martes, 18 de enero de 2011

Testimonio de Martín López Carro - Combatiente español en la Guerra de Abril 1965 - Historia Oral

Lugar de entrevista AGN
Fecha de la entrevista 2006-07-13
Investigador: Pedro de León/ Jesús Díaz
Proyecto: Voces de la Revolución de Abril


*      Sobre el intento de tomar el Palacio Nacional. Encargado de llevar mensaje a Montes Arache. Anécdotas.

Jesús Díaz (JD): Señor Martín, usted nos decía ahorita, que siempre estuvo en el brazo militar en el movimiento ¿Cuál era su rol, por ejemplo, en el brazo armado?

MLC: ¿En la Revolución?

JD: Si.

Martín López Carro (MLC). Mira, déjame decirte, en los primeros días de la Revolución, en sus primeros días teníamos que comenzar, mira, en uno de esos viajes que dimos del comando central a la Radio Televisión Dominicana caí preso, iba con Joaquín Torres, Joaquín Torres y yo caímos presos en el carro de Malagón, andábamos en el carro de Malagón, nos agarraron presos porque ese día estaban intentando tomar el Palacio Nacional, estaba, el Palacio no lo tenían tomado, tú te recuerdas que inmediatamente se tomó el Palacio Nacional, cuando se empezó el corre, corre, que se asiló todo el mundo el Palacio Nacional quedó vacío, pero la gente del CEFA  parece que los americanos los estaban dirigiendo, le dijeron; no dejen el Palacio Nacional vacío, eso llegó a hacer la Revolución, había enfrentamientos, la Revolución de Abril tenía problemas internos, porque hubo prácticamente, ahora tú los ve que todos hablan cosas, pero hubo una militares, que la mayoría de los militares unos estaban escondidos y otros estaban asilados también, incluyendo a Peña Gómez, es decir, que la cabeza del movimiento estaba destronada, entonces, hasta que Caamaño tomó la rienda del asunto, y más, yo te voy a decir dónde verdaderamente el movimiento toma fuerza, porque en ese entonces estaba cosa, y es cuando el…, ese día por la mañana, el día ese 26, 25 porque a nosotros  nos agarraron presos como a las 2:00 PM, de dos o tres de la tarde, en la mañana dice Caamaño; dice; mira, hay que hablar con Montes Arache a ver en qué está Montes Arache y cosa, y hay que hablar con todas las cosas, inclusive, hablar con Chichí Medina que era el que estaba de comandante ahí en Jimaní, Chichí Medina era de Neyba, yo lo conocía, y le digo; bueno, yo puedo mandarle un mensaje a Chichí Medina a ver si cosa, y efectivamente, mandamos un cuñado mío que estaba aquí en cosa y lo mandamos a Jimaní, pero dice; quien puede ir a donde Montes Arache, digo yo; no hay problema, yo voy, pero, dice Jesús De la Rosa; que ya ahora no se recuerda de cosa, yo le pregunté y me dijo que no se recordaba, Jesús de la Rosa fue con nosotros, con Joaquín Torres y yo, iba Joaquín Torres manejando y yo iba atrás y Jesús de la Rosa iba del otro lado, llegamos a la…, tú sabes donde estaba la…, Montes Arache estaba en la feria, donde está hoy la extensión de la universidad, que estaban ahí los Hombres Rana llegamos, en la Kennedy, llegamos, nos paramos, de una vez cuando quisimos meternos cerca de la puerta ya nos pararon y nos dijeron; no, pero yo quiero hablar con el comandante, entonces Montes Arache se acercó un poco, y le dice Jesús de la Rosa; mire comandante, el comandante Caamaño le manda a decir que quiere saber con quién usted está, si está a favor o está en contra porque van a bombardear esto, entonces él le dice; dígale al comandante Caamaño que yo le voy a contestar en 15 minutos, óyeme, cuando nosotros llegamos, nosotros fuimos, de ahí cogimos para Radio Televisión Dominicana, cuando nosotros regresamos de Radio Televisión Dominicana ya Montes Arache estaba en la…, ya estaba en el comando central, digo yo; ¡coño!, ganamos la Revolución, Jesús de la Rosa me agarró, me abrazó, y “to´ esa vaina”, si, porque dijeron que dizque habíamos la partida, porque ya teníamos los comandantes al día, ahí cuando yo subía del comando, después que iba con una…, llevábamos una correspondencia, que la correspondencia quedó debajo del carro y ni siquiera sabían de qué era la correspondencia, después, luego van a buscarla, la correspondencia era comprometedora, quedó debajo del carro, porque ellos se agarraron nada más que los tipos que estaban ahí, nos acusaron de muchísimas vainas, Joaquín, ese también es una anécdota muy bonita, mira, Joaquín me dice, dice…, caímos preso, y dice; ¡coño!, pero fíjate ahora, ¡coño! caemos preso, digo, mira, Joaquín, vamos a separarnos, mira, yo fui guerrillero, tuve un año preso, a mí me conoce la policía, si me detectan me van a matar de una vez, ahora, tú agarras, y tú vas a mi casa, vas a conocer la dirección, tú le dices a mi mujer lo que ha pasado, pero mira, tú no me conoces, porque si tú te involucras conmigo tú vas a tener problema porque te van a joder como me van a joder a mi, bueno, eso pasó, a nosotros nos llevaron. Tú sabes quien era que estaba el chequeándonos a nosotros, era el Coronel español, no, era Capitán, era Capitán, el Capitán español de tránsito, Mayor Sánchez, ese era el que estaba cuidando a todos, pero en el patio había una cantidad enorme de gentes. Cuando nos agarran, nos suben arriba, a la casa, y ahí están locos, nos metieron de noche, nos metieron ahí en una cosa, tuvimos aquí apretados, y en la noche, parece que esa noche, la presión, esa noche están desembarcando los gringos, nosotros nada más que oíamos, por la ventanita que teníamos veíamos cosas, los embarcos de los gringos, y después digo yo, dice: bueno, y hablando con el tipo, el carcelero, yo le hice saber, le digo: ¿cómo pudieron habernos equivocado?, yo tenía una receta en el bolsillo y le dije, mira yo iba a buscar una medicina, y yo cosa, me di cuenta de que todo lo que estaba ahí era el nuevo, digo, él no me conocía, pero yo no hice contacto, ahí estaba Edison, y digo yo; Edison, no, no me cosa, que también lo conocí en Cuba, dice: no, no, no, no te acerques a mí, déjame sólo a ver si yo puedo salir de esta, es que tenemos que buscárnosla porque si nos agrupamos nos van a joder a todos juntos, digo pues está bien, no hizo contacto con nadie, porque el muchacho no abre nada, por la mañana, ah, de noche nos metieron dos individuos, que iban con una fundita, eran dos policías, nos lo metieron en la cosa para por la mañana sacar la gente, por la mañana viene el Coronel Nin, que me conocía, sin embargo, no me conoció, yo, digo yo: ¡Dios mío!, yo nada más dije ¡Dios mío ayúdame a salir de esta vaina!, pero yo no… así, relajado y sin darle mucha mente porque si le daba mente me iba a deprimir, llega el Coronel Nin, y le dije ¡Nin baja a esos presos, los que van a bajar y los que no cosa!, “ta bien” agarran y sacan esos dos primeros, entonces, inmediatamente vienen los otros dos, se paran en la puerta pero ya vestidos de policía, los que estaban adentro estaban vestidos de policía, dijeron; éste, éste, éste, fueron sacando todos los que ellos tenían adentro y dijo el Capitán español; y éste, me sacó a mi, que yo estaba pegado a la puerta, me sacó Pa´ afuera, ya me sacó, digo yo: sería la sangre o sería lo que fue pero el asunto es que algo valió.

Cuando llegamos abajo, a la parte de abajo de la cárcel porque era en el patio, ahí, dicen, miren el libro a ver si tienen ficha ahí, digo yo, dije: bueno, ya hay mucho tiempo, ya ahí no debe haber ninguna ficha, efectivamente, ya, ¡ah!, fulano de tal ¡pra!, fulano de tal ¡pra!, cada uno fue dando el cosa y ninguno tenía ficha ahí, inmediatamente ahí ¡coge!, ¿alguno tiene algún documento allá en la cosa para pasar a buscarlo?, que lo pase a buscar, -pasar por la policía-, yo tenía la cédula, tenía una correa, dije, no, no, yo  no tengo “na”, ni yo tampoco, Joaquín también dijo; yo tampoco, y nos metimos desde la policía, en ese entonces, nos fuimos hacia a la Máximo Gómez, de allá adentro, hacia la Máximo Gómez, entonces, de la Máximo Gómez cogimos otra vía a la calle del aeropuerto, todavía estaba abierta, entonces, ahí cogimos, nos metimos por ahí y vinimos a salir a San Carlos y en San Carlos, ahí llamamos y todas esas cosas, y ahí nos pusimos en contacto con todo nuestro equipo, y me encuentro con Juan Miguel y dice; ¡coño!, pero ven acá y dónde tú estabas, dice, no, oye estaba pasando un tremendo susto, cuando le digo me dice; no me digas esa vaina, ven acá, y cuántos faltan, hay esto, la cárcel está llena de prisioneros, lo que pasa, lo que tiene ahí no es mucho pero es parte del pueblo, si, está bien, entonces, ya me pone al tanto de todo, ya comenzamos a prepararnos para lo que viene y empezamos a trabajar, ahí es donde verdaderamente comienza la revolución, para nosotros preparar todo, ya ahí, ya se hace contacto con todo el mundo ya ellos están preparando el asalto a La Fortaleza Ozama.


*      Sobre intentos asalto al Palacio (1965), sistema de seguridad Zona Constitucionalista. Suceso azotea Palacio Justicia.

MLC: Ahí es cuando Miguel Román, ¡coño!, yo lloré a Juan Miguel Román, porque era la persona que tenía los pantalones para dirigir ¡coño!, esa vaina, pero, se llegó, llegó el momento de que él tenía que también que hacernos la vaina, porque yo diría, ahí estuvimos, todos nos involucramos, todos, Caamaño, todo el mundo se involucró en ese asalto al cosa, ahora, me parece que no era, mira, en el asalto al Palacio, yo creo que ahí hubo una…, hubo un chivateo, algo ahí había cosa, para mí, esa ametralladora que estaba en el…, que estuvo arriba de la Academia, esa ametralladora fue mandada a llevar ahí, fue por una persona, fue por alguien, ahora, le voy a decir más, gente de la revolución, en Ciudad Nueva nosotros teníamos gentes, había gente que había salido, mire, nosotros recorríamos todos los días en el Malecón, si, porque teníamos escondidas que chequeaban a la entrada de la playa, del mar, donde había playa y venían nadando, nadando, nadando, nadando y salían ahí por la entrada de San Isidro, esos muchachos enterraron muchos muchachos por ahí, en las alcantarillas, porque era en la alcantarilla que los metían, entonces, todos los días, y se decían como se llamaban y todas esas cosas, estaba lleno, por eso es que nosotros, todo el Malecón, todo el muelle estaba lleno de gentes que vigilaban y no se dormían, nosotros le aclaramos, si se duerme, usted se muere, porque el que viene nos va a sorprender y viene, y efectivamente, a veces se encontraba uno, a veces salían dos, a veces no encontraban ninguno, a veces no venían porque los que venían no volvían ni llamaban, entonces, eso también nos ayudó muchísimo, pero en la revolución, aquí nos metían todos los días, en la José Contreras, en el edificio que hay casi llegando a la Independencia, en la calle que va para arriba, hay un edificio, que hasta había un restaurante ahí abajo, tenía una azotea y en esa azotea cogía, estaba frente a frente al Padre Billini, cogía la Padre Billini completa, no nos dejaban cruzar, habían matado como tres o cuatro muchacho cruzando la Padre Billini, no había forma de pasar por ahí, agarré y preparé un fusil Máuser, ahí, modelos haitianos, el que andaba con un fusil cosa le digo yo: te cambio ese por este, pero tú tienes que hacerme el trabajo, ven, vamos allí, y lo llevo arriba del Palacio de Justicia de Ciudad Nueva, dice, mira, ¿tú ves allí?, a donde está aquella azotea, hasta se veían las ametralladora, en la Pasteur, ¿tú ves aquella ametralladora que está allí?, si, pues entonces, mira, ahí hay una ametralladora, no sé si es de alto calibre o es de bajo calibre, pero, nos tiene “jodío” en la Padre Billini, agarró y dice: tú tienes que quedarte ahí, y cuando veas el movimiento allá, tú agarras el cosa, le dejé un prismático y óyeme, al otro día por la mañana me dice: ahí ya no hay nadie, dice: salieron tres veces ahí, a las tres veces le fogoneé, si están muertos o están heridos, entonces, yo mandé uno por la calle, que fuera a averiguar, dice: averigua si arriba en el edificio hay alguna gente, y efectivamente que no había, estaba lleno de cascos de balas arriba, dice: no, ya no hay nadie, está lleno de cascos, ya eso se fue.


*      Sobre orden de no disparar a estadounidenses. Sobre Euclides Morillo. Suceso de la ausencia proyectil de Mortero. Consideración sobre el Asalto al Palacio. Critica impuntualidad actual.

Sr. Mella. Martín, a propósito, yo quería dar dos anotaciones, con el de la cincuenta, que estaba allá en lo alto de la Caribean, hubo un muchacho de aquí, de San Carlos, que todos los días, a las doce del día le tiraba un tiro a la campana del campanario de ahí, del Palacio, bajó una orden, que no se sabe quién fue que la dio, y la bajó fue el supervisor De la Rosa, Jesús De la Rosa, donde se le informó a la gente, a los comandos, que a los americanos no se le tirara, a los coso no se le tirara, este muchacho, estoy chequeando el nombre, me lo van a conseguir, agarró el fusil y le dio contra un palo de luz y se fue para su casa, o sea, este es un dato muy importante, el día 15…

MLC: Pero en las arribas de la Caribean no había militar.

Sr. Mella: Si. ¿En la Caribean, ahí arriba?

MLC: No había, no, ya eso se había desaparecido de ahí cuando nosotros fuimos allá, sí todo eso se investigó, no había.

Sr. Mella: Pero ven acá.

MLC: Esa ametralladora llegó ahí, por eso te digo yo que hubo un chivateo o una vaina de emergencia, o una vaina de cosa, por eso es que yo digo de que andaban atrás de Fernández Domínguez, yo voy.

Sr. Mella: Yo voy a contactar entonces, voy a chequear a ver si ese muchacho está vivo todavía.

MLC: Ya eso ahí, ya ahí no había americanos, si hubiera americanos, si hubiera americanos, no es verdad, ni yo Baby Mejía que estaba ahí, ni Botello, que estaba ahí, ni Juan Miguel Román, ni el mismo Coronel, si hubiera ahí, que estábamos en frente de ellos, nos íbamos a poner ahí.

Sr. Mella: Pero una pregunta: ¿Por qué cuando se le preguntó a Fernández Domínguez…? ¿Y los americanos?, Fernández Domínguez dijo: no, si ellos no se meten con nosotros, nosotros no nos metemos con ellos.

MLC: No, no, espérate, eso que le preguntaron y él lo dijo, pudiera ser que estuviera a esa hora, pero yo te voy a decir una cosa, yo no estoy seguro de que fueran los americanos, porque yo, yo cuando fui al Padre Billini y le dije, él quería que le hicieran la autopsia para ver el calibre de la bala, si eran balas dominicanas y cosa, y se opusieron, dicen: no, no, no, autopsia no, no le sacaron la bala, y te voy a decir, cuando nosotros trasladamos los rostros del hijo del Comandante que mataron en Lido, “hombe”, ¿Cómo es?

Sr. Mella: ¿Sería Oscar Santana?

MLC: Oscar Santana, cuando trasladamos sus restos, de aquí, del cementerio de la Independencia al Cristo Redentor, yo fui con Don Isidro y con el otro hijo, y agarramos y buscamos a ver si conseguimos el proyectil de la bala que salió de cosa, y yo te voy a decir una cosa, eso era un proyectil 45, entonces, esa bala, cuando no dijeron, no quisieron, ya yo desde ahí empecé a sospechar, no sé, pero para mí no fueron americanos los que nos tiraron a nosotros, se le pegaron porque estaban del otro lado, nosotros estábamos de este lado, es posible, pero para mí ahí hubo una conspiración interna de los militares de aquí, y no descarto que esté metido ahí …

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Voltaire

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