viernes, 14 de enero de 2011

Cantando… como la cigarra. La poesía de María Elena Walsh

Historia de vida

María Elena Walsh (Fuente externa)

El 29 de enero del 2007 escribí una historia de vida de una de las más queridas y respetadas escritoras argentinas: María Elena Walsh.

Ayer falleció a los ochenta años de edad. Argentina la llora, la recuerda pero sigue cantando… como la cigarra.

Recupero y comparto la memoria de una mujer que nos ayudo a crecer con fe y esperanza y sobre todo con mucha poesía.

Para Lisbeth Rodríguez Santana

Cantando al sol como la cigarra / después de un año bajo la tierra, igual que sobreviviente / que vuelve de la guerra

La Cigarra, canción de MEW

“Entre los literatos se suele considerar de una manera un tanto despectiva la actividad de “escribir para niños”. Entre otras cosas, los niños no fabrican prestigios literarios: no escriben crónicas en los diarios, ni otorgan premios ni becas. Hay que tener presente que la poesía no solo es trasmisión o memorización de versos. Es sobre todo una actitud frente a la vida, una forma de sensibilidad”


Conferencia dictada por MEW en 1965.

“Una escritora mujer, a quien se conocía por su vasta obra cuentística y musical infantil, denunciaba lo que todos callaban. María Elena Walsh asumía de esta manera la representación ideológica y verbal del pueblo argentino en un momento en el que el silencio, el anonimato y la ambigüedad significaban supervivencia. Las consecuencias fueron inmediatas: toda su obra fue censurada”


Pujol, Sergio Alejandro: Como la cigarra. Biografía de María Elena Walsh

Durante un año fui Consultora de Comunicaciones deI Consejo Nacional para la Niñez y la Adolescencia (CONANI). Dentro del perfil de obligaciones del cargo estaba la responsabilidad de crear, pensar, elaborar y editar una revista de la institución que reflejara todas las interdisciplinas que abarca una institución rectora y gestora de políticas para la infancia y la adolescencia. Sé que podría perderme en el vocabulario frío y seco de lo técnico. No es ese mi asunto. La experiencia más enriquecedora que viví en esos meses de labor fue meterme en el mundo de la niñez dominicana, en el mundo de esos adultos profesionales de los temas y problemas de la niñez que han hecho de eso su norte de vida.

Un mundo donde profesionales de la psicología, la medicina, las leyes y la psiquiatría, maestros, nutricionistas, ginecólogas aportan sus conocimientos y sensibilidad para preservar, proteger y respetar a nuestros pequeños y pequeñas. Lo más lindo de ese trabajo fue el intercambio con todos los trabajadores de CONANI, que desde sus distintas funciones empezaron a elaborar, como periodistas de temas de infancia los problemas, dilemas y aciertos de un trabajo que nunca concluye y que permanentemente tiene nuevos y distintos desafíos. Las reflexiones de los psicólogos de los hogares de paso, los desafíos de los médicos pediatras, las continuas implicancias del trabajo en el terreno de los trabajadores sociales y los abogados.


Un ámbito especial y enriquecedor como editora fue trabajar con el departamento de Adopciones. Todos muy jóvenes, recién egresados, en leyes, psicología o trabajo social, incontaminados todavía por el medio y la sociedad respondieron de manera unánime al desafío de escribir para la revista. Quiero destacar en esta nota la relación especial con la psicóloga clínica Lisbeth Rodríguez. Una muchachita de apenas veintitrés años que para optar al título de Licenciada en Psicología Clínica preparó una investigación titulada “Relación de hábito de lectura e inteligencia emocional en un grupo de adolescentes entre 15 y 17 años de edad”. Entusiasmada para participar con un artículo en la revista institucional de CONANI me presentó una serie de artículos pero el que me detonó la memoria fue el que escribió sobre los hábitos de lectura como vía del autoconocimiento y el crecimiento integral. Ella accionó la memoria y esa “loca de la casa que es la imaginación”. Simplemente después de leer el artículo cerré los ojos y recordé a Manuelita, la tortuga de Pehuajó cantada e inventada por María Elena Walsh. La misma escritora de literatura infantil que escribió “La cigarra”, o “El reino del revés”, “Otoño imperdonable” o aquel magistral ensayo denuncia “Desventuras en el país –jardín-de infantes” en 1976 o “Sepa porqué usted es machista”.


