Por Laura Benadiba En ocasión de su participación como conferencista en las Jornadas Las Fuentes Orales «De la teoría a la práctica. El aula como espacio de la memoria», celebradas en Tarragona los días 13 y 14 de febrero de 2009, pudimos hacerle una entrevista. La presencia de Giovanni Levi en este encuentro, que era destinado, principalmente a docentes, demuestra no sólo la amplitud que tiene este gran investigador sino la importancia y difusión de la Historia Oral en distintos ámbitos y sobre todo las precauciones que hay que tener a la hora de utilizarla. Al comenzar la entrevista tuvimos la intención de partir de una pregunta más general ya que uno de los ejes que se trabajaron en dichas jornadas apuntaba específicamente a incorporar la idea de que la Historia Oral es una herramienta metodológica más con la que cuenta el historiador para realizar sus investigaciones. ¿Qué es la Historia para vos? - La Historia para mí es la ciencia de las preguntas generales y de las contestaciones locales. En este sentido, no debemos imaginar y generalizar conclusiones sino identificar relevancias y preguntas que sean importantes en muchos lugares, sin pretender averiguar identidades pero sí diferencias y especificidades. ¿Y la Historia Oral? - La historia oral es un método para crear fuentes nuevas y para construir narraciones, pero siempre se deben tener en cuenta sus límites que son, por un lado, la memoria de los entrevistados, alterada por el tiempo pero también por el funcionamiento mismo de nuestro inconsciente, con sus olvidos, alteraciones, remociones. Por el otro, la emotividad: el historiador debe gobernar las emociones y no dejarse dominar por la empatía y por el sentimentalismo. Es necesario transformar el documento oral con sus falacias en algo racional y critico. El riesgo que siempre se corre al utilizar esta metodología es que los cuentos son más fascinantes que la elaboración científica, pero son ambiguos y el historiador debe luchar contra esta situación si quiere darle al lector una comunicación «cuidada». ¿Cuándo y por qué empezaste a trabajar con fuentes orales en tus investigaciones? ¿Qué aportes le agregó la utilización de esta metodología a tu tarea como investigador? - Empecé al principio de los años 70, con colegas como Luisa Passerini y alumnos como Gabriella y Maurizio Gribaudi que después continuaron. Yo lo dejé por las razones que he dicho antes: la Historia Oral vive entre dos extremos, el que podemos llamar el «no gobierno» de la emotividad, que me parece que prevalece demasiado en el gran éxito que tuvo la Historia Oral, y el de la utilización de fragmentos de historia de vida que estaban manipuladas con violencia por los historiadores. Pero aprendí mucho de mis experiencias: sobre la memoria y sus falacias, sobre las fuentes y sus problemas de interpretación, sobre las personas y sus maneras de contar sobre sí mismas. Todas estas cosas han sido después el centro de mi trabajo como modernista. ¿En tu opinión, cuáles son las principales precauciones metodológicas que hay que tener frente a los testimonios orales? - ¿Precauciones metodológicas?, las que he dicho. Son fuentes que al mismo tiempo que se crean —y es muy importante crearlas— tienen problemas profundos que no siempre tienen presentes los historiadores que utilizan la Historia Oral. Creo que los trabajos de Alessandro Portelli por ejemplo o de Maurizio y de Gabriella Gribaudi son importantes correctores de las patologías dominantes que padece esta metodología, porque ponen explícitamente en el centro de sus trabajos la discusión de la falacia de la memoria y de la narración. Como historiadores ¿cómo crees que nos pueden implicar éticamente este tipo de testimonios? - Éticamente: todos los historiadores deben tratar a sus antepasados con respeto y humanidad. Son los vivos los que nos dicen de sus experiencias. Esa es la gran enseñanza que nos dan: la diferencia, la diferencia que debemos entender y respetar. ¿Qué investigaciones estás llevando a cabo ahora? - Trabajo sobre el modelo de Estado católico, como un modelo diferente de otros modelos políticos, con sus caracteres específicos de debilidad institucional por la presencia de dos sistemas normativos: Estado e Iglesia. Con efectos de libertad pero también con periodos de dictadura, consecuencia ambos de la debilidad de los sistemas institucionales. Estoy trabajando en un libro sobre el consumo en la edad moderna para contestar a la pregunta: ¿cómo funciona una sociedad que quiere ser jerárquica y justa al mismo tiempo, según la utopía católica? Es muy común oír en los diferentes encuentros de Historia Oral y en las publicaciones sobre el tema, hablar de Memoria e Historia como si fueran sinónimos, cuando en realidad no lo son. ¿Cómo podrías explicarnos la diferencia entre ambos conceptos? ¿por qué pensás que se los confunde? - Creo que es necesario subrayar que la Historia es un proceso racional, frío y, en cambio, la Memoria es un proceso mental, caliente, pero engañoso. |
lunes, 4 de abril de 2011
Entrevista al historiador Giovanni Levi
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Voltaire
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