viernes, 14 de enero de 2011

El esposo de Angelita Trujillo refuta críticas de intelectuales

Nota: Este Blog apoya la libertad de expresión, por ello siempre aporta fuentes históricas de ambos bamdos, los Trujillistas y los anti - Trujillistas, nuestra meta es el rompimiento del paradigma de la verdad absoluto.



Luis José Domínguez
El esposo de Angelita Trujillo, excoronel Luis José Domínguez, ha enviado a LISTÍN DIARIO un documento titulado ¡Basta ya!, en el que fija la posición de la familia frente a las críticas que intelectuales dominicanos y extranjeros formularon sobre el libro “Trujillo, Mi Padre, en mis Memorias”, durante una mesa redonda en el Archivo General de la Nación, algunas de cuyas intervenciones fueron reseñadas por este diario.

Angelita Trujillo y su esposo, el ex coronel Luis José Dominguez. Ambos residen en Miami.
 
¡BASTA YA!
LUIS JOSÉ DOMÍNGUEZ
Comienza el nuevo año y con él una nueva oportunidad para mirar hacia el año viejo y reflexionar en aquellas cosas que, de una manera u otra, más impactó nuestras emociones.

A mi, particularmente, me satisfizo sobremanera ver que Angelita, finalmente, concluía su libro “Trujillo, Mi Padre, en mis Memorias”.

Empresa de tiempo completo a la que devotamente dedicara un poco más de seis años. Después vinieron los ajetreos para la puesta en circulación de la singular obra, lo que por fin aconteció aquella inolvidable noche del mes de febrero, sin duda que fue un evento para recordar. De tierras muy lejanas viajaron familiares y otras personas que, fieles a la amistad, quisieron estar con Angelita en esa ocasión tan especial, su “gran noche”. Desde entonces, el interés y el entusiasmo por los ejemplares de este magnífico libro, ha sido, espectacular.

Claro que no podían faltar las reacciones negativas de algunos adversarios gratuitos, que no resisten una versión de la historia que discrepe de la suya; olvidando que el respeto al derecho ajeno es principio fundamental en una sociedad civilizada. Un pensador lo expresó de la manera siguiente: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero daría mi vida defendiendo tu derecho a decirlo”.

“Año nuevo, vida nueva”, es un grito de esperanza en el mensaje de paz que nos trajera el niñito de Belén, y en el avivamiento del espíritu navideño en el corazón de los hombres de buena voluntad.

Es necesario que así sea, particularmente en nuestro país, donde, no bien se anunciaba la publicación del libro de Angelita, y ya el anti-trujillismo organizado, intolerante, ponía en marcha su formidable maquinaria de embestida.

La noche de la puesta en circulación del libro en Santo Domingo, un grupo de personas iracundas, amenazantes, irrumpieron en el salón, ya casi abarrotado de asistentes, creando un estado de pánico y anarquía propio de los países donde las turbas actúan por encima de la ley. A este indecoroso suceso, le ha seguido una bien orquestada campaña mediática de artículos de opinión diciendo cosas que el libro no dice. Rico en falsas premisas que sin mesura adulteran hechos y circunstancias, con el servil propósito de hacer tanto daño como sea posible a la imagen del Generalísimo Trujillo, a su familia, y mas concretamente, al contenido el libro de Angelita.

Un ejemplo típico es el extenso artículo publicado en el periódico digital “Al Momento” bajo la firma del señor Carlos Báez, miembro, activista y vocero de la fundación de los héroes.

Este señor, haciendo uso de la bella semántica de nuestro idioma, infiere que la “Fundación Trujillo” persigue una revisión peyorativa de la historia.

Basta refrescar un poquito la memoria para quedar en entredicho la ausencia de lógica.

Es una verdad histórica, que a raíz de la muerte del Generalísimo, el Consejo de Estado emitió la ley 58- 80 que abolía la libertad de expresión en el país. Posible porque dicho gobierno provisional era simultáneamente poder ejecutivo y legislativo.

De haber existido un congreso de representantes y legisladores elegidos por el pueblo no hubiese tenido lugar semejante monstruosidad jurídica.

Explícitamente prohibía toda mención que favoreciera al Jefe de Estado caído. Toda manifestación tenía que ser de carácter vejatorio e infamante.

