Última actualización: Martes, 31 de mayo de 2011
Yasuteru Yamada, un jubilado japonés de 72 años, estaba viendo las noticias sobre la central de Fukushima en televisión cuando se dio cuenta de que era el momento de que su generación pasara a la acción.
Decidió que debían ser los mayores los que se expusieran al riesgo de la radiación nuclear y no los más jóvenes.
"Tengo 72 y la probabilidad de vivir entre 13 y 15 años más", explica.
"En el caso de que la radiación me afecte, el cáncer tardaría entre 20 y 30 años en aparecer".
Yamada se puso en contacto por correo electrónico y Twitter con viejos amigos y en pocas semanas surgió el Cuerpo de Veteranos Especializados, como se hacen llamar, compuesto por más de 200 ingenieros jubilados y otros profesionales, todos de más de 60 años.
Los voluntarios están tratando de convencer al gobierno para que les deje operar en la planta nuclear accidentada el 11 de marzo, pero aunque agradecido, ha preferido guardar cautela.
Yamada dice que cuenta con el apoyo de un par de parlamentarios.
"En este momento lo que puedo decir es que estoy hablando con muchos altos cargos del gobierno y de Tepco (la empresa que opera la planta)", revela. "Pero no puedo decir mucho más en este momento. Es un asunto políticamente muy, muy sensible".
Casi tres meses después del terremoto y del tsunami, la planta sigue emitiendo radiación.
La empresa operadora tiene planeado su cierre en enero aunque los expertos dicen que ese plazo es demasiado optimista.
Para enfrentarse al desastre, Japón ha elevado el límite de exposición a la radiación al que se exponen los trabajadores de emergencias de 100 a 250 milisieverts.
Al menos dos trabajadores de la planta se han expuesto a un nivel superior a ese límite superior, según reconoció Tepco esta semana.
Solidaridad
Muchos de los veteranos que apoyan a Yamada son ingenieros retirados como él.
Otros son ex trabajadores de centrales eléctricas, expertos en diseño industrial, e incluso entre ellos hay un cantante y dos cocineros. Yamada dice que serán útiles para entretener y alimentar al grupo.
Michio Ito fue profesor de una escuela de primaria pero está pasando su jubilación ayudando en una cafetería que ofrece posibilidades de trabajo a personas con dificultades de aprendizaje.
"No creo que yo sea particularmente especial", afirma. "La mayoría de los japoneses tienen ese sentimiento solidario. La cuestión es si dar un paso adelante o quedarse aparte y observar".
"Para dar ese paso necesitas muchas agallas, pero espero que sea una gran experiencia. La mayoría de los japoneses quieren ayudar de cualquier forma posible".
Yamada ya se ha probado su antiguo uniforme para comprobar si aún se ajusta a su talla.
Dice que está tan en forma como en sus años de trabajo con una gran experiencia que aportar.
Y se ríe de las comparaciones de su equipo con los pilotos kamikaze que ejecutaron misiones suicidas durante la II Guerra Mundial.
"No somos kamikaze. Los kamikaze fueron algo extraño, no hacían ninguna evaluación del riesgo. Iban a morir. Pero nosotros vamos a volver. Tenemos que trabajar pero morir nunca".
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