Para los argentinos, María Elena Walsh es un mito. Como Gardel, Evita o Maradona. Como dice Ana Garralón, MEW es “un personaje que desde los años sesenta ha cautivado el corazón de miles de argentinos con sus canciones, poesías infantiles y también por sus reivindicaciones políticas”


Cuando Lisbeth escribe: “Leer es básico para el progreso en el aprendizaje de cualquier asunto” y reitera “la literatura ofrece además una fuente increíble de motivación, cuando emoción y arte se unen en una buena historia se da la entrada a los insight sobre uno mismo y el mundo, se propicia un contacto más humano con el propio ser” (Revista CONANI 4 septiembre-octubre-noviembre 2006. Pág.28-29) recordé una conferencia de 1965, donde María Elena Walsh dijo: “Si a nuestra sociedad le preocupara en serio el hábito de la lectura en los chicos, procuraría no seguir fomentando la existencia de madres ignorantes. A la mujer se la disuade firmemente, por todos los medios, de cultivarse en profundidad. Pocos serán los hijos acostumbrados a ver- e imitar- a su santa madre dedicada a la lectura, a respetar lo que significan concentración, paciencia y soledad”.


Y agrega “la lectura no da plata, no da prestigio, no es canjeable, No sirve para nada. Es una manera de vivir, y los que de esa manera vivimos querríamos inculcarla en el niño y contagiarla en el prójimo”.


“Nada quisimos ganar con la lectura, sino seguir leyendo. Sólo aspiramos a no morir antes de llegar al final de “Los Miserables”. Por ese hábito perdimos trenes empleos, novios, concursos, estatus, ascensos y días de sol”.

Como este año es especial preocupación del gobierno, los hábitos de lectura y el amor por el libro déjenme que les cuente quién es María Elena Walsh.

La hija del “inglés del ferrocarril”

Nació el 1 de febrero de 1930 en Ramos Mejía, un suburbio al oeste de Buenos Aires. En un caserón enorme, con patios, glicinas, gallinero, con un perro pomerania negro, rosales, gatos, limoneros y una higuera donde se acomodaba a leer “Los tres mosqueteros”, “Robinson Crusoe y “La cabaña del tío Tom. Era hija de un inglés que instaló el ferrocarril del oeste y una madre descendiente de andaluces. A los 17 años egresada de la Escuela Nacional de Bellas Artes escribió “Otoño imperdonable” un libro de poesías con el que ganó el Premio Municipal de Poesía y el aplauso de Juan Ramón Jiménez que en 1948, la invitó a compartir con él unos meses en Estados Unidos. La década de los cincuenta y el asfixiante clima impuesto por el peronismo para los artistas disidentes la llevó a París donde fundó con Leda Valladares un dúo de folklore argentino llamado Leda y María. Premiada, regalada y aplaudida en Europa comenzó en Francia a escribir para niños. Al regresar, en la década de los sesenta a Buenos Aires se dedicó a escribir canciones infantiles, obras de teatro, guiones de televisión y la letra y música de un largo repertorio de canciones infantiles.



Tutú Marambá, El reino del revés, Cuentos de Gulubú, La Sirena y el Capitán, Manuelita la tortuga, son algunos de los discos de canciones que se dedicó a grabar por autogestión escapando del control de los medios. Eso le permitió autonomía e independencia. La llamaban “la juglaresa” y sus temas recurrentes apelan a la alusión, al “no sense” de las rimas irlandesas conque su padre la acunó, el juego intelectual, cultural y lingüístico donde no sólo divierte, sino “también para exigir de su público una participación inteligente y una cierta sensibilidad”.


Dicen sus apólogos y biógrafos que María Elena Walsh marcó el antes y el después en la literatura infantil argentina. Llama la atención que compartió el fervor del público chico y grande junto a otro fenómeno de la época.


Quino inventa y crea a Mafalda en 1963.