Para dar seguimiento a la opresiva ley actuaba una bien engrasada maquinaria de difamación. Vestigios de esa bien nutrida campaña pueden observarse visitando esos “museos” o sitios de interés histórico y constatar hasta donde puede llegar el empeño de imponer una historia parcializada.

Ni las escuelas han escapado a la agresiva campaña de odio y desinformación.

A los niños, se les requiere el estudio de documentales y libros tóxicos que narran una historia acomodada, con el mismo propósito de envilecer la imagen del Presidente Trujillo. Técnicas propias de la Alemania Nazi y de la Cuba de Castro, pero radicalmente reñidas con los postulados de una democracia representativa.

Esa dinámica revisionista ha conducido también a una sistemática inversión de valores. Los mas aberrados comunistas camaleónicamente han dejado de serlo y a pesar de no podérsele acreditar un algo bueno en provecho del país, son llevados al salón de los grandes héroes nacionales.

Así es el caso del líder obrero Mauricio Báez. Como buen comunista, luchó denodadamente para propiciar la caída del régimen de Trujillo, pero no como un fin, sino, como medio para convertir el país en una colonia Rusa al estilo de la devastada Cuba de hoy. Llamarle “líder democrático” a este señor, es un artificio, que el mismo Mauricio Báez, como buen comunista, hubiese desautorizado.

Mientras que desaparecen del escenario cultural y político honorables lumbreras nacionales como don Virgilio Díaz Ordoñez, don Víctor Garrido, don Arturo Peña Batlle, don Porfirio Herrera, don Arturo Despradel, don Carlos Sánchez y Sánchez, don Julio Vega Batlle y muchísimos otros grandes hombres que dignamente contribuyeron al encumbramiento de nuestra Patria. Vale señalar que algunos de estos egregios servidores públicos, si revivieran, se morirían de nuevo, al ver a sus hijos cerrando filas con los profesionales del anti-trujillismo.

Aunque me imagino que estos sentirán el aguijoneo de la conciencia recordándoles que cuando cursaban estudios en el exterior, jamás tuvieron que preocuparse por el costo de su carrera, porque se los pagaba la generosidad de ese difunto a quienes la ingratitud los induce a detractar hoy. “La gratitud no solo es la más grande de las virtudes, sino que engendra todas las demás”, así lo decía Cicerón.

Creo que lo expuesto hasta ahora es suficiente para comprobar que es a partir de la ley mordaza 58- 80 cuando se inicia el período de la historia manipulada con fines políticos o revisión peyorativa puesto que mutiló las secuencias de eventos de la Era de Trujillo.

Por consiguiente, es absolutamente falsa la tesis del señor Báez. Es en base a ese daño causado a la historia que nace la Fundación Trujillo con la finalidad de lograr el justo y noble propósito de que sean reintegrados a la historia dominicana los 31 años de la Era de Trujillo.

¡Basta Ya! Es inaudito que a toda una nación se le cohíba de tener un volumen de historia integral por la complacencia a un grupo de privilegiados.

Trujillo fue un hombre de su época y un patriota a carta cabal. Las circunstancias son las que dictan la política de un gobernante.

Si al asumir la Presidencia de la República en 1930 hubiese encontrado un país como el que dejó a su muerte, por supuesto que hubiera gobernado diferente. En 1961 ya el país era un estado institucionalizado, gozaba de orden, respeto y seguridad ciudadana. Los servicios sociales a la par con los mejores del mundo.

Sin deuda exterior. La educación era prioritaria y las fuerzas armadas y la policía gozaban de indiscutible prestigio.

De la crisis fronteriza del 1937 que le preocupa al Sr. Báez, era una situación de suma complejidad, pero el escenario histórico no deja lugar a dudas: sin Trujillo, el país hubiese sido hoy cualquier cosa, menos República Dominicana.

