar preso durante al menos tres años, para poder solicitar los beneficios de la seguridad social -que en EE.UU. pueden obtenerse a partir de los 62 años- durante el resto de su vida.
Al tener que escoger entre vivir adolorido o estar preso, Verone aseguró estar "contento" con su decisión que -según él- estuvo meditando durante mucho tiempo.
"Ya no podía soportar el dolor, así que no me arrepiento. Si no se tiene salud, no se tiene nada", recalcó.
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