Su literatura fue una revolución ideológica que cuestionaba los modos de la realidad con sus prejuicios y valores y mostraba puntos de vista inhabituales. Toda su obra infantil se caracterizó por el trato respetuoso que tenía por su joven audiencia donde eran tratados como seres normales y no infantilizados ni minusvalizados. Después del golpe de estado de1966, en 1967 con el general Onganía en el poder ella montó un espectáculo teatral llamado Juguemos en el mundo /Show para ejecutivos donde comenzó a cantar La cigarra, utilizó la ambigüedad y la alusión para referirse a temas prohibidos, como mencionar a Perón en esa época de censura y silenciamiento”


Al regresar de España, en 1974 y después de la muerte de Perón, con el apogeo de la Triple A se enrareció aún más el clima político y social de la Argentina y recrudeció la violencia. Ella escribió: “no estábamos para buenos modos, nos matábamos por las calles, habíamos entrado a un reino de sombras, de los peores modos imaginables”. Vivió el llamado Proceso, desde 1976 a 1983 en Argentina donde se le declaró un cáncer óseo. En medio de una realidad siniestra y demoledora, luchando contra el cáncer que la acosaba sin tregua publicó un ensayo en el periódico Clarín, el 16 de agosto de 1976 “sin ninguna censura, para sorpresa de la misma autora” Este ensayo puede entenderse porque como ella misma señala, “la base de su existencia es leer y escribir, escribir es más que comunicar, implica concientizar a la vez que la libertad en sí misma”.


La publicación constituyó una denuncia explícita contra el régimen autoritario y opresivo de la Junta Militar del general Videla.


“Una escritora mujer, a quien se conocía por su vasta obra cuentística y musical infantil, denunciaba lo que todos callaban. María Elena Walsh asumía de esta manera la representación ideológica y verbal del pueblo argentino en un momento en el que el silencio, el anonimato y la ambigüedad significaban supervivencia. Las consecuencias fueron inmediatas: toda su obra fue censurada”


En la Argentina del Proceso su obra fue censurada, se quedó sin trabajo pero no la desaparecieron. Como bien señala su biógrafa la escritora Alicia Dujovne Ortiz en cierto modo a pesar de la censura siguió cantando. Canciones compuestas años antes o con una temática distinta, como “Serenata para la tierra de uno”, “Oración por la Justicia” y “La cigarra” fueron adoptadas por grupos disidentes como una forma de expresar su cuestionamiento.



Con el tiempo las canciones adquirieron una significación particular y asumieron el carácter de un himno nacional.


Era común escuchar las estrofas que decían:


Tantas veces te mataron,

tantas resucitarás,

cuántas noches pasarás

desesperando.

Y a la hora del naufragio

y la de la oscuridad

alguien te rescatará

para ir cantando.



Desde el mundo de la infancia, de la rima, de la libertad, la subversión de la lengua y el sentido del humor una mujer que escribía para la niñez fue capaz de denunciar con aplomo y coraje “al enano fascista que llevamos dentro”


La cigarra

Tantas veces me mataron,

tantas veces me morí,

Sin embargo estoy aquí resucitando.

Gracias doy a la desgracia

y la mano con puñal

por qué mató tan mal,

y seguí cantando...

Tantas veces me borraron,

tantas desaparecí,

a mi propio entierro fui

sola y llorando;

hice un nudo en el pañuelo

pero me olvidé después

que no era la única vez

y seguí cantando.

Tantas veces te mataron,

tantas resucitarás,

cuántas noches pasarás

desesperando.

Y a la hora del naufragio

y la de la oscuridad

alguien te rescatará

para ir cantando.

Cantando al sol como la cigarra

después de un año bajo la tierra,

igual que sobreviviente

que vuelve de la guerra.


Sitios recomendados en Internet sobre la vida y obra de María Elena Walsh.


Canciones, letras y versiones audio de sus mayores éxitos. http://www.me.gov.ar/efeme/mewalsh/lacigarra.html


http://www.me.gov.ar/efeme/mewalsh/


http://www.literatura.org/MEWalsh/MEWalsh.html


http://www.asterionxxi.com.ar/numero6/dossiermewalsh.htm


http://www.alfaguarainfantil.com.ar/autores.asp?idautor=121


http://www.educared.org.ar/imaginaria/04/8/alfawalsh.htm



Graciela Azcárate

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