En cuanto al crimen de las hermanas Mirabal, debo esclarecer también al señor Báez que Angelita en su libro “Trujillo mi Padre… en mis Memorias”, cita las confesiones del General Román Fernández, Secretario de las Fuerzas Armadas, hechas en los primeros días de su confinamiento en una habitación de la Jefatura de la Aviación: “Fue Luis Amiama quien me transmitió la necesidad de liquidar a esas mujeres para echarle esa vaina a Trujillo”. Léalo y rectifique que es el General Román quien incrimina al señor Amiama quien era también el eslabón entre los conjurados y el Cónsul americano Dearborn, jefe de la CIA en el país. Por consiguiente, las declaraciones del General Román restan el valor absolutorio que el señor Báez pretende darle a las opiniones políticas del Dr. Balaguer. Estas Actas tienen que estar en el Archivo General de la Nación.

En cuanto al comentario de Don Cucho, hombre de bien y amigo a carta cabal del Jefe, que en su libro póstumo dice que el Generalísimo le comentó que: “nada había tenido que ver con el asesinato de las hermanas Mirabal”; pero, que mas adelante comenta: “que nada se movía sin su consentimiento”. Es una opinión que compartimos.

Es incuestionable que el Jefe era un gobernante bien informado, pero no era un “Hara-Kiri”. Este era un plan de alta traición; ejecutar un crimen para lesionar el Gobierno.

No le quepa la menor duda, de haberlo sabido el Jefe, Román Fernández hubiese sido hoy otro héroe más, pero las hermanas Mirabal estuvieran vivas. Lea ese trozo de historia completo en el libro de Angelita.

Este tipo de crimen no es original, se llevó a cabo en Colombia con el asesinato del político Dr. Eliécer Gaitán en 1948 y se produjo “El Bogotázo”. Mas tarde los sandinistas en Nicaragua asesinaron a Pedro Joaquín Chamorro para provocar la caída de Somoza. Es una táctica despiadada y cruel, pero muy eficaz.

Por otra parte, admiro la osadía de seleccionar una acotación de Wikipedia para definir “revisionismo peyorativo”. Dice: “Omisión de hechos, negación o burla de hechos conocidos, suposición de hechos no comprobados, declaraciones absurdas etc.” Señor Báez este es un traje perfectamente confeccionado a la medida de los que han venido editando la historia durante estos últimos 50 años.

Después el señor Báez dedica casi una página entera hablando de la inmensa fortuna de Trujillo, con números y estadísticas acomodados y de poca relevancia.

Ese resulta ser, el capítulo que mas he leído del libro de Angelita. En el, queda inequívocamente demostrado que Trujillo no tenía dinero ni intereses personales en el extranjero. Que todos sus bienes estaban en el país y los dejó en herencia para pueblo. Es un gesto único. Ningún otro Gobernante lo ha hecho.

Para concluir, le tengo dos noticias al señor Báez: una mala y otra buena. La mala es que el pueblo no ha tomado en serio lo que le han querido vender como historia, por consiguiente ha sido un esfuerzo fallido.

Así lo indican las encuestas. Nosotros lo constatamos por la gran demanda que siguen teniendo, tanto el libro de Angelita: “Trujillo mi Padre…en mis Memorias” como el reciente documental “Trujillo, 31 años de historia perdida”.

Hasta de Noruega nos han escrito algunas universidades solicitando la compra de estas dos obras.

La noticia buena es que con el conocimiento que tiene usted acerca de la fortuna de Trujillo, bien puede exitosamente gestionar la recuperación de esos bienes ladinamente usurpados, para que lo disfrute el pueblo como consta haber sido la voluntad de su legítimo dueño el Generalísimo Trujillo.

En el documental “Trujillo 31 años de Historia Perdida” se observa al Presidente Balaguer pronunciando el panegírico en el funeral del Generalísimo, y en un momento, visiblemente emocionado dice: ¡Que grande hombre fue Trujillo! Y pudiéramos agregar: que chiquitos sus adversarios, que después de 50 años todavía temen que el pueblo conozca su historia.

Pero las actividades de oposición al libro de Angelita no se detienen. Un nutrido numero de personalidades recibieron una cordial invitación para asistir a lo que esperaban sería un acto cultural para, desde un punto de vista académico, analizar el libro “Trujillo mi Padre…en mis Memorias” El panel estaba integrado por Bernardo Vega, Euclides Gutiérrez Félix, Mario Bonetti y el anfitrión Roberto Cassá, director del Archivo General de la Nación.

Continuará mañana

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Voltaire

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