Por: Manuel Arias
Los megas intereses prioritarios imperiales; petróleo, energía, materias primas, mercados y colonialismo, que desde su lógica instrumental son necesarios para continuar dominando hegemónicamente el mundo, les han obligado a esconder detrás de la falsa “urgencia moral” , a la que apeló el presidente estadounidense Barack Obama, vocero oficial de la coalición invasora de Libia, ante ciudadanos norteamericanos indiferentes a su guerra, impotentes por los recortes presupuestarios a los programas sociales de la nación y sumamente contrariados por el exuberante aumento de presupuesto al proyecto armamentista-militarista, llamado “Sistema Nacional de Defensa”.
La manipulación política y mediática, la cual se desarrolla con toda intensidad en aras de defender los intereses de los sectores conservadores y ultra conservadores “halcones de la guerra”, apoyados en la pragmática razón suprema, ha llevado al presidente Obama a decir: “es una intervención que ha salvado numerosas vidas”, de manera individual establece su moral ciega. Puesto que no revela las muertes ocasionada a civiles por la misma intervención.
De este modo, la humanidad asiste hoy teledirigida por una moral instrumental, impulsada por el progreso tecnológico, informático y armamentista a un proceso en marcha de desestructuración en todos los órdenes y sentidos. Vivimos en el mundo de las fragmentaciones en lo político, económico, social y cultural. En efecto, las innovaciones científicas, tecnológicas y la globalización asimétrica están transformando progresivamente los viejos modos de vida. La guerra, es el mecanismo útil y suficiente para desplegar en cualquier momento, lugar, tiempo y condiciones el proceso prolongado de la homogenización de los mercados y la cultura, la apuesta de los conquistadores colonialistas.
Por tales razones, aplican todo su poder hegemónico, todas sus fuerzas militares, todos sus recursos, influencias, manipulaciones y dominios a fin de instrumentalizar e imponer su voluntad, su cultura occidental y sus acciones salvadoras (no de vida humana), sino de sus intereses a través de sus Estados colchones, Qatar, Turquía y Arabia Saudita, y así evitar un “segundo Irak u otro Afganistán”, rara manera de causar inestabilidad, destrucción y muerte en toda una región.
Evidentemente, el presidente Barack Obama predice el triunfo en un corto plazo, ante la ciega mirada de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Comunidad Internacional. De hecho, las violaciones a las leyes internacionales, el asesinato de poblaciones civiles y la violación a la determinación de los pueblos, son preceptos y principios que Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia consideran amoral.
De ahí, entonces, investidos en Estados Supranacionales, ponen de manifiesto su gran disposición de invadir al pueblo libio en medio de una guerra civil, como ocurrió en Santo Domingo en abril de 1965. Por cuestiones de simple imagen, les traspasaron el mando y el manto implacable a la OTAN, su aparato militar especializado en crímenes de lesa humanidad.
Así las cosas, la humanidad vive un tiempo de grandes incertidumbres e indefiniciones, que tendrá urgentemente que resolver como sujeto histórico por sus propios medios. ¡Cuándo alcanzaremos la paz duradera, la tolerancia a la diversidad y la auto soberanía de los pueblos!
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