ESTADOS UNIDOS | Suicidio en Princeton
- La muerte del profesor recuerda a obras de Coetzee, Roth, Zadie Smith y Orejudo
Es un tópico un poco embarazoso pero a veces ocurre: las noticias, algunos días, parecen un calco de las novelas. La caída en desgracia y suicidio de Antonio Calvo, profesor del departamento de Español de la Universidad de Princeton, remite inevitablemente a, al menos, cuatro obras de ficción: 'La mancha humana', de Philip Roth (Alfaguara); 'Desgracia', de John Maynard Coetzee (Mondadori); 'Sobre la belleza', deZadie Smith (Salamandra) y la reciente 'Un momento de descanso', de Antonio Orejudo (Tusquets).
Orejudo, antiguo profesor en tres 'colleges' estadounidenses (y, en la actualidad, docente en la Universidad de Almería), también ha caído en la coincidencia. "Es que es algo que ocurre, está a la orden del día. Las universidades americanas tienen un sistema, una maquinaria burocrática completamente inhumana que maltrata a los profesores".
En 'Un momento de descanso', el protagonista de Orejudo, profesor en una universidad de Columbus, en Misuri ("por lo que sé, es una muy buena universidad"), se encuentra en una clase con una alumna que ronca. La chica es de raza negra. El profesor dice algo así como "no sabía que mis clases fueran tan aburridas", nada especialmente desabrido. Y la alumna, que alega haber sufrido un extraño episodio de epilepsia, denuncia al profesor por humillarla. Acabará por arruinar su vida.
"Tengo amigos que se volvieron locos por esa maquinaria de la que le hablo", explica Orejudo. "El caso es que, a los seis años de trabajar en una universidad, se decide la continuidad del profesor con una especie de gran causa en la que intervienen todas las instancias de la universidad... Rectorado, decanato, departamento... Todos opinan y basta con tener un enemigomedianamente poderoso para que te hundan y te echen. A un amigo mío le ocurrió. Un hombre absolutamente sesudo, erudito y equilibrado... Pero se vio en ese proceso y sufrió tal tensión que se volvió loco, se emborrachó e hizo lo peor que pudo hacer: se fue a un 'seniority', una especie de colegio mayor, se bajó los pantalones y...".
"Esos grandes juicios son un sistema muy perverso: impiden que él profesor tenga una relación de igual a igual con su compañero", explica Orejudo. "En vez de tratar como a un colega al profesor titular, el profesor asociado tiene que ser complaciente y servil. ¡Y que se cuide mucho de dar mejores clases o de escribir mejores artículos que el titular!"
Y más aún en universidades tan elitistas como Princeton, en cuyo departamento de español dan o han dado clase escritores como Mario Vargas Llosa, Ricardo Piglia, Alan Pauls o Américo Castro. "Es, con Harvard, uno de los mejores departamentos de Español de Estados Unidos... Lo que pasa es que las universidades de la Ivy League son tan... tan pijas, que su política de contratación es completamente arbitraria. No cuidan los criterios de transparencia en la elección de sus profesores que siguen las demás universidades americanas. Son tan buenos que les da igual todo".
Orejudo también recuerda las novelas de Philip Roth y de J.M. Coetzee. "En 'La mancha humana hay una situación completamente reconocible para cualquiera que haya dado clase en Estados Unidos: cualquier comentario que incluya la palabra 'negro' puede hundir al profesor que la pronuncie". En 'Desgracia', mientras, "aparece otro caso más o menos típico: un profesor tiene una relación sexual con una alumna; una relación consentida y de igual a igual. Cuando termina, la alumna dice que la han violado". Algo parecido ocurre en 'Sobre la belleza, de Zadie Smith